Capítulo 52

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ALESS

He dormido durante 3 horas y en esas tres horas, solo hago que soñar con la chica que ha salido corriendo de mi habitación, siento que son fragmentos de mi memoria y eso me confunde muchísimo más.

No voy a ignorar mi memoria, pero necesito una ducha. Cuando estoy entrando al baño, escucho mucho alboroto en la casa, así que me pongo un chándal y me dirijo al piso de abajo. Me cuesta andar, pero me niego a no enterarme de qué está pasando.

Está la enfermera de antes con Darío, Luca con otra mujer que tampoco conozco, todos los guardias rodeando un cuerpo en el suelo. También está Alec Coppola, no sé qué hace en mi casa, pero está más mayor que la última vez que lo vi.

Nadie me nota llegar, porque solo se están gritando.

— Has vuelto a cagarla Alec, esta vez no vas a escapar de tu castigo, si a los herederos o a Gianna, les pasara algo, estás muerto para Aless.— Grita mi hermano empujando a Alec.

— ¿Qué herederos?— Pregunto y todos se giran hacia mi.

— Mierda.— Sisea Darío y mi mente empieza a unir piezas que había soñado. Mi cabeza empieza a palpitar y aparecen imágenes de un tatuaje de tres runas, aparecen tres niños idénticos... Empiezo a marearme y me agarro a la puerta. Darío, Luca y Roko se acercan a mí, pero levanto la mano, necesito respirar. Ellos paran y cuando abro los ojos de nuevo, están parados enfrente de mí.

— ¿Tengo hijos?— Pregunto y mi corazón se encoge.

— Sí.— Dice la chica que no había visto hasta ahora.

— Y aquella mujer...— Antes de terminar la frase, me vienen flashes de aquella morena y yo en un altar, de cómo le pongo un anillo y cierro los ojos para ver con más claridad, pero rápidamente se esfuman los recuerdos.

— Gianna es tu esposa.— Vuelve a hablar esa mujer y me agacho para sentarme en las escaleras.

— Cállate Benelli, le estás jodiendo la puta cabeza.— Dice Darío.

Cierro los ojos y me acaricio la frente, como si así pudiera recuperar mi memoria y aliviar el dolor insoportable que siento en el cráneo.

— ¿Hija de quién es Gianna?— Pregunto lentamente antes de que les quite una pistola y los asesine a todos por no haberme dicho nada.

— Es mi hermana.— Esta vez habla Alec y levanto la vista hacia él.

— Tú solo tienes una hermana y se llama Sofía.— Confirmo mirándolo, esperando que me diga que es una broma.

— Mi hermana estuvo fuera de la familia, es una larga historia, pero es tu esposa y han pasado muchas cosas.— Dice con una voz muy segura.

Levanto la mirada a mi hermano y este asiente.

— ¿Y alguien me puede decir, dónde está mi supuesta mujer y mis supuestos hijos?— Pregunto lentamente, me duele el pecho, me arde... Si yo me he casado y tengo herederos, puede decir que padre ha fallecido. Nunca quise casarme hasta que sea muy necesario y necesario quiere decir que yo me haya convertido en Don...

— Se han ido.— Contesta mi hermano. Me pondré manos a la obra con esta información, pero necesito que me confirmen lo que mi corazón necesita saber.

— ¿Y padre?—  Todos se quedan quietos y tengo la respuesta en mis narices.

— Muerto.— Dice Luca, siento la verdad de su voz hasta los huesos.

Los fragmentos vuelven y son tan reales que siento que estoy lleno de sangre y mi padre muerto a mi lado. Respiro una y otra vez, pero el oxígeno no llega a mis pulmones. La enfermera de antes, se acerca y pone sus manos en las mías.

Veo como Darío da un paso, pero Luca lo agarra del brazo y lo frena.

— Respira Aless, necesito que respires conmigo, estás un poco débil y tu mente debe estar confundida, pero es buena señal que tengas emociones por cualquier recuerdo.— La miro a los ojos y en mi cabeza aparece esta misma mujer abrazando a esos tres niños.

Respiro con ella y cuando estoy estable, le suelto las manos y me levanto.

— Necesito mis recuerdos, por lo tanto, necesito que me contéis todo lo que sabéis de mí.

Todos me miran y nadie habla.

Me miro las manos y no llevo el anillo del Don, mis ojos se disparan a las manos de mi hermano y le ordeno.

— El anillo, así podéis empezar a obedecerme.

Y así es, recupero el supuesto poder que recae sobre mí y escucho durante horas todos los acontecimientos más importantes de mi vida. Cuando llegamos a la parte en la que deben hablarme de mi mujer, mi cabeza palpita demasiado.

— No. Eso, quiero que me lo cuente ella, ¿dónde está?— Pregunto y responde Darío.

— Está en su isla y no eres muy bienvenido por allí, tiene un ejército custodiando toda la zona, es impenetrable.— No pienso preguntar por qué tiene una isla...

— ¿Mis hijos están allí con ella?— Cuestiono curioso.

— Sí.— Responde mi primo.

— Entonces, dame las coordenadas, en dos horas salimos.— Me voy a levantar y la puerta se abre con la presencia de Mauro, mi mejor amigo.

Nos saludamos y me cuenta que debe hablar con Gianna, mi cabeza no me permite estar más y lo dejo en manos de mi hermano y me retiro a mi cuarto. A penas estoy llegando cuando escucho un teléfono sonar en mi mesita de noche.

Lo cojo y hablo.

— Habla Alessandro.

— Hola, me han dicho que has perdido la memoria y que necesitas mi ayuda.— Carina. Su voz me irrita y mis sentidos se activan ante sus palabras.

— No hace falta, estoy bien.—  No logro recordar el motivo por el que nos separamos y el hecho de que esté casado es más que una buena razón para que Carina se quede en segundo plano.

— ¿No quieres que venga?— Sigue hablando y quiero arrancarme las orejas.

Cierro los ojos y respiro lentamente. Carina es la hija del gobernador de Italia, nos conocimos en una cena donde su padre y el mío estaba tratando de no matarse, nos pareció divertido y así es como empezó nuestra relación; sin ser exclusiva ni oficial, pero si hubo interés por ambas partes, ya que nuestra unión solucionaría muchas cosas entre el gobierno y la mafia.

— No vengas, estoy bien.—  Digo duramente, no necesito otro drama ahora.

— Fuimos muy amigos, Alessandro, déjame ayudarte, te debía un gran favor.— Me empieza a pinchar el pecho y la despido diciéndole que si llega aquí antes del amanecer, estará bien, si no que no hace falta que venga.

Me voy al espejo y me quito la gasa que tapa toda mi herida. Mis ojos se abren un poco cuando al lado de los puntos está el nombre de Gianna. Si que debe ser importante para mí, si me tatué su maldito nombre como un hombre de las cavernas.

Vuelvo a la cama, me tumbo y dejo que los fragmentos me inunden la mente, necesito recordar.

Me acabo desmayando por el dolor de cabeza.

Srta.Mc MillanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora