Capítulo 42

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GIA

— ¿POR QUÉ COÑO TE METES EN EL TRABAJO DE JOE? — Levanta la mirada hacia mí y vuelve a su móvil, el hijo de puta.

— ¿QUÉ TE HA HECHO? DEJA DE JODER ALESSANDRO.— Grito furiosa y Aless estira su mano hacia mí y en un segundo estoy tumbada en la cama, con su cuerpo encima.

— Follarse a mi mujer, eso es lo que ha hecho y ha hecho que me grites por su culpa, cuida tu tono Gianna.— Siento como mi respiración empieza a ser irregular y mi enfado aumenta.

— Suéltame. Pensaba que podíamos ser amigos, pero solo sabes joder con todo.

— Cómo vuelvas a decir la palabra "amigos" y la relaciones con nosotros, la que será jodida eres tú.— Estoy tentada a decirlo, pero me aguanto y me callo.

— Suél- ta-me.— Sus manos se cierran más contra mis muñecas y acerca su cara a mí, sus ojos empiezan a oscurecer y yo no caigo en su manipulación.

— Voy a dejarlo tan pobre que no podrá ni mirarse al espejo, porque no tendrá uno. Le quitaré hasta el último centavo para que te odie por tener un marido tan posesivo y celoso, entonces, solo entonces, sabrás que el dinero no lo es todo, lo es el poder.

— Me importa una mierda, Aless. Estás loco si crees que por eso iba a dejar a Joe.

— La que está loca eres tú, vuelve a quedar con él y verás cómo voy a repartir su cuerpo en una cena benéfica para pagar su funeral.— Su voz es grave y su respiración me está azotando la cara.

— Te arrepentirás de esto, Alessandro De Marchetti.— Digo su apellido con odio.

— Cuidado, Gianna, hasta donde yo sé, sigues siendo una De Marchetti.— Y baja más su cara a mí.

— Pronto te llegarán noticias de cuál es mi apellido.— Le informo.

— ¿Qué harás Gianna? ¿Enviarme el jodido divorcio? Haré que la cabeza de ese cartero te llegue en una caja bonita de regalo. No juegues conmigo.

— Me prometiste el divorcio.

— ¿Quieres casarte con él? ¿Con un niño rico?— Su mano va a mi entre piernas y me acaricia. Siento calor en cada una de mis células, Aless y yo siempre hemos sido como el fuego y la gasolina.

Jadeo en sus labios y Aless pierde el control, suelta mis manos y agarra mi pelo, choca sus labios con los míos. Siento sus labios húmedos y agresivos luchando contra los míos, siento como su lengua se envuelve con la mía, su mano agarra más fuerte mi pelo y la otra mano, me está desabrochando los pantalones. Su boca baja a mi mandíbula y deja duros besos por todo mi cuello, me chupa en el hueco que sabe perfectamente que me hace perder la cordura. Su mano está en mi sexo, estoy húmeda y deslizante. Me baja los tirantes y mete su cabeza entre mis pechos, me muerde un pezón y grito, suelta su mano de mi pelo y me mete dos dedos en la boca y los desliza hasta la campanilla, para que ahogue mis gritos.

— Cállate, no seas una perra ahora, nuestros hijos apenas están a dos puertas. ¿O quieres que sepan lo zorra que eres?— Eso me pone más caliente y le muerdo los dedos.

— Mmm, muerde todo lo que quieras, no vas a dejar de ser una zorra por haberte follado a otro. Te odio por eso, Gianna, diste lo que es mío a otro y que Dios lo bendiga si lo encuentro.— Gimo mientras me mete dedos en mi coño caliente, Aless siempre ha sido un posesivo, pero nunca le había dado motivos, ahora que los tiene, me encanta.

Saca sus dedos de mi boca y me vuelve a besar enfadado, su pelo está despeinado por mis manos y su camisa apenas es camisa. Mis manos van al cinturón de sus pantalones y lo empiezo a desabrochar. Se separa de mí y saca sus dedos de mi coño.

Srta.Mc MillanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora