Vermont.
Me desperté antes del amanecer sintiendo a mi lado el calor de esa mujer, no pude evitar que a mi memoria regresaran los sentimientos, las sensaciones y los recuerdos de la noche que habíamos pasado.
Su calor, su fuego, esa sensación de que tenía que hacerla mía para poder seguir respirando, en un principio pensé que sólo la volvería loca de deseo, para que acabar estallando de placer, algo físico, algo que no implicaría sentimientos, lo que fuera para sacarla de ese estado de shock en el que se encontraba, pero se me fue de control. En el momento que la tuve desnuda y en mis brazos, en el momento que toqué su piel y sus labios, todo, pero todo cobró otro sentido para mí, me volví loco por ella, se me metió bajo la piel, y me llego muy a dentro. Pero eso, en un hombre que tiene las cosas tan claras como yo, es algo que no me debo permitirme.
Durante unos minutos, luché contra estos sentimientos, que me arrasaban, que me impedían que me alejara de ella. Deseaba, para mi paz mental, que Sofía fuera otra más de mis conquistas, algo pasajero, algo que cuando acabara la misión, nos despidiéramos con un buen apretón de manos, y cada uno, seguiría su vida, tras un amistoso divorcio.
Hasta llegué a contemplar que incluso podríamos seguir con una amistad diferente, amigos con derechos, lo misma amistad que tengo con mi compañera, la agente García. Pero no soy tan estúpido como para llegar a pensar que, con Sofía, podía pasar los mismos. Ella era una mujer muy sincera en sus sentimientos, en su vida personal, prácticamente era como un libro abierto, en pocas ocasiones había podido controlar lo que siente o piensa, si hasta su propios pensamientos los expresa en voz alta, como si guardárselos para ella, la agobiara.
Jessica Rabbit, no era una mujer como para mantener una relación de este tipo, ¡qué va!, sus emociones tanto positivas, como negativas, se desbordan sin control, como había pasado esa noche, donde su cuerpo me demostró que era de esas personas que es de todo o nada.
Y por otro lado, yo no estaba en eso, en este momento. Había dejado atrás toda mi vida cómoda, persiguiendo mis sueños, enfrentándome incluso a mis adorados padres. No iba a ceder ni un centímetro. No quería, y no podía, ir tras mis sueños, era lo único que me hacía feliz, ser un servidor de la justica, un servidor de mis propios valores.
Y ese era el verdadero problema, ni en sueños me podía imaginara Sofía siendo la mujer de un policía, ni intentaría entenderlo. Ella tenía sus propias metas, sus propios sueños, sueños que habían sido aparcado para cumplir con una promesa. Pero si todo salía bien, su vida continuaría, y por mucho que esa mujer me importara, nunca pretenderé que ella dejé esas metas atrás, por seguirme, como no yo no pienso hacerlo por ella.
Por un segundo, tras mis pensamientos, esperé que llegara el arrepentimiento, por lo que había sucedido esa noche, pero nunca llegó, no me arrepentía de nada, al contrario, sería capaz de repetirlo mil veces, si me volviera a encontrar en la misma situación, pero con ella. Pero eso no quitaban, que como siempre había sido mi lema, fuera sincero con ella, y conmigo mismo, ningún engaño, ninguna mentira, la verdad por delante, siempre, pasara lo que pasara.
La miré moverse ligeramente de nuevo a mi lado, y revisando mi móvil, vi que ya era casi las siete de la mañana, hora de levantarme, en dos horas tenía que entrar a trabajar.
Me resistía a moverme. El calor de esa mujer, su olor, y la suavidad de su piel, me atrapaban, al fin pude, con mucha fuerza de voluntad, levantarme, para dirigirme al baño, y así prepararme para comenzar un nuevo día. Sabía que tenía que hablar con Sofía de todo esto, y seguro lo haría, pero después de un tiempo, primero debía replantearme bien lo que le iba a decir, no se me podían desbordar los sentimientos, aunque sería hoy sin falta.
Pero por el momento, dejaría que mis recuerdos, me inundara, para poder a revivir algo que sabía que, muy difícilmente, volvería a repetir en mi vida, muy difícilmente volvería a sentír esta sensación de plenitud.
Sofía (alias Isabel).
Por fin pude relajarme, cuando sentí como Vermont se levantaba y se iba hacia su vestidor, para comenzar a prepararse para ir al trabajo. Llevaba despierta casi desde que lo había sentido moverse a mi lado, cuando se había despertado, pero los nervios, el miedo, y la vergüenza del día siguiente, me hicieron que fingiera dormir, incluso tuve que hacer uso de mi compostura profesional, para conseguir, que mis mejillas no me delataran.
Durante los minutos, que un despierto He-man estuvo a mi lado, sentí por su respiración, por la forma de moverse, incluso por como suspiraba en ocasiones, que le gran policía estaba teniendo una lucha interior, que probablemente se estaba arrepintiendo de lo que había pasado. Eso me dolió hasta tuve que concentrarme en controlar mi respiración, y en permanecer inmóvil, para que no se notara mi tención, por las dudas que esto, me creaba.
Así que cuando él se levantó, y se alejó de mí, dejándome sola en la cama, puede por fin respirar y centrarme, en estas sensaciones que me ahogaban, por ese hombre, pero que, desde hacía tiempo, estaban enterradas en mi interior, y finalmente, explotaron esa noche.
- "No soy tan estúpida para no darme cuenta de que siento algo por él, algo que de seguro es muy importante, ¿pero estoy dispuesta a pagar el precio que esto me va a costar?"- murmuré en alto para mí.
La sensación de que el mundo, la vida, el destino, lo que fuera, me había hecho una mala pasada, era mi principal sentimiento. Lleva dos años esperando para recuperar mi vida, para cumplir mi sueño, tras paralizarla para ayudar a mi madre y a mi abuela, y si tenía claro algo era que, no pensaba rendirme en eso.
Sabía que se me podía considerar egoísta, pero en el fondo quien tenía que vivir, con este sentimiento de saber que sentía algo por la única persona, que, en definitiva, y a la larga, tenía también una vida a la que deseaba regresar, una vida que no era compatible con la mía.
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El guardián de mi cuerpo
RomanceCuando Sofía regresa a la casa que compartirá con su mejor amiga, después de un día de trabajo de un turno doble en el restaurante italiano de Gios, al que había ido directamente al regresar después de casi dos años, desde México, donde vivía con su...