Capítulo XLII. Un evento que desvelan secretos parte 1.

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Sofía (alias Isabel).

- "¡Desde luego Sofía!, como te vea tu marido con ese vestido, y ese aspecto, tendrás otra noche de sonidos interesantes en tu habitación."- me dijo burlona Vale, mientras yo salía de mi habitación para reunirme con ellas en el salón del primer piso.

Inevitablemente y como siempre me pasaba ante cualquier comentario del abierta Vale, el rubor me subió hasta la raíz del cabello. Era muy normal, que la exmodelo me sacará los colores.

- "¡Déjala ya! que siempre estás buscándola. Además ¿te has mirado en el espejo? Vas a conseguir que, "el pervertido", no te deje salir de la mansión te va a tener encerrada en tu habitación hasta que le des un hijo varón."- dijo Samary protegiéndome, haciéndome sonreír.

- "¿El pervertido?"- pregunté sorprendida, pensé que me había equivocado cuando había oído esa palabra.

- "Es una historia muy larga, Sofí, ya te la contaré algún día"- me dijo Vale con una sonrisa enigmática.

- "Mejor que no te la cuente tiene muchas X en el relato, y te podrías escandalizar."- dijo Samary caminado hacía la puerta del Salón para salir al pasillo que llevaba a las escaleras

No se me pasó desapercibida la sonrisa que compartieron, por un segundo, esas dos peligrosas exmodelos. A saber, en qué peligrosa situación se habían metido estas dos, sinceramente, Samary Nikolaus y Valerie Martin eran las dos personas más enigmáticas y peligrosas que había conocido, nunca sabías lo que estaban pensando, en especial la inteligente exmodelo, y su manía de disfrutar de estas situaciones peligrosas como las que íbamos a vivir esta noche.

- "Bien chica, entre la joyería que lleváis se encuentran algunos dispositivos que son importantes, y repito, no los activéis cuando estemos las tres juntas, o podría dar lugar a que se acoplaran los audios. Así que, de vez en cuando, debemos circular por la sala del evento alejándonos unos de las otras, es la mejor manera para así hacer una buena grabación de todos los asistentes y lógicamente de aquellos que se contacten con Andrew Corneld."- nos explicó la ingeniera científica, mientras caminábamos por el pasillo

Esto ya nos lo había explicado cuándo realizamos la planificación entre los seis, en los planes que íbamos a desarrollar esta noche, nuestro objetivo principal era descubrir con qué personas tanto Andrew, como Cotton, su asistente, se pondrían en contacto.

Sabíamos, por lo que había descubierto en los textos que había traducido y decodificado, alguien de la cúpula de la célula carmesí, aparecería en el evento y se pondría en contacto, con nuestros dos sospechosos. El problema radicaba que no sabíamos si lo haría en algún lugar privado, como algún salón exclusivo, de los que había en la fiesta, o delante de todos, como si fuera un encuentro casual.

- "Bueno, déjalo ya Batgirl, que al menos nos lo has repetido como siete veces, y vamos a dar con nuestros chicos que se van a sorprender al vernos"- dijo ansiosa Vale apurando su paso por el pasillo.

Yo lo tenía tan claro, la verdad es que Vermont y yo estábamos bastante distantes, y quitando preocupación que mostró cuando descubrimos que mi madre y mi abuela podrían estar en peligro, de resto era como dos educados desconocidos. Tanto él como yo evitábamos quedarnos solos en un mismo sitio, incluso a la hora de dormir lo hacíamos por turno a la hora de acostarnos, ósea yo me iba a dormir antes que él, que venía cuando yo ya estaba dormida, lo mismo ocurría al despertarnos, el policía siempre se despertaba primero. Delante de todos éramos correctos, algo distante, pero intentábamos que sobre todo la madre de He-man, no se diera cuenta, o tendríamos problema.

Cuando llegamos al alto de las escaleras, un gemido de apreciación escapó de los labios de Vale, mientras una sonrisa de admiración se dibujaban los labios de Samary, yo por mi parte, simplemente perdí la respiración, ante el espectáculo que se veía, en el piso inferior, desde donde estábamos, podíamos ver que en el salón, esperándonos, estaban los tres hombres más atractivos, impactantes, y comestibles que cualquier mujer desearía tener en una de sus mejores fantasías sexuales, esas de los que luego te cuesta, o no quieres, olvidar. Esos hombres que si los ves caminado por la calle, ten pon seguro que no podrías evitar girar la cabeza, hasta, prácticamente, romperte el cuello, y todo de manera inconsciente e inevitable.

Los tres iban con smoking de marca de grandes diseñadores, no soy muy adicta a las marcas, pero seguro que el valor de cada uno de ese smoking podía solucionar la hipoteca de su casa de alguna familia en Hidalgo, por un año. Los tres, por lo que veíamos desde donde estábamos, eran inconscientes que de qué los estábamos observando, hasta era injusto, para el resto de la población masculina, qué tres sus mejores representantes, estuvieran reunidos en el mismo salón, en el mismo momento, mientras bromeaban entre ellos y se reían, Mientras nosotras que los observábamos desde arriba, nos recreamos la vista.

Los maridos de las dos mujeres que me acompañaban y el mío, eran casi igual de altos, quizás el Dante era un poquito más alto, que los otros dos. Por lo que se observaba, bajo la chaqueta del smoking, no podía pasar desapercibida la amplitud de sus hombros, así como lo bien que le quedaban, ajustándose a sus cuerpos, esos trajes parecían que los habían creado sobre ellos.

Pero mis ojos inconscientemente, o de forma provocada, se fueron a ese tercer hombre que estaba con ellos, el que según la ley me pertenecía. Lo había visto vestido de muchos estilos de ropa, al igual que lo había visto desnudo, aunque preferiblemente no quería pensar en esto último, si no quería bajar las escaleras, con el ritmo cardíaco acelerado, y sin respiración.

Pero con smoking, Vermont Wilson, era totalmente arrebatador, cualquier mujer de este mundo podría decir, que era como ver una obra de arte en movimiento. Las emociones que te creaba ese hombre al mirarlo podrían clasificarse claramente como, provocadoras, estimulantes, y altamente adictivas.

Vamos que el policía, era el peor el mejor bombón, o una buena droga que se podía ofrecer a una mujer, incluso peor que el chocolate. Y seguro que, como este delicioso y tentador endulzante, si lo devorabas, como me apetecía mi devorarlo ahora, también ibas a engordar, pero por otras causas.

- "¡Mierda! ¿qué pasa contigo?, deja de comértelo con la mirada, ¡joder!"- dije un murmullo que por desgracia fue escuchado por una descarada Valerie.

- "¡Vaya! al parecer, Cop no será el único en impresionarse esta noche, menos mal Samary que nosotras dormimos, con nuestros respectivos maridos, en las habitaciones del piso superior, si no esta noche, aquí, no iba a dormir nadie."- su comentario me mantuvo con ese maldito color rojo de mis mejillas.

"¿Quieres dejarlo ya?"- me quejé atrayendo las miradas de los hombres que nos esperaban, justo en ese momento, pasaron dos cosas que dejo claro que esta noche iba a ser larga, muy larga.

La primera fue el silbido de admiración que soltó Bacon, para después sonreír con descaro, y decirnos.

- "Decididamente caballeros tendremos que romper un par de bocas esta noche, y llamar para que manden al servicio de limpieza, para que se quede permanente en la fiesta. Muchos hombres, por no decir la mayoría, van a babear esta noche, y puede provocar más de un accidente."- dijo el descarado.

La otra cosa que pasó fue que, la mirada intensa de cierto policía se quedó clavada en la mía. El problema de esa mirada tenía un significado, un significado que yo conocía, porque la había visto muchas veces, durante esa larga y enloquecedora noche, y sólo podía significar una cosa, Vermont Wilson me deseaba.

Pero lo peor de todo, es que yo ya no podía disimular lo que me hacía sentir ese hombre, cuando me miraba así, como tampoco podía despegar mis ojos de los suyos, así que él sabía, también, que yo lo deseaba.

En cualquier otro momento, que no afectara a esta maldita misión, sólo había una solución a esto, y se iniciaría cuando, un decidido He-man, me hubiera tomado en sus brazos, sin ninguna resistencia por mi parte, os lo aseguro, y ya estaríamos arriba, encerrados en nuestra habitación, sometiendo a la nueva insonorización que había mandado a poner mi suegra, en nuestro cuarto, a una prueba muy intensa, para ver su garantía.

Pero gracias a dios, no teníamos tiempo para estas cosas, o seguro cometería otro de mis estúpidos errores, así que hasta me alegré cuando al fin pude subirme a la gran limusina que nos llevaba las tres parejas hasta el evento.

Mientras trataba de evitar la mirada atrayente, hipnotizante y tentadora de cierto policía disfrazado de CEO, que había decidido volverme loca hasta que llegaremos a la fiesta, sin entender que, en el fondo, para todo lo que tenía que ver con él, y tras saber lo que me perdía yo era bastante débil.  

El guardián de mi cuerpoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora