Capítulo 45

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GIA

Escucho pasos por el pasillo, miro el móvil y ya son las seis de la mañana. Son los pasitos de mis bebés. Me levanto y abro la puerta para ver qué traman.

Veo a Gatling luchando contra Adriano para ponerle los zapatos, me río y los cuatro levantan la mirada hacia mí.

— ¿Qué hacéis?— Están vestidos y llevan una mochila cada uno.

— Alessandro me ha dado vía libre para secuestrar a mis sobrinos y pasar el día con ellos en casa de Luca, y obviamente me los llevo.— Me informa divertida.

— ¿Tan temprano?— Mientras los niños se acercan a darme un besito de buenos días.

— Sí, iremos a entrenar y luego ya veremos que se nos presenta durante el día.

Miro a mis hijos que ya están bien despiertos.

— ¿Tenéis ganas de iros con la tía Gat?

— Sí, también estará el tío Alec.— Me informa Ares.

— Entonces, id a disfrutar y pasadlo bien, os quiero.— Les doy mil besitos en la cara a cada uno de ellos y logran escaparse de mí porque Gatling me los arranca de las manos.

Escucho como bajan y se despiden de Alessandro, me asomo por las escaleras y está tomando un café con su tableta en la mano.

Me doy una ducha rápida y me pongo a trabajar y aprovechar el día.

A las 15:00 tocan a mi puerta y es Roko que me trae una bolsa de comida y una caja con un lazo.

Abro la bolsa de comida; sushi y fideos de mi restaurante favorito en Las Vegas. Hay una nota al fondo.

"Come, quiero que tengas energía para hoy

-Alessandro."

Me río de su letra fea y dejo la comida encima del tocador. Coloco la gran caja encima de la cama y la miro; es de color negro con un lazo rojo. Desato el lazo y abro la caja y mis ojos quieren salirse de sus cuencas.

Dentro hay unas botas altas de cuero, con un vestido negro, corto y diminuto, y también hay unos guantes negros. Todo de Prada, mi marca favorita y solo Aless se atrevería a comprarme algo tan corto y atrevido. Hay una caja de terciopelo, cuando la abro tiene un juego de joyas de diamantes; pendientes, muñequera, collar y mis anillos de bodas.

Toco todo con cuidado y recuerdo como éramos antes. Aless me mimaba muchísimo, pero nunca había hecho esto... Me siento rara, siento que todo llega tarde, siento que si lo hubiera hecho hace 4 años, caería rendida a sus pies.

Procedo a comer y dejar de pensar tanto, cuando termino me doy una ducha, me seco el pelo, me lo plancho y me maquillo un poco más de lo normal. Me meto en el vestido apretado y las botas, voy al espejo a mirarme y me quedo embobada, ¡me encanta! Estoy sexy y caliente. Añado mis joyas y dejo los anillos en el tocador. Me pongo perfume y me pinto los labios. Lista.

Son las 16:50 cuando abro la puerta y empiezo abajar las escaleras, entonces veo a Aless. QUÉ MALDITO ALESS. Lleva unos pantalones negros, con un jersey del mismo color y se le ven un poco los tatuajes del cuello. Lleva el pelo peinado con gomina y en el brazo colgando una chaqueta de cuero y en la otra una gabardina para mí.

Levanta hacia mí la mirada y silba.

— Sabía que tenía un buen gusto en la ropa, pero ni de lejos sabía lo bien que te iban a quedar, estás muy guapa.— Me guiña el ojo y acabo bajando las escaleras.

— Tú podrías estar mejor.— MIENTO, Aless no puede estar mejor, solo está mejor desnudo.

Se acerca y me da un beso en la mejilla, coge mis manos y besa los dos dorsos. Siento cosquillas, Aless no besa el dorso de la mano de nadie, dice que él ha nacido para que se las besen. Siento calor en mis mejillas y él sigue mirando mis manos, sé lo que está mirando, la falta de los anillos pero no dice nada y me guía al garaje.

Desde que Aless me encontró, su anillo de bodas siempre ha estado en su dedo, me pregunto si en esos cuatro años se lo quitó...

Abre el maletero de su Audi y saca un ramo de flores, rosas rojas. Le está poniendo más ganas de lo que pensaba. Me las pasa y me abre la puerta del coche, entro con el ramo y me siento oliéndolas.

— ¿A dónde vamos?— Pregunto curiosa.

Srta.Mc MillanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora