Capítulo 67

3.9K 206 8
                                    


Narra Mateo

Nuestra jugada funcionó, la nena comió un hotcake completo. Sebas y yo estábamos muy felices y no dudamos en hacérselo saber.

–Muy bien, bebita– soltó él sonriente buscando alentarla, pero desgraciadamente, creo que lo único que consiguió fue todo lo contrario.

Julia soltó su cubierto y mantuvo una fija mirada de tristeza sobre su plato ahora vacío.

–Nena, no...– dije pasando un mechón de su cabellera detrás de su oreja.

Apenas terminé mi cariño, giró la cabeza para ocultar su rostro, rompiéndonos el corazón. Tal vez la estamos presionando mucho.

Dimos nuestros últimos bocados y tomé los platos sucios y cubiertos para luego llevarlos al lavabo. En el proceso, vi a mi marido ponerse de pie para luego acercarse a la pequeña, supuse que la iba a consolar así que me enfoqué en mi objetivo de llegar a la cocina. Una vez allí, decidí lavarlos de una vez.


Narra Julia

Necesito vomitar. Necesito vomitar. Debo ir al baño, ¡comí tres putas veces! ¿Qué clase de tca tengo? Soy una vergüenza.

–Hermosa, solo comiste uno, ¿viste cuántos comieron papi y daddy?– me habló daddy, manteniéndose a mi altura, junto a mi asiento –No sé cuántos comió papi, pero daddy se sirvió tres, corazón. ¡Tres!– agregó risueño.

–Daddy...– lo llamé como última opción.

–¿Qué necesitas, bebé?– me preguntó en respuesta, para luego besar mi mejilla.

Le dirigí la mirada finalmente, encontrándome con una sonrisa cálida de su parte. Sé que seguro me sentiré mejor si me da cariño y atención, pero no puedo distraerme de mi objetivo real; bajar de peso.

–¿Puedo... ir al baño una última vez?– rogué, pero él negó antes de que pudiera completar mi pregunta.

–No, monita, lo siento– soltó con cariño.

Bajé la mirada, y recibí un segundo beso en mi cabeza.

–¿Qué te parece si jugamos un juego de mesa, princesita?– me sugirió sonriente, y asentí, pues pensé en la oportunidad de poder bajar de mi silla e irme corriendo al baño de mi habitación –¿Quieres que daddy te cargue, nena?

Nuevamente asentí, y me puse de pie del lado contrario de donde él se encontraba, haciéndole creer que me dirigiría allí.

Ahora dudosa, me mantuve de pie, ahí frente a daddy, con nada más que una silla entre nosotros. Me puse nerviosa, y di un paso hacia atrás accidentalmente, uno que me acercó más a mi objetivo; las escaleras. Él notó al momento mi plan y me señaló con un dedo, y una mirada seria.

–No, Julia– me advirtió.

Siendo sincera, me asusta que me llame por mi nombre cualquiera de ellos dos, pues me hacen saber que están molestos. Creo que eso fue lo que me animó a salir corriendo.


Narra Mateo

–No, Julia– advirtió mi marido, poniéndome alerta. ¿Qué hizo la nena ahora?

Para cuando salí de la cocina, la vi corriendo escaleras arriba. Sebastián al principio no corrió detrás de ella, creyó que con una oración bastaría para que se detenga, pero no fue así.

–¡Julia, ven aquí ahora!– exclamó, pero ella siguió subiendo los escalones.

Fue ahí cuando intercambiamos miradas y corrimos detrás de ella.


Narra Julia

Debo admitirlo, el tono de voz de daddy me asustó un poco, pero ya me encontraba casi a medio camino, así que seguí. A punto de llegar a mi habitación, pude escuchar las pisadas de mis daddies corriendo detrás mío.

A la mierda. Que pase lo que tenga que pasar, me da igual si me castigan por desobedecer, antes llegaré al baño y vomitaré.


Narra Sebastián

Mateo llevaba la delantera detrás de la nena, pero yo en un punto dejé de correr, pues recordé que ya tenían clave los baños.

Ahora sonriente, me llevé las manos a la cabeza victorioso, no había forma de que pudiese entrar.


Narra Julia

Una vez llegué a la puerta del baño, me paralicé unos instantes.

No.

¡No, no, no! ¿Cuándo pusieron esos putos seguros?

Pronto sentí unos brazos alzándome, y un fuerte golpe que afortunadamente mi pañal amortiguó, pero eso no me salvó del susto que el ruido de este me generó.

–¿Qué te dijimos de desobedecer, Julia?– exclamó papi llamando mi atención. Me sentó sobre el borde de la cama y al instante llegó daddy.

–Amor, ya le pusimos clave a los baños– le informó, y papi no tardó en llevarse las manos a la cara para luego hablar.

–Dios mío, es verdad– suspiró –. Qué bueno que lo hicimos– agregó para ahora mirarme a mí –, porque hay una jovencita aquí que no parece haber aprendido su lección sobre obedecer.

Me encogí en hombros, y rápidamente gateé sobre la cama hasta llegar a donde se encontraba Koda. Lo tomé y daddy se acercó a mí intimidándome en el proceso.

–Julia...– me llamó con firmeza, y comencé a lagrimear un poco, haciendo que se detenga por completo.

Ambos intercambiaron miradas, y pude ver que su enojo se dispersó ligeramente al poco tiempo.

–Está bien– soltó papi cruzando los brazos –, no tendrás tu castigo, será solo una advertencia.

–Pero si vuelves a romper una regla, nena...– habló daddy, llamando mi atención –... tendrás tus bien merecidas nalgadas, ¿quedó claro?

Asentí ahora más tranquila, pues ellos estaban más tranquilos.

–Oh, ven aquí, monita– soltó papi, y me acerqué aún con mi oso en mano para que me pueda cargar.

Ambos dejaron un suave beso en mi cabeza, y estuvieron los siguientes minutos buscando calmarme. Es solo que yo ya no estaba alterada por el miedo a que me castiguen, sino porque no podré vomitar.

–¿Sabes qué te distraería, bebé?– me preguntó daddy, llamando la atención de ambos –Tenemos una consola, corazón, ¿no quieren jugar algo?

Asentí, finalmente tranquila. Pero papi no se veía muy conforme con la sugerencia.

–Amor, todos nuestros juegos son sangrientos o de terror– soltó, haciendo reír a daddy.

–Podemos jugar Minecraft... creo que es el más pacífico que tenemos.

Me da igual qué juego sea, solo quiero distraerme, así que no dudé en asentir cuando me preguntaron si quería jugar.

Nuevamente recibí un par de besos por su parte, y ahora calmada, me recosté en el pecho de papi, quien caminó junto con daddy hacia afuera de la habitación.

JuliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora