Capítulo XXXVII. La mañana después parte 2.

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Sofía (alias Isabel).

Ni se me pasó por la cabeza que ambos o que uno de nosotros tuviera que ceder en nuestras expectativas, por tener un futuro juntos, reajustándonos, perdiendo parte de nuestros sueños, pero para eso, no sólo el sentimiento debía ser mutuo, también la voluntad y el sacrificio.

Y ahí estaba el problema, por la reacción que me trasmitió el policía, mientras estaba despierto a mi lado, en la cama, antes de levantarse, supe con seguridad, que él los sentimientos de ambos podían no ser compartidos, y si lo eran, él, como yo, teníamos primeros nuestros sueños, por los que llevamos años luchando.

- "Para ser justo, yo tampoco tengo la seguridad de dar ese paso, no cuando mi parte del sacrificio significaba renunciar a mi principal sueño, viajar por él mundo."- dije en alto, mientras oía la ducha donde seguro ahora mismo el hombre que me había robado el pensamiento y probablemente el corazón, se estaba duchando.

- "Además ¿quién me asegura que él siente lo mismo?, lo mismo soy una aventura más para él, y su preocupación es como, a partir de ahora, llevar nuestra relación, sobre todo, cuando hay tanto en juego. Es que soy estúpida, muy estúpida, menuda historia me estoy creando"- me dije sentándome en la cama.

Con esto en mi cabeza tome la única decisión posible, la única que salvaría mi orgullo, que es lo único que me quedaba intacto, sobre todo después de esa noche, porque todo lo demás, se lo había entregado a él.

El deseo de golpearme en la cabeza fuertemente era casi agónico, me levanté, me aseé, ya que había decido no ducharme aún, para estar moderadamente visible para cuando He-man saliera de su vestidor. Me coloqué un vestido ligero, pero que tapaba todo de una manera recatada. No era el momento de las tentaciones, sobre todo, cuando aún sentía en mi cuerpo los efectos, de una larga noche de ejercicio extenuante, y muy satisfactorio.

Me cepillé el pelo con vigor como queriendo arrancar de él, la sensación que me había dejado, el maldito policía, cuando, con cierta dulzura y algo de fuerza, lo había sujetado, para tirando de él, acércalo a sus labios, mientras él entraba en mí, para arrancarme hasta el último gramo de placer que mi cuerpo podía experimentar.

Al mirar mi imagen en el espejo, fue cuando se me reveló, en su reflejo, a una mujer desconocida. Esta me miraba con una maldita mueca de una, desde luego clara, sonrisa de satisfacción, y el sonrojo de sus mejillas que, delataban la satisfacción, de sentirse completa. Mientras mi piel, aún sensibilizada, guarda la sensación a fuego, de haber sentido adorada como se merecía, o incluso aún más.

- "Borra esa sonrisa, maldita pervertida, por tu culpa estamos en esta situación, joder con la Sofía desinhibida, ¿no sabes controlarte?, ese hombre te vuelve loca, ¿lo sabes?."- le dije en alto a la imagen que se reflejaba en el espejo, amenazándola con el cepillo. Pero no sirvió de nada, esa estúpida, sonrío aún más.

Literalmente una parte de mí, la parte irracional, la que había disfrutado como nadie que cediera mi control sobre mis sentimientos y mis deseos, había decido aparecer, para quedarse, y fue esa parte, la que me hizo que mi parte racional tomara cartas en el asunto, haciendo uso de mi parte profesional, esa que hasta ahora nunca me había fallado, Y así sometí a esa traidora, para por fin salir a enfrentarme a quien, según la ley, era mi marido.

Al parecer ambos pensamos igual, porque, al mismo tiempo, ambos coincidimos saliendo de nuestros respectivos vestidores.

Por un segundo nuestras miradas se quedaron enganchadas, con cierta tensión, como si ambos tuviéramos miedo de decir algo. Respire hondo, para interpretar el papel que me había designado a mí misma, tirando de toda mi profesionalidad, esta serían las negociaciones más importantes que, hasta ahora, había hecho.

El guardián de mi cuerpoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora