Capítulo XLI. La preparación de un golpe certero. Parte 2.

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Sofía (alías Isabel).

Nuestros tres maridos se estaba encargando de llevar a cabo la planificación con todas autoridades que se iba a realizar, para evitar que nada se le escapara al gran plan que muy pronto se desarrollaría, para atrapar a todos, sin dejarse a ninguno, de esos malditos.

- "Tranquila, y escúchame, para que podamos ayudarte."- me dijo Vermont cogiéndome por los hombros para que lo mirara la cara, y a esos atractivos ojos negros que trataba de olvidar, porque me alteraban el pulso. - "Sabemos que ninguno de ellos te ha reconocido, porque ya sabrían quién eres, ósea que no saben cómo es físicamente Sofía Martínez. Sólo debemos hablar con tu madre para que alguien se haga pasar por ti, allí en Hidalgo como si nunca hubieras salido, pero ya regresaste, para que tu madre conociera a su marido. Tiene que ser alguien que físicamente se parezca a ti, y que nunca haya pisado Cleveland, en las fechas que murió Viki. Además, nos ayudaran ambos a proteger a mi suegra, y a tu abuela."- dijo el policía demostrando que tenía en estos casos una gran experiencia.

Sabía que estaba hablando conmigo, pero más bien los hacia para expresar el plan que se estaba generando en su cabeza en voz alta, y así mientras lo confeccionaba, nos lo decía a todos, sino no entendía que no se hubiera dado cuenta que, había llamado a mi madre, su suegra, asumiendo que nuestro matrimonio era real.

- "¿Y cómo lo vamos a hacer?"- preguntó Smile.

La sonrisa de los dos cerebros de la operación, Vermont y Samary, me hicieron que temblar por dentro, pero no sólo a mí, por la cara de tensión que puso también Constantine mirando a su mujer, y las sonrisas de diversión que se dibujó en los labios de Vale, mientras su marido, Bacon, se tapaba la cara como diciendo, "Aquí vamos otra vez", algo me decía que las ideas de esos dos, no nos iban a gustar a tres de las seis personas que había en ese salón, pero no nos iban a gustar, pero nada.

Vermont.

- "Muy bien Susan, ya está todo arreglado se te entregarán unos dispositivos que tienes que darle a la madre de mi esposa, y ya nosotros le explicaremos todo."- le dije a mi compañera la agente García, que desde el primer momento la elegí, ya que supe que era la indicada para hacerse pasar por Sofía.

El único cambio que tuvo que hacer fue teñirse su cabello de negro, ya que era castaño oscuro, además de usar algo más de relleno en su sujetador, quizás era uno o dos centímetros más alta que Sofía, pero eso no se notaba, tenías que acercarte mucho a ella, para ver las diferencias.

el contacto que tenía Dante en la CIA había encontrado un agente secreto de fiar, que no estaba en la lista de posibles infiltrados que, era perfecto para hacerse pasar por el marido de García. Y nuestra genio de la informática, Samary Nikolaus, había cambiado todas las fotos en casi cualquier registro que hubiera en México o Estados Unidos, de Sofía Martínez, ahora Sofía Bishop, por las de Susan. Todo se había organizado en horas, ya que el tiempo corría y no sabíamos si ya se había acercado a la madre de mi esposa.

Pensábamos contarle a María Martínez, mi suegra legal, parte de la verdad, ahorrándonos que supiera que su hija era perseguida por terroristas, y que era un arma para acabar con sus planes. No creo, que la madre de Sofía, si era como su hija, se hubiera quedado quieta tan tranquila allí en Hidalgo, más bien viajaría hasta Cleveland para arrastrar a su hija, lo más lejos posible del peligro.

La idea principal era que tanto mi suegra legal, como la abuela de mi esposa, estuvieran protegidas, y el día que fueran investigar sobre Sofía no quedar ninguna duda que la mexicana y ya hacía años que nos sabía nada de su amiga Viki, hasta en cierta forma se habían enfadado, lo que fuera para alejar a esa atractiva morena, dejara de estar relacionada con su difunta mejor amiga, ya que eso ya la ponía en el punto de mira, más de lo que ya estaba por culpa de los gustos sádicos del idiota de Andrew Corneld.

- "¿Y quién será mi compañero esta vez?, aún no me los has dicho."- preguntó mi compañera haciendo que volviera centrarme en nuestra conversación.

- "Un agente especial de la CIA, que tu conocerás como Mason Bishop, estas recién casada y él será tu marido."- le dije.

- "¡Perfecto, Cop!, me acabo de divorciar, y ya me has vuelto a casar con otro hombre, ¿Espero que alguna vez pueda disfrutar de mi vida de soltera?"- me dijo burlona.

- "Como si eso de estar casada te haya frenado a la hora de hacer tu vida de soltera, Susan"- le dije irónico. - "Y recuerda nada de confraternizar con tu compañero, estáis en una misión de incognito."- le advertí, conocía las tendencias sexuales de esa mujer, por experiencia propia, y es una mujer insaciable, pero totalmente integra en su trabajo, se lo tomaba muy enserio, más que muchos hombres de mi comisaria.

- "Primero, no sé cómo es físicamente ese agente, seguro que, hasta elegido un hombre nada atractivo, para que no me distraiga, y segundo, la palabra clave es incognito, y ¿qué mejor que hacer creer a todos, que somos una pareja de recién casado real? No se mi entiendes. "- me dijo, haciéndome reír.

La entendía perfectamente, desde la última y única vez que estuve con Sofía anhelaba volver a tenerla entre mis brazos, esa mujer era aditiva. Todas las noches la esperaba para sentirla a mi lado, y así poder dormir, aunque mi amigo estuviera toda la noche con una gran erección. Cuando la sentía abrir la puerta, me hacia el dormido, para evitar que huyera, esperaba a sentir que se acostaba a mi lado, luego sólo tenía que esperar a que se durmiera. Era así, cuando la traía a mis brazos, para abrazarla y quedarme dormido. Me despertaba pronto, para evitar que ella lo descubriera, y antes de levantarme, la besaba en los labios. Con eso aguantaba todo el día con mi actitud altiva y seria, y una erección preocupante. Lo hacía también, que casi ya me parecía a al gemelo idéntico del impasible Dante.

Esa noche, antes de ir al evento, Dante me dio la foto del agente secreto de la CIA, alias Mason Bishop, ninguno conocíamos su nombre real. Y supe a ciencia cierta que Susan se iba alegrar, y mucho, tenía un nuevo juguete con el que entretenerse, mientras se hacía pasar por mi esposa. 

El guardián de mi cuerpoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora