Capítulo 62

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Narra Julia

Daddy estuvo dándome mimos un rato, hasta que papi volvió a donde nos encontrábamos. Al ver la mirada de daddy dirigirse a él, yo también hice lo mismo con la mía, percatándome de que estaba colocando sobre la cama una botella de talco, una pomada y lo que más llamó mi atención; un pañal con estampado de caballitos de carrusel. Estaba casi segura de que era el mismo modelo que vi en su teléfono.

Estaba nerviosa, y creo que lo notaron porque papi tomó mis manos y las mantuvo a mis costados contra la cama, como buscando que no me pueda defender de los besitos que comenzó a darme, haciéndome reír ligeramente. Y en efecto, no pude zafarme de su agarre, ocasionando que daddy ría también.

–Ya déjala, amor, pobrecita– soltó aún riendo.

–okay, ya– respondió él, para finalizar con un suave beso en mi frente, tranquilizándome.

Una vez me soltó, daddy volvió a los mimos de un inicio, supongo que buscando distraerme de lo que pasaría a continuación.

Papi esperó a que estuviese prestándole mi total atención a daddy, para finalmente desabotonar y bajar el cierre de mis jeans. Me asusté, debo admitirlo, esto es nuevo para mí. Ambos notaron mi sorpresa y daddy tomó mis manos con las suyas, buscando distraerme con ellas.

–Sh, sh... tranquila, monita– soltó papi ahora bajando mi pantalón.

Cerré mis ojos y me aferré al agarre de manos de daddy. Para mi sorpresa, él soltó una de mis manos, pero pronto fue remplazada por Koda, haciéndome abrir los ojos nuevamente. Abracé a mi peluche contra mi pecho, mientras, papi terminó de quitarme los pantalones, para ahora dirigirse a mi ropa interior.

Miré a daddy, quien no tardó en dirigir su total atención a mí, haciéndome un pequeño masaje en las mejillas que, una vez papi tomó mi ropa interior por los costados, finalizó en un beso esquimal que correspondí.

Pronto ya me encontraba semidesnuda, con nada más que una camisa cubriendo la mitad de arriba de mi cuerpo. Papi se apartó un momento para tomar el pañal y desdoblarlo, luego lo deslizó debajo de mi trasero hasta quedar a la altura idónea. Seguía nerviosa, y buscando consuelo en su mirada, dirigí la vista en su dirección, encontrándome con una enternecida sonrisa de su parte que, hasta cierto punto, me conmovió. Miré a daddy, tenía una sonrisa de oreja a oreja que no lograba ocultar. Ellos genuinamente querían hacer esto, de verdad tenían ganas y quién sabe desde hace cuánto tiempo.

Ahora mismo, yo estaba siendo la causa de sus sonrisas, estaba haciéndolos felices.

Ya no estoy nerviosa, ya no necesito que me distraigan, quiero que disfruten este momento tanto como sea posible.

–Papi, daddy– solté, dándome cuenta de que el chupete eventualmente me complicará pronunciar la "s".

–Ya casi termino, bebé, tranquila– me respondió buscando consolarme, supongo que creyó que seguía nerviosa.

–Sh, sh, aquí está daddy, nena– agregó ahora el otro acariciando mi nariz de arriba hacia abajo.

Papi parecía ahora querer darse prisa, como preocupado de que yo comenzara a llorar.

–No esh esho– respondí, llamando su atención sonrientes.

–¿Qué tienes, bebita?– me preguntó daddy parando su movimiento.

–¿Estás bien?– soltó papi, quien estaba a punto de colocarse pomada en su dedo índice, pero se detuvo.

Los miré unos instantes, sonriéndoles levemente, contagiándoles el gesto.

–Losh amo– solté sonriente, enterneciéndolos.

–¡Mi niña!– exclamó daddy para luego bajar mi cabeza de sus piernas, colocándola sobre la cama y apartándose con el fin de poderse acercar a darme besos en las mejillas.

–También te amamos, bebita... creí que te estabas estresando– me respondió papi, y le negué con la cabeza –. Entonces... ¿puedo tomarme mi tiempo?– me preguntó casi suplicando, haciéndome reír a mí y carcajear a daddy. Le asentí y él se mostró feliz en respuesta.

Volvió a tomar la pomada con sus manos y dejó salir un poco en dos dedos de su mano derecha. Me miró interrogándome, estaba lista y se lo hice saber con una sonrisa que no dudó en devolverme. Pronto comenzó a esparcirla, estaba fría y me removí un poco, pero les hice saber que era por la temperatura, pues tenía miedo de que creyeran que ya no quería continuar.

–Ya está...– soltó papi sonriente al finalizar –... ahora tu talco, nena– agregó tomando la botella sobre la cama.

Alzó mis piernas y dejó caer una buena cantidad sobre mi pañal, después me bajó y continuó dejando caer sobre la parte frontal.

–Mi monita va a oler a talco el resto del día– soltó daddy dejando un beso en mi frente, haciéndome reír.

Papi al finalizar, dejó la botella de nuevo sobre la cama, y tomó el pañal debajo de mí por la parte frontal, llevándola hacia arriba y bajándola en mi cintura. Colocó sus manos en los bordes de la parte de abajo, jalándolo hacia arriba y luego repitiendo el proceso con la parte frontal, para acomodarlo. Terminó pegando las cintas en sus respectivos costados, ajustándome el pañal en el proceso, y dando dos pequeñas palmaditas sobre él para luego tomar el talco y la pomada y devolverlos al mueble de donde los sacó.

–¡Muy bien, hermosa!– me felicitó daddy, quien no dudó en ponerse de pie con una sonrisa y tomarme en sus brazos para luego cargarme.

Se sentía raro, pero no "raro mal", sino "raro fuera de lo común". Cuando me cargan siempre colocan su mano en mi muslo, pero esta vez daddy la puso sobre mi pañal. No piensen que me molestó, fue lindo, sentí que me protegía, y no dudé en recostar mi cabeza sobre su pecho.

–Aww, mírala, amor– soltó hablándole a papi, quien no tardó en acercarse con nosotros.

–Mi princesita– respondió él en un susurro, haciéndome sonreír.

JuliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora