GIA
Cuando estaba en el coche, me llegó un mensaje de emergencia de casa. El jefe de seguridad de mis hijos me dijo: "Estamos rodeados, todas las salidas bloqueadas, probablemente te estén siguiendo a ti también. Estoy al 95% de que son los italianos. Danos una orden y ejecutaremos lo que desee."
Le contesté lo más sabia que pude y le dije: "No muevas ni un dedo, quedaros en la habitación de los niños, si alguien que no sea Benelli ni yo abre esa puerta, dispara a matar. Estoy de camino."
Avisé a Benelli y fuimos a casa como si nada, preparé rifles en las ventanas y me cambié de ropa.
Cuando lo vi intentar pasar con Luca y Darío, mi corazón empezó acelerar, tenía más barba que antes, estaba más mayor pero más guapo...
Supe que debía hacer lo correcto, cuando Mauser me pidió tiempo para llegar a nosotros, estábamos solas. Y mi entretenimiento eran los niños, Aless sabía que tenía a alguien aquí escondido y no iba a irse hasta verlo, pues toma. Mientras tanto, Mauser y Gatling están llegando con refuerzos a noquear a sus soldados de afuera.
Conozco a Aless y veo remordimiento y juraría que también miedo en sus ojos, no ha hablado en todo el rato que los niños han estado con nosotros.
Hoy va a ser el día de las verdades, así que vamos a por ello.— Alessandro, eres consciente de que no vas a matarme y de que no me voy contigo, ¿verdad?—Sus ojos se clavan en los míos y solo siento odio hacia la persona que algún día significó algo para mí.
— Son míos y no me lo dijiste.— Encima tiene los huevos de echarme algo en cara.
Benelli se levanta e intenta llevarse a los otros cabrones.
— Luca y Darío, vamos a por un par de copas o quizá a pegaros un par de tiros, lo que me apetezca más.— Obviamente lo hace para darme espacio con Aless a solas y se lo agradezco.
Cuando estamos a solas, Aless no me quita la mirada de encima.— ¿Por dónde quieres que empiece?— Le dejo vía libre.
— Dime que no son del tío con el que te has comido la boca esta noche y dime que son míos, empieza por ahí.— ¿Celoso? ¿En serio? Qué patético.
— Son tuyos, no hace falta una prueba de paternidad, solo con mirar sus ojos y su carácter sabes que son tuyos.— Suspira fuerte, no sé si estuviera nervioso o le quitase un peso de encima.
Se queda callado hasta que yo vuelvo a hablar.
— ¿Sigues pensando que soy la asesina de tu padre?— Aparta la mirada de mí y se toca el anillo.
— No lo sé.— Vaya, antes era un "sí" rotundo y ahora un "no sé".
— ¿Así que piensas que podría embarazarme de ti mientas planeo la muerte del abuelo de mis hijos? ¿Así funciona tu retorcida mente?— No tiene los huevos de responderme. — Bueno, pues ahora te contaré la verdad de todo, espero que estés preparado.
Él asiente como un niño pequeño que le están echando bronca.— El día que murió tu padre, me levanté vomitando y cuando fui a desayunar volví a echarlo todo. Vi la fecha que era y sabía que mi período se había atrasado, así que me fui directa a una farmacia, compré 4 pruebas de embarazo y me las hice en un baño de una cafetería porque no me aguantaba las ganas de poder tener un bebé contigo.— Sus ojos se suavizan y vuelvo al ataque.— Me acuerdo de que estaba nerviosa y tiré las pruebas, prometiéndome que iba a ir primero a un médico antes de darte la noticia.— Agacha su cabeza y las pone entre sus manos.
— ¿Por qué cuando te retuve y peleaste con 8 hombres, no me lo dijiste?— Pregunta con voz suave.
— Porque creí que me amabas y que teníamos confianza.— Levanta la cabeza para mirarme y la vuelve agachar, y sigo hablando. —Cuando llegué a casa, no había guardias fuera y eso me hizo pensar que podríamos estar bajo ataque, así que fui a mi despacho y me armé.— Vuelve a levantar la cabeza hacia mí y se echa para atrás para apoyar su espalda en el sofá y cierra los ojos.— ¿Sigues sin creerme?
ESTÁS LEYENDO
Srta.Mc Millan
RomanceTodos los derechos reservados en el Registro de la Propiedad Intelectual. Libro I de la serie THE7. Gia, siendo la hija del capo de Miami de La Cosa Nostra, regresa después de pasar una vida llena de peligro y entrenamiento en Rusia, obligada a hon...