Capítulo 96

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Narra Sebastián

Esa tarde, con la nena recostada sobre el pecho de mi esposo, nos aseguramos de que estuviese dormida antes de comenzar a hablar.

–Bebita, ¿quieres ver Enredados?– le preguntó mi marido con dulzura, haciéndome reír en voz baja. No respondió.

Concordamos en algo, algo en lo que mi princesa nunca estaría de acuerdo, pero tomamos esa decisión por su bien.

A diferencia de aquella vez que la pusimos en el rincón, esta vez se comportó mucho mejor. No nos alzó la voz, no huyó, incluso llegó un punto en el que dejó de removerse. Estamos pensando en solo castigarla de esta forma de ahora en adelante, obviamente no siempre serán veinte nalgadas como esta vez, algunas veces tal vez baste con una de advertencia. Es más rápido, por lo que podemos consolarla cuanto antes, y se comporta bastante bien en el proceso.

Pronto llamaron al teléfono de Mateo, despertando al instante a mi princesa, quien comenzó a removerse sobre su lugar.

–Mierda– soltó él sin pensar para luego silenciarlo, haciéndonos intercambiar una mirada de preocupación que pronto se dirigió a la nena.

–Princesa– la llamé en voz baja.

Talló su ojito para terminar de despertarse y se apartó de mi marido para abrazarme ahora a mí, haciéndome sonreír.

–Monita...– la llamó él, mientras ella se acurrucaba en mi pecho, recibiendo cariñitos en su cabeza de parte mía –papi dijo una mala palabra, nena.

Se removió un poco para acomodarse, abrazándome con algo más de fuerza brevemente. Dejé un corto beso en su frente y finalmente habló.

–Lo sé– susurró con tranquilidad.

–Nosotros podemos decirlas si estamos a solas, princesa– le expliqué con gentileza.

–No debí decirla, bebita, lo siento– soltó mi esposo.

–Y tú no puedes repetirla, ¿okay, mi niña?– solté con algo de firmeza, pero sin cesar los mimos que le estaba dando en su cabecita.

–Sí, daddy– soltó ella casi al instante, para luego acurrucarse más en mi pecho, haciéndonos reír tanto a mi marido como a mí.

Definitivamente es el castigo indicado para mi niña.


Narra Julia

Aún me duele, y agradezco por primera vez que no me estén dando las palmaditas que suelen darme para arrullarme. El lado bueno es que accedieron a firmar el reporte, por lo que ya no tendré que mostrárselo a mi tía. Y después de haberlo hecho, me recosté con ellos de vuelta en su cama, recibiendo de su parte esos mimos que tanto había extrañado.

Papi me abrazaba por la espalda, dejando besos en mi cabeza de vez en cuando. Creo que intentaba dormir, pero no podía confirmar si su ojos estaban cerrados desde mi sitio. Ahí me surgió la idea de girarme, pero no para verlo, sino para acurrucarme en su cuello, y una vez lo hice; su abrazo se sintió aún más cálido.

–Mi nena– susurró para luego besar mi frente.

Daddy, por otro lado, recién había vuelto del baño. Apenas se hizo presente nuevamente en la habitación, escuché su risa, y pronto se subió a la cama. Creo que se sentó a mis espaldas, a la altura de las almohadas, o al menos eso me hacía sospechar la posición de su mano al acariciar mi cabeza.

Al poco tiempo comencé a escuchar una tercera voz, proveniente del teléfono de daddy. Rió a los pocos segundos y no tardé en deducir que se trataba de un TikTok.

JuliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora