Capítulo XLVIII. Un riesgo con el que no se contaba parte 2.

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Narrador.

La oficial García llevaba esperando a el agente de la CIA más de media hora en el aeropuerto, no lo conocía, solamente sabía que llevaría puesto con un traje de ejecutivo gris, ya que representaría el papel de un alto ejecutivo del grupo Nikolaus. También una bolsa de regalo azul y amarilla.

Era verdad que se había acelerado la misión, pensaban conocerse esa noche, para poner su historia en común, ambos se habían aprendido sus papeles por los expedientes que había recibido en secreto, sabía casi todo de quien era supuestamente ese hombre, que desde hoy y hasta que acabara la misión era su marido, hasta había conseguido los certificados de matrimonio.

La policía ni siquiera quería saber si era real o fabricado, era la primera vez que trabaja encubierto, y estaba emocionada, desde que se hizo policía, en contra de lo querían su padre, y su marido, ahora exmarido, siempre había querido ser agente especial, y si esto salía bien, tendría la oportunidad de ascender.

Susan García, había cambiado su aspecto para parecerse a la hija de la señora Martínez, hasta Sofía le había enviado videos e información sobre ella, para que nadie dudara de quien era ella. Durante días esa información se volvió su biblia, hasta comenzó a imitar los movimientos y gestos de Sofía. A Susan le gustaba esa chica era una autentica guerrera, para la policía, su Sargento se había casado con una mujer especial.

Como estaba aburrida, comenzó a repasar la historia que se había creado de su relación, por enésima vez su cabeza, mientras esperaba, deseando que el maldito agente de la CIA no tardara mucho, o perderían el vuelo.

Según la historia que se había creado, el ejecutivo del grupo Wilson, Mason Bishop, había viajado México por trabajo, y había conocido a Sofía, desde ese momento, tras un fin de semana interesante, había mantenía correspondencia y llamadas, hasta que finalmente Mason le había pedido que se casara con él, fue así como Sofía había viajado a Nueva York para casarse, y vivir allí, pero ahora habían ido de vacaciones Hidalgo, para conocer a la familia de Sofía.

Susan miro el reloj de su móvil, algo había pasado, no creía que un agente fuera tan impuntual, imposible. Estaba a punto de llamar a Vermont, cuando sintió alguien detrás de ella, y al girase alertada, fue atraída por dos brazos fuertes, que la pegaron a un cuerpo alto y musculoso, al levantar la cabeza casi hasta pegarla a la nuca, lo primero que vio fueron unos enormes ojos azules, que la paralizaron.

- "¿Pero qué demonios...?"- comenzó a decir, cuando sus labios fueron acallados por dos labios que la besaron con fiereza, pensó en resistirse, pero el beso acabó rápido, dejándola con una sensación extraña, lo siguiente que sintió fue como ese hombre le habla al oído, abrazándola.

- "Ciento llegar tarde oficial, pero me acaba de avisar, hace nada, que todo se adelantaba, acabo de llegar de otra misión."- así fue como Susan supo que estaba en brazos, de quien se le había asignado como su marido.

- "¿Y por eso esa efusividad, querido esposo?"- le dijo Susan acariciándole la cara, de forma cariñosa siguiendo su papel, de recién casada.

- "No podía presentarme ante ti, después de días sin hablarnos, con menos efusividad, preciosa."- le dijo Mason, con una voz ronca que dejaba mucho a la imaginación.

Susan sabía a lo que se refería, cuando los representantes de la CIA, que sabía de la misión a gran escala que unos pocos conocíamos, Mason la llamó para concertar verse esa noche poner las historias al día, para luego viajar mañana a Hidalgo. La conversación no duro sino unos segundos. Pero al oírlo hablar parecía que tuvieron un rato hablando, mientras mantenían sexo telefónico.

- "Nos queda quince minutos para embarcar, podríamos movernos o no llegaremos, querido esposo"- dijo Susan intentado alejarse de él, porque comenzaba a encontrarse tremendamente a gusto en los brazos de ese hombre, es más, hasta su siempre sana libido, se había activado rápidamente.

La sonrisa que se dibujó en los atractivos labios de su marido de pega hizo que Susan, no pudiera evitar quedarse mirando con atontamiento.

- "¿Quién demonios había elegido a un tío super buenorro, macizo, con músculos hasta en la lengua? Que, por cierto, sabe usar muy bien. Tengo que llamar al Sargento, parece que no me conoce, así yo no puedo trabajar, demasiadas distracciones, ¡joder!"- pensó Susan comenzando a caminar hasta la puerta de embarque.

Pronto se vio alcanzada por Mason, y le agarró la bolsa que lleva en una de sus manos, ya que las maletas habían sido facturadas, después el agente se cambió la bola de mano, cargándola junto con su maletín y la bolsa de regalo en una mano, y con la otra, cogió la mano de Susan que había liberado de su carga, para que, de manos, los dos fueran juntos caminando hacia la puerta de embarque.

- "Es muy atento señor Bishop."- le dijo Susan sonriendo mientras le seguía.

- "Normal, no puedo dejar de cuidar a mi preciosa esposa, señora Bishop."- le respondió el atractivo agente de la CIA, guiñándole un ojo.

Susan no pudo evitar mirar con más deteniendo a su acompañante, era alto, moreno, debía medir casi dos metros, muy musculado, seguro que hacía pesas, porque ni el caro traje de Armani hecho a medida, podía disimilar la fuerza de su cuerpo. Pero lo que más le atrajo fueron sus claros ojos azules, que era como cristales, y la fuerza y rectitud de su mentón.

Si no fuera porque esto era un trabajo, la liberal Susan Martínez, estaría encantada de hacerse pasar por la esposa de ese hombre, tan sólo por lo buenos ratos que, como señora Bishop, se iba a pasar en la cama, o donde fuera, porque un hombre así era para aprovecharlo.

Pero por desgracia, Susan estaba en una misión, y ella era muy profesional, así que pensó que se iba a pasar un tiempo indefinido, con el equivalente al rey de los bombones, un enorme y delicioso Ferrero Rocher, sin poder catarlo, sino lo estrictamente necesario para hacerse pasar por su esposa. Era como tener una montaña de esos tenedores bombones, y sólo poderlos desenvolver si devorarlos, ósea, una autentica putada.

Antes de que se cerraran la puerta de avión, el policía mandón un mensaje a su jefe el Sargento Wilson donde decía.

- "Gracias por la tortura jefe, ¿No había un agente barrigudo, bajito, con granos en la cara, que se hiciera pasar por mi esposo, tenían que mandar al guapísimos, y buenorro, hermano mayor de Hércules? Ni que no me conocieras, menuda putada"- pensó que su jefe no el respondería, pero la respuesta no tardó en llegar.

- "Lo siento oficial García, mi esposa está demasiado buena, como para ir con cualquier hombre, debe de ser un hombre casi tan guapo como yo, mínimo."- le respondió su jefe con varios emoticonos de carcajadas. Así que la oficial encontró la única forma de vengarse que tenía en ese momento, la palabra.

- "Pues lamento decirte que, si a tu mujer le hacen elegir entre el hermano mayor de hércules y tú, si ella es lista, lo elige a él, aunque la señora Wilson ha demostrado no ser muy inteligente, porque se casó contigo. Adiós, jefe te mantendré informado."- y sin Susan apagó el teléfono, para mirar a su esposo, la mejor vista que iba a ver en todo el viaje.

- "¿Con que hermano mayor de Hércules?, me había llamado muchas cosas, pero esta es la primera vez que me asemejan a un semidios, veo que vamos mejorando, Sofía."- dijo Mason al oído, de una muy avergonzada policía, que decisión que esa misión, dejaba más que confirmada con esto, que no iba a ser fácil por varias razones, y una de ella estaba sentada a su lado.

Nota del autor: Aviso a todos y todas mis lectores y lectoras, quedan doce capítulos para acabar la novela, espero que disfruten el final. Tengo una sorpresa, y es que las dos próximas novelas serán de los pequeños mellizos de la novela de "La noche que te convertiste en la madre de mis hijos", que ahora tendrán veinticinco años. Esta es mi novela estrella. Será novelas diferentes, quiero probar cosas nuevas, sus títulos son "La amante contratada del CEO" y "¡Eres mía, Heredera!" cuando acabe esta novela, les dejaré su argumento, para que disfrute, un saludo 

El guardián de mi cuerpoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora