Capítulo 20

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Narra Mateo

Guié a Julia dentro de la casa y cerré la puerta. Al girar sobre mi lugar me encontré con la pequeña transportando una pequeña maleta consigo. Enseguida me acerqué a ella y la tomé con mi mano derecha, agarrando la mano de Julia con la izquierda.

–Ven, linda, te enseñaré dónde vas a dormir– le dije sonriente, y al ver su rostro pude contemplar la emoción en él, estaba feliz de estar aquí. Eso me hizo sentir tan bien.

–Okay– respondió siguiéndome.

Al llegar al inicio de la escalera, solté la mano de Julia y le indiqué que suba, mientras, yo me enfoqué en cargar el equipaje escalones arriba. Afortunadamente no es pesado, después de todo solo se quedará hasta el martes, es poco lo que lleva consigo.

Una vez en el segundo piso, coloqué la maleta sobre el suelo y ella me agradeció por ayudarle, lo cual me pareció muy tierno.

–No es nada, princesa– respondí –. ¿Ves la penúltima puerta? La que está junto al baño– comenté señalando en dirección a una de las habitaciones para invitados, específicamente en la que ella se quedaría.

–¿Esta? ¿Aquí?– me preguntó mientras se aproximaba, pero yo no asentí hasta que colocó su manita sobre la perilla. Sin pensarlo mucho, entró a la habitación, manteniéndose de pie en medio de esta, como estupefacta por la decoración o los muebles tal vez.

–¿Te gusta? Podemos hacer cambios si quieres– comenté llamando su atención –. Teníamos planeado que esta fuera tu habitación para las veces que te quedes a dormir aquí.

Ella me miró unos instantes en silencio, para luego pasear la mirada alrededor del cuarto.

–Es muy bonita– respondió –. Me encanta.

No pude evitar sonreír, y menos aún con la llegada de mi marido a la habitación. Aún tenía el cabello mojado, pero afortunadamente ya estaba vestido pues ni siquiera se enteró de que Julia había llegado.

–¡Princesa!– exclamó colocándose a su altura, ella por su parte corrió para abrazarlo.

–Hueles rico– comentó sonriente –, a coco.

Sebas y yo reímos, fue tierno el cómo lo dijo.

–Gracias, monita, es que me bañé– respondió él escondiendo un par de mechones de la nena en cada oreja.

–¿Ya decidiste qué película veremos?– la cuestioné cambiando de tema.

–Sí, pero me quiero poner la pijama primero– dijo ella despojándose de los brazos de mi esposo, provocando que este se ponga de pie de nuevo. Una vez libre, se dirigió a su maleta y la recostó en el suelo para abrirla.

–Bueno, pequeña, pediré la pizza y te esperaremos en la sala, ¿okay?– le dijo Sebas mientras salíamos de la habitación.

–Sipi– respondió ella.

–¿De qué quieres la pizza?– le pregunté, y tardó en responder. Reflexionó un poco, nos miró y con algo de duda en sus palabras nos comentó que ella no comería pizza.

–¿No quieres, princesa?– le preguntó Sebastián –¿Qué quieres cenar entonces?

Nuevamente reflexionó su decisión a tomar. Arqueó las cejas, como si la fuéramos a regañar o como si estuviese a punto de pedirnos algo.


Narra Julia

–No tengo hambre– solté nerviosa por su respuesta. Y la verdad es que el estómago me rugía, pero debo limitar mis comidas.

JuliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora