Capítulo 17

10.1K 670 38
                                    

GIA

No sé qué le pasa a Alessandro con Gatling, no es receptivo con ninguna de ellas, pero a Gatling la tiene en el ojo del huracán y no quiero que le haga daño. Alessandro es calculador y observador, y si ha dicho de matarla, no lo dudará si tuviera la oportunidad.

Lo sigo y veo que se está preparando una copa. Cuando acaba, sin mirarme, me habla.

— Prepara las habitaciones para los chicos si no quieres que se follen a tus amigas.— Me aguanto la risa porque es más probable que algunas de ellas se los follen.

— No te preocupes por ellas, pero podemos buscar un sitio donde puedas dormir tú.— Ahora su atención está en mí y gira su puta cabeza de lado como lo hace siempre. Parece un loco cuando hace ese gesto.

— No espero dormir en otro sitio que no sea tu habitación Gianna.

— Entonces, dormiré con alguna de las chicas.

— Gianna, creo que no me entiendes... Voy a dormir donde tú duermas, no pienso perderte de vista.— No pienso acatar eso.

— Aún no estamos casados Alessandro, no podemos dormir juntos.— Me mira confundido.

— No he dicho que vaya a follarte, supongo que si no soy lo suficiente para ser "amado" por ti, no eres lo suficiente para ser follada por mí.— Eso último lo ha soltado con maldad y como estoy agotada, me voy a mi habitación.

Abro la puerta y está detrás de mí, qué maldita pesadilla. Se sienta en la silla de mi tocador y se quita las botas, se quita la camiseta y siento que la habitación se hace pequeña y no tiene aire. Todos sus tatuajes, desde el cuello, los brazos hasta su cintura, en tinta oscura. Sus pectorales apretados y un abdomen para rayar queso, mmm. Se desabrocha los pantalones cargo y siento que debo suspirar si no quiero desmayarme por no inhalar oxígeno. Él no me presta atención, mientras yo me lo como con la mirada. Se baja los pantalones y esto se pone peor,  desde los muslos hasta los tobillos tatuados, todos sus tatuajes son de la mitología romana; tiene dioses, templos, monstruos y mitos por todas partes. Cuando se gira a dejar la ropa en el tocador, veo su espalda y necesito moverme urgentemente. Una espalda ancha e igual de tatuada, por el bóxer no puedo ver si tiene el culo tatuado, pero apostaría mi brazo bueno a que sí.

Cuando dejo de prestar atención a la obra maestra que tengo delante, mi mirada va a su entrepierna y rezo para que sea team carne¹, porque si esa carne es team sangre², estoy jodida.

Mientras me pierdo en su cuerpo, olvido que está presente y cuando mis ojos vuelan a su cara, él ya me está mirando.

— ¿Te gusta algo en concreto?— No se está burlando, parece una pregunta seria y no sé realmente si hay algo que no me guste.

— No.— Miento.

— Me gustas más cuando eres honesta.

— Entonces, te gusto... Un dato interesante, Alessandro.— Él me ignora y se va a sentarse a la cama.

Llevo una camiseta de tirantes sin sujetador, con la que puedo dormir, pero ¿pantalones? Imposible. Me bajo los leggings lentamente mientras él me mira y me quedo en un tanga de hilo. Se pasa la lengua por los labios y me acerco al otro lado de la cama, me tumbo y apago las luces.

Siento como se acomoda, y como estoy herida, he decidido dormir boca arriba. Siento su calor en mi brazo izquierdo, su respiración y cómo mantiene las distancias. Me acerco un poco más, porque quiero ver como reacciona. Nada, me ignora totalmente, me rindo con este juego y me quedo KO en 5 minutos.

Cuando abro los ojos y miro el reloj, son las 6 de la mañana. Noto mucha calor en mis piernas, miro hacia abajo y literalmente ahogo un grito. Estoy boca abajo y Alessandro está en la misma posición, solo que su almohada son mis nalgas. Probablemente esté respirando de mi raja, DIOS MÍO. No sé si estoy avergonzada o estoy cachonda. Intento salir de la cama y quitarme a Aless de mis piernas.

Escucho como gruñe y su mano vuela a mi nalga derecha y la agarra fuerte.

— Deja de mover tu culo en mi cara, a no ser que quieras que me lo folle.— Gimo por su voz ronca y meto la cabeza en la almohada.

— ¿Por qué no me respondes? ¿Me estás dando permiso a que reviente este pequeño ano?— Y noto como su mano está tocando mi coño desde atrás. — Gianna, son las seis de la mañana y estás empapada.— Mientras dice eso, coge mi excitación y la extiende hasta mi ano.

Estoy jadeando en la almohada e intentando ser racional por una vez en mi vida, cuando en menos de dos segundo, me coge las caderas y me pone en cuatro. Escucho como gruñe, pasa su mano por mi espalda, introduciéndola en mi camiseta ligera y llega hasta mi nuca, donde da un apretón y vuelve a bajar su mano lentamente haciendo ese recorrido por mis costillas y sigue por mi ombligo. Luego, sus manos desaparecen y siento como se mueve detrás de mí, tengo su respiración en mi coño. Me da un lametón largo y tendido hasta la raja de mi culo. Sus manos no dejan de amasar mis nalgas y yo no hago más que gemir como una puta necesitada.

Srta.Mc MillanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora