Sofía (alias Isabel).
En cuanto nuestras miradas se encontraron, supe que él había reconocido en mi cabreo, y yo en él, su falta de arrepentimiento. Simplemente, no se arrepentía de nada de lo que había sucedido, asumía que tendría consecuencias. Para él estaba más que justificado haber generado un conflicto, con quién era necesario, para que nuestra misión, se llevara a cabo.
Caminé hasta él, igual que mis amigas lo hicieron hacia sus respectivos maridos, los cuales mostraban diferentes grados arrepentimiento, el único que se mantenía con una mirada decidida, que debes en cuando, desviaba hacia quien había sido su adversario, era mi marido
La verdad es que no había salido indemne de la pelea, en sus labios se podía ver cierto hinchamiento y algunos puntos de sangre de los golpes que había recibido por parte de Andrew Corneld, así como una zona hinchada al lado del mentón, de seguro habría alguna parte más del cuerpo que estaría golpeada, sobre todo porque se agarraba el lateral izquierdo de sus costillas. Por su parte, el mal nacido de Corneld, mostraba signos evidentes de haber sido golpeado, en varias ocasiones, por lo menos, en esta pelea, no la había ganado, en su cara se podía ver varios golpes, que le deformaban algo el resto, y que se hinchaban por momentos, pero el más significativo era el que tenía en el ojo que ya empezaba a deformarse, enrojecido, sangraba por cortes en varias partes de su cuerpo en especial la nariz, la ceja y los labios. Mantenía la mano apoyada en su vientre, mientras se lo sujetaba sin mantenerse del todo erguido.
Las parejas de mis amigas, también se encontraban con algún que otro golpe en la cara, fruto de la reyerta, que habían mantenido con varios participantes, pero para mí el más preocupante fue Dante, que se enfrentó al asesino de mi amiga, Cotton Macferson.
Al parecer el Demonio, sabía defenderse muy bien, ya que el asesino, no pudo evitar más de un golpe, que el CEO del grupo Nickolaus, le propino. Aunque esto no quiere decir que el haya salido indigne, sólo había que ver el gran golpe en su pómulo, que deformaba algo esa atractiva cara, y que poco a poco se iba inflamando, cada vez más.
- "Espero que la explicación que me des sea tan convincente, que merezca el castigo que vas a recibir"- le dije una vez que estuve frente a él, en un murmullo, mientras alzando la mano giraba su cara para ver de cerca, el estropicio que había hecho su estupidez.
- "Me ahorro los esfuerzos de inventarme una explicación que justifiquen mis acciones, ya que no va a servir de nada, así que vayamos directamente a la proclamación de la sentencia, querida jueza, porque desde ya le digo, que no me arrepiento de nada."- me dijo el descarado, mientras dejaba de mirarme, mientras me atraía a su cuerpo en clara señal de posesividad, al mismo tiempo que continúa retando a Andrew Corneld, con la mirada.
Tuve que pellizcarle en el costado, que ya sabía que le dolía, para que, con gruñido ronco de dolor, dejara de hacer lo que estaba haciendo, sólo faltaba que tuviera que intervenir las autoridades para parar a estos dos, porque, al contrario que el resto de los hombres que habían participado en la reyerta, los dos principales instigadores, continuaban en sus posiciones enfrentadas, retándose mutuamente, para ver quién daba el paso, y el enfrentamiento continuase. Si esto sucedía, entonces sí que la misión se hubiera ido al garete, y todo por un mal entendido orgullo masculino, que lo único que creaba era problemas.
Decidí llevarme al policía de ahí para que esto acabe de una vez, mientras lo arrastraba por el pasillo, agarrándolo de su brazo, He-man caminaba nada contento con la situación, ya que su instinto depredador, le exigía volver a esa sala para continuar donde lo había dejado.
Decidí mantenerme callada, únicamente le habla con ordenes corta, que demostraban mi estado de ánimo, y todo porque, en el momento en que abriera la boca para dejar salir algo más que monosílabos, sabía que mi temperamento no dejaría títere con cabeza. El maldito He-man, se merecía la bronca que iba a recibir, así como el castigo que, bebía pensar detenidamente.
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El guardián de mi cuerpo
RomanceCuando Sofía regresa a la casa que compartirá con su mejor amiga, después de un día de trabajo de un turno doble en el restaurante italiano de Gios, al que había ido directamente al regresar después de casi dos años, desde México, donde vivía con su...