Capítulo 2

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GIA

Llego a casa y voy directamente al despacho de mi padre. Golpeo con mis nudillos dos veces y escucho su profunda voz.

— Entra Gianna.— Siempre me ha gustado la manera en que sabe quién es cada uno que toca su puerta, da igual si es la abuela, mi hermano, mi hermana, mamá o un guardia.

— Hola padre. —Me mira seriamente y veo ira en sus ojos y sé por qué está así, me paso el tiempo en misiones de la familia o con mis amigas cumpliendo misiones secretas, y eso no lo tiene muy feliz.

— ¿Así vas a saludar a tu padre después de no verle la cara en un mes?.— Veo como un lado de su boca se levanta lentamente y sé que lo tengo en mis manos, me acerco y lo abrazo.

Me sostiene en sus brazos y me da un beso en la cabeza.

— ¿Y ahora, estás contento?— Me mira con sus ojos oscuros y me suelta.

— Sí, espero que la próxima vez, no tenga que pedirle a mi hija que me salude como se debe y menos cuando estamos en privado.— Nadie fuera de esta casa sabía hija de quién era, por lo que mi padre y yo no coincidíamos fuera de esta casa, por mi seguridad y porque en este mundo ser una debilidad para alguien, es la Meca de todo.

— Bien, lo tendré en cuenta.— Lo digo seriamente y él sonríe, porque sabe que eso lo he heredado de él, la seriedad y las sonrisas escasas.

— Voy a ir al grano, eres mayorcita para andarme de puntillas contigo, sabes que aprecio tu trabajo, no solo como mi hija, sino que te considero como un soldado más entre los que tengo y no solo eso, eres mi mayor orgullo junto a tu hermano. Te hace más especial porque nadie sabe de tu existencia, siento haberte escondido tanto tiempo...— Estas últimas palabras me alteran el corazón, pero mantengo la calma, siempre debo estar preparada, me han hecho para este mundo. 

La relación que tengo con mi padre es complicada, a veces nos llevamos bien y a veces siento que no soy más que algo que algún día se deshará de él, y nunca me volverá a mirar.

— Sé que has oído los rumores de que quiero que te cases, me gustaría que no fuera así, pero mi mundo no se rige por lo que uno desea, si no que se rige por matrimonios de conveniencia. Esos son lazos que crean sangre y herederos, por lo tanto,  lealtad.— Se crea un silencio en toda la sala y cuento hasta cinco antes de responder, porque una cosa era oír rumores y otra es que no solo tu padre sino que el Capo te dé una orden.

— Lo sé,  yo también me rijo por el deber, la lealtad, el esfuerzo y la familia. Si es lo que deseas, así lo haré.— Abre un poco los ojos y vuelve a su postura rígida, le brilla la cara de orgullo, lo sé.

— Quiero que sepas que lo hago por tu seguridad y por la familia, eres mucho para cualquier hombre de este mundo. Eres joven, guapa y una mente implacable. Por eso mismo, quiero presentarte en sociedad en dos días.— Y una mierda y lo hace por mi seguridad, sus intereses son lo primero, eso lo aprendí desde hace tiempo. Me quedo petrificada por la repentina información, así que tomo varias respiraciones antes de darle lo que quiere.

— En dos días será, padre. Solo tengo una petición, como tu hija me gustaría gozar de un privilegio.— Padre, estira los brazos sobre su escritorio y entrelaza las manos. Asiente para que siga hablando.

— No solo me gustaría presentarme como una candidata para esposa, sino como un activo en la familia, sé que es complicado por mi posición, siendo mujer no voy a ser aceptada en todo. De veras podría aportar muchas cosas en cualquier matrimonio que decidas, solo quiero que esta condición se pueda presentar ante mi futuro esposo.— Mi padre me clava la mirada y siento un leve sudor por mi frente.

Srta.Mc MillanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora