Capítulo 43

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Narra Sebastián

–Okay, nena... papi y yo ya discutimos las reglas, ¿está bien?– le hice saber.

–Sí, así que no están a disposición de ningún cambio– agregó mi marido.

La pequeña nos miró con una ligera preocupación, pero no tardó en soltar un "okay" finalmente. Ambos le sonreímos, haciéndole saber que todo iba a estar bien.

–Muy bien, bebita... toma un color para escribirlas– le indiqué, y no tardó en obedecer... sino en encontrar el color que más le gustara.

Mateo y yo reímos ante su indecisión.

–¿Por qué no escribes una de cada color?– le sugirió él, y parecieron habérsele iluminado sus ojitos.

–¿Cuántas son?– preguntó sonriente.

–Son diez, nena– le hice saber, y finalmente tomó diez de los colores en el portalápices, acomodándolos después por su tonalidad sobre la mesa.

–¿Lista?– le preguntó Mateo, y asintió.

Mi esposo y yo nos miramos sonrientes, y finalmente comencé.

–Las primeras cinco son cosas que no puedes hacer, ¿okay, bebé?– comencé a hablar, y ella asintió nuevamente –La primera... no desobedeceré a mi papi ni a mi daddy– concluí mientras ella comenzaba a escribir.

Apenas terminó de escribir aquella oración, cambió de color y Mateo le indicó la siguiente.

No le alzaré la voz ni a mi papi ni a mi daddy– soltó él, ocasionando que la nena se encuentre al borde de las lágrimas.

Rápidamente acudí a donde se encontraba sentada, colocándome a su altura. Tomé su manita y acaricié su espalda como siempre hacemos para calmarla.

–Ay, bebita, tranquila...– la consolé sonriente, limpiando una lagrimita en su mejilla –sabemos que ya aprendiste esa lección y que no volverá a ocurrir. No tengas miedo de escribirla... sabemos que no volverá a pasar– finalicé mientras ella tallaba su ojitos.

–Está bien, daddy– me respondió en voz baja, soltando mi mano y dirigiéndose de vuelta a la hoja frente a ella.

No puedo evitar sonreír cada que me llama así. Mateo puso su mano en mi hombro derecho, e intercambiamos miradas, ambos sonrientes. Me enderecé y continuamos con el dictado.

–¿Lista?– le pregunté al verla intercambiar su lápiz por uno de otro color. Asintió limpiando una última lagrimita y continué –No diré malas palabras.

Esa fue corta, por lo que rápidamente cambió de color una tercera vez.

–La cuarta es... no le guardaré secretos a mi papi ni a mi daddy– soltó Mateo.


Narra Julia

Al escuchar a papi, no pude evitar pensar en el obvio secreto que les he estado guardando, y me puse nerviosa. Estuve a punto de escribirla, pero quise resolver antes una duda.

–Tengo una pregunta– solté insegura.

–¿Sí, mi amor?– me respondió papi.

Los miré, uno a la vez, y luego volví a mirar la hoja en la que estaba escribiendo.

–¿Qué pasa si... rompo una regla?– les pregunté.

Ambos se miraron mutuamente, y luego dirigieron su atención total en mi dirección.

–Puede ocurrir una de tres cosas, depende de lo grave que consideremos lo que hayas hecho– me explicó papi.

–¿Qué cosas?– pregunté nuevamente.

Daddy dió un par de pasos hacia adelante y comenzó a hablarme.

–Podría ser una advertencia... tiempo en el rincón, como la vez pasada...– dijo haciéndome bajar la mirada, en busca de la distracción que se estaba volviendo el jugar con mis manos –... o nalgadas, nena– terminó de hablar, firmemente.

Instintivamente los miré con preocupación, buscando consuelo en ellos, quienes me sonrieron con piedad finalmente.

–Tranquila nena, tú ya no te comportas mal...– me dijo papi, haciendo una corta pausa para luego mirarme de manera interrogante y continuar hablando –¿cierto?

Rápidamente comencé a asentir con la cabeza, haciéndole saber que era cierto lo que me decía.

Me sonrieron, pero yo ya no me encontraba tan calmada como antes. Ahora sabía que debía llevarme este secreto a la tumba.

Continué escribiendo finalmente, pero me sentía hipócrita haciéndolo. Al finalizar, cambié de color y escuché atentamente la siguiente regla.

No haré berrinches o rabietas– dictó daddy, y yo me dispuse a escribirlo sin ningún problema. Yo no hago berrinches.

Nuevamente intercambié mi lápiz por uno que no haya utilizado aún, y escuché lo que me dijo papi.

–Muy bien, princesa, esas fueron las cosas que no debes hacer, ¿crees que las puedas cumplir?– me interrogó, y no tardé en responder sin sacarme de la cabeza la idea de recibir nalgadas como castigo si es que no las cumplía.

–Sí, papi.

–Muy bien hermosa– me respondió con una sonrisa de orgullo –. Ahora siguen las cosas que sí debes hacer...– me indicó, preparándome para anotar –... siempre que rompa una regla, se lo diré a mi papi y mi daddy.

Mierda. Ya rompí dos.

Ahora estresada y nerviosa, continué anotando, repitiendo el proceso de los colores al terminar.

Le haré saber a mi papi y mi daddy si algo que hagan o digan me incomoda– soltó ahora daddy.

Okay, esa es fácil.

La anoté y me tomé un momento para contar cuántas llevaba escritas hasta ahora... aún me faltaban tres. Solo espero que ninguna sea sobre comer tres veces al día, no menospreciar mi cuerpo, o algo relacionado.

Cambié de color, y me preparé para escuchar la siguiente.

Siempre le diré la verdad a mi papi y a mi daddy– me dictó papi.

Puta madre, ya rompí tres.

Bueno, no sé si esa última cuenta. Al fin y al cabo, no les estoy diciendo que no tengo un problema alimenticio, simplemente no lo menciono, ¿no?

Escribí, dejé el color que utilicé en el portalápices, tomé un color distinto y miré finalmente a daddy, en espera de la siguiente regla a seguir.

Siempre le pediré permiso a mi papi y a mi daddy antes de ver una película de terror– me indicó sonriente.

Le sonreí de vuelta de manera nerviosa, y anoté la regla.

Nunca vean El Niño, no la recomiendo.

Finalmente, me preparé para la última regla. Ya solo quedaba un color a mi disposición, y me encontraba nerviosa por saber cuál sería. De verdad no quería estar rompiendo una tercera regla, si no es que cuarta.

Ambos se sonrieron mutuamente para luego mirarme manteniendo el gesto en sus rostros.

Siempre recordaré cuánto mi papi y mi daddy me aman– soltó papi.

No pude evitar sonreírles.

JuliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora