Capítulo 63

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ALESS

Después de duchar a mis niños junto con Gianna, bajo a ver a Darío.

Está sentado fuera fumando, Darío odia el tabaco, no le gusta, así que debe estar jodido para que fume.

— ¿Tienes uno para mí?— Levanta la mira y me pasa un cigarrillo.

— Puedes casarte con quien quieras, eres un Capo de La Cosa Nostra, nieto de un De Marchetti y primo del Don, ¿por qué te estás complicando con Colt?— No me mira y sigue fumando.

— No puedo casarme con quien quiero, ella no me quiere, su familia la ha vendido desde pequeña, no me digas que puedo casarme con quien quiera, porque es mentira.— Empezamos fuerte, a la defensiva total.

— Ahora la debes dejar ir, tenemos un problema más grande y luego podremos ver qué hacer con este tema.

— No vas a hacer nada Alessandro, no es de tu incumbencia, como no lo fue allí dentro.

— No puedes ponerte celoso, porque permita que Benelli esté, ella no tiene familia, lo único que le queda es Gianna, no voy a apartarla de ella.

— El victimismo se ha convertido en una parte de tu vida, no te reconozco.

— No es victimismo, no creas que lo hago por Luca, yo amo a Gia, nada ni nadie la podrá dañar mientras yo esté vivo, y si le hace feliz, aunque sea mínimo, tener a Benelli en su vida, la va a tener.

— ¿Por qué crees que yo no puedo amar a Colt?— Aplasto mi cigarrillo.

— Porque no sientes nada más que ira, te conozco desde pequeños, nunca te ha importado nadie. Siempre fuiste tú y tu ego los que han estado en juego.

— ¿Estás diagnosticando a un psiquiatra? Sé lo que soy y lo que siento.

— Tú más que nadie sabe que careces de emociones y sentimientos, ¿por qué quieres arrastrarla contigo a tu mundo oscuro?

— A ella le atrae esta oscuridad, ella la disfruta y a mí me gusta robarle su luz.

Darío no solo es cirujano y un médico de primera, también estudió psiquiatría y psicología porque le encanta la mente humana. Siento que lo hizo más por saciar la curiosidad de su propia mente que por cualquier otra cosa, desde pequeño carece de lo que a muchos les sobra. No siente amor; siente lealtad, no siente cariño; siente capricho, no siente miedo; siente diversión, no siente disgusto; siente que no ha cumplido sus objetivos, no siente tristeza; siente que pierde el control sobre algo, pero la ira... la ira es la única emoción que no distorsiona y su ira viene como un tsunami: las olas dejan de golpear, el agua se acomoda en una gran tranquilidad y la furia aumenta en el interior del océano hasta que un momento que no te lo esperas, llega para arrasarlo todo.

Me inquieta su tranquilidad, ni siquiera la tranquilidad de Mauro, me hace estar tan en alerta como Darío.

— No hagas nada, es una orden, espera a que termine esto. Déjame proteger a Gianna y a los niños, después de esto podremos negociar sobre Colt.

Asiente con la cabeza, aunque no me lo creo mucho, lo dejo ir. Cojo mi teléfono y aviso a Kosta para que se reúna conmigo en el jardín.

5 minutos después llega con el pelo todavía mojado y despeinado.

— Venga, cuéntame algo divertido, estoy muerto de aburrimiento.— Sonrío porque Kosta es todo lo que el resto nos falta, está en una constante sintonía con la diversión y el "que le jodan a todos".

— Cuéntame tú, dime que sabes de los traidores.— Se sienta y saca su cajetilla de tabaco y me ofrece uno, hoy fumaré por dos personas.

— Te ha dicho quién es el cabecilla, pero no te han contado que hay una chica orquestando esto desde la muerte de tu padre, ¿verdad?— Me levanto de mi sitio y lo enfrento con la mirada.

Srta.Mc MillanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora