Capítulo 67

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GIA

Mis pies corren por la mansión de los Russos junto con Aless y Luca, mientras Mauro da órdenes por su teléfono.

La realidad me ha pegado duro al saber que Ben o AK son las traidoras, pero en el fondo de mi corazón siento que es mentira, espero que sea mentira y quiero que sea mentira. Necesito que esto sea una pesadilla, un mal sueño que tan solo el de arriba me esté tomando el pelo y jugando con mi cabeza.

No podría perdonarme si he estado dejando a mis hijos con la traidora.

Cuando nos acercamos a la puerta, todos nos mantenemos en silencio y escuchamos. Todos estamos armados y cuento con los dedos: 3, 2, 1 y Aless tira la puerta de una patada. Dentro está Ben y Ak apuntándonos, sus caras son de concentración máxima y detrás de ellos están los niños, pero eso no es todo, hay alguien más en la habitación.

— ¿Qué hacéis? ¿Estáis dementes?— Pregunta Ben confundida.

— Bajad las armas. Dejadlas en el suelo.— Dice Mauro.

Benelli y Ak bajan las armas, y siento un gran alivio.

— ¿Qué está pasando?— Cuestiona Ak.

— Sacad a los niños.— Ordena mi marido. — No lo voy a volver a repetir, tenéis tres segundos antes de que os vuele la cabeza. Ahora.

Ben me mira y yo asiento, se abren paso a mis hijos, y allí está la persona que buscábamos y nadie esperaba.

— ¿Sofía?— Mi mirada va a su mano, tiene un cuchillo en el cuello de Adriano.

Mis lágrimas amenazan mis ojos, pero agito mi cabeza, necesito estar lúcida.

Ben y AK sacan a Ares y a Massimo.

— ¿Pero qué carajos haces?— Le grita Ak a mi hermana pequeña.

Miro la cara de mi hijo retenido por su propia tía y quiero pensar que esta es la última vez que mis niños vayan a estar amenazados por un familiar.

— ¿Por qué la habéis dejado pasar?— Pregunta Luca apuntando donde todos lo estamos haciendo.

— Es su maldita tía, ¿cómo querías que dudáramos de ella? Sois una familia de chiflados.— Responde Ben.

AK y Ben intentan coger sus armas, pero niego con la cabeza.

— No estoy jugando, si os atrevéis a disparar, tengo tiempo para rajarle el cuello a este pequeñín.

Tiene al niño equivocado, si fuera Massimo o Ares, podría pensar que no pueden escapar de sus garras, Massimo se pone nervioso y Ares es muy impulsivo, pero ha escogido a Adriano, siendo tan pequeño puede doblarte la mano y romperte un par de huesos, es el más calculador de los tres. Miro su cara, y está serio, no tiembla ni llora, está concentrado y mirándome a los ojos, mientras sus hermanos están detrás de mí.

— Tranquilos, no le va a pasar nada.— Les digo a mis otros dos hijos.

— La mataré.— La voz de Ares, hace que un escalofrío pase por mi espalda, y Aless me mira con los ojos como platos. Es la primera vez que uno de ellos amenaza de esa forma, no sé si sentirme una buena o pésima madre.

— No te muevas, Ares. Es una orden directa.— Le digo con voz dura.

— ¿Por qué haces esto?— Pregunta Aless a mi hermana.

Sofía se mueve hacia la pared del fondo, arrastrando con ella a Adriano.

— Yo era la que tenía que casarse contigo, yo era la puta escogida. Estuve tanto tiempo preparándome para el maldito heredero del Don, mi padre me daba palizas para que fuera perfecta para ti. Tuve los mejores tutores privados, la mejor educación posible para estar a la altura del gran Alessandro De Marchetti.

Srta.Mc MillanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora