Sofía (alias Isabel).
- "Tranquila mamá que no estoy atracando un banco, ni haciendo algo ilegal, ... no tampoco estoy vendiendo mi cuerpo, ¿porque me dices eso?, simplemente que tengo un nuevo trabajo relacionado con lo que estoy estudiando. Es que me han aplicado el nuevo tipo Master, que se encarga que aprendas de manera práctica, trabajando supervisada por tu mentor, como delegada de relaciones públicas, y actividades políticas. Es por eso por lo que ahora recibirás mensualmente más dinero de mi sueldo, para que ni tú, ni la abuela tengan ningún problema."- le decía a mi mamá por teléfono, mientras estaba sintiéndome fatal, como una maldita pecadora, al engañar a la mujer que me dio la vida.
Algo me decía, o era mi conciencia culpable, que mi mamá no se creía nada de lo que le decía, e interiormente, agradecí que esto solo fuera una llamada, ya si mi mamá me viera la cara, sabría, como buena madre mexicana, que su única hija, la engañaba de manera descarada.
Nunca, ni cuando era niña, pude mentir a mi mamá, esa mujer, debía descender de alguna tribu indígena que practicaba la clarividencia y la lectura de mentes, porque nada más oírme decir una silaba, sin tan siquiera mirarle la cara, ya sabía que era lo que pretendía, y siempre me decía la mismo.
- "Ni lo intentes, no creas que me estas engañando a mí, sólo te estas engañando a ti misma, pero recuerda que, ¡Hay un dios que todo lo ve!"- y eso ya me paralizaba.
Es por culpa de mi madre que cuando miento o me pongo nerviosa, terminó pareciéndome a un glóbulo rojo, con una sacerdotisa así, y Dios de su lado, para llevarme por el camino recto, nadie supera eso.
Así de simple, yo que sabía que no la estaba engañando, desde el principio, María Cabello Noriega de Martínez, viuda de Alonso Martínez Mora, sabía que su hija no estaba siendo sincera, y lo malo de todo esto, es que o conseguía convencerla que estaba diciendo la verdad, o esa mexicana morena bajita, con una carácter de mil demonios, se presentaría en donde quiera que estuviera yo, así me escondiera debajo de las piedras, ella tenía que saber que estaba pasando, esta sí, que no atendía a razones, sobre todo si se enteraba lo que le había pasado a la mejor amiga y compañera de piso de su hija. Así de dramática era mi mamá, a alguien tenía yo que haber salido.
- "Déjame hablar con ella, en seguida lo arreglo."- me dijo Vale, que llevaba mirándome hacia un rato, junto a Samary, muerta de risa por la cara que ponía a los locos pensamientos de la señora María.
Mientras veía a Vale, hablar con la señora de Martínez, no hacía más que preguntarme en qué momento yo había perdido el control de mi vida. Nada de lo que había hecho hasta ahora, en estas dos semanas, lo había podido decidir de forma voluntaria, más bien, había sido arrastrada por los dos sunamis, que tenía delante de mí.
Esas dos exmodelos, una científica, y la otra, relaciones públicas, estaban disfrutando de esto como si sus vidas hasta ahora su hubieran vuelto monótonas, lo vivían de una manera, que yo apenas entendía, pareciera que hubieran trabajado para la CIA toda la vida, pero que ahora, se hubieran retirado de estar en activo, y aun lo echaran de menos. Era exagerado, el nivel de control que tenían, sobre todo.
A cada objeción que yo ponía, ellas buscaban una solución, como fue la de contratarme con sueldo incluido, un sueldo, que ni de lejos, lo hubiera cobrado yo trabajando de camarera diez años seguidos, y todo por hacerles saber que también tenía que trabajar, de alguna forma, mientras investigábamos, para mandar dinero a mi familia en México, ya que ellos dependían de mí.
Automáticamente, sin consultarlo conmigo, ni decirme nada, Samary llamó a su marido para que me prepara un contrato de trabajo como asesora de política exterior, para el grupo Nikolau, haciendo que, de esa forma, la identidad que había creado para Isabel Wilson fuera más creíble.
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El guardián de mi cuerpo
RomanceCuando Sofía regresa a la casa que compartirá con su mejor amiga, después de un día de trabajo de un turno doble en el restaurante italiano de Gios, al que había ido directamente al regresar después de casi dos años, desde México, donde vivía con su...