Capítulo XIV. La familia Wilson. (parte 1)

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Sofía (alias Isabel).

- "Hola mi preciosa nuera, mi hijo me ha hablado mucho de ti, yo y mi esposo te debemos mucho, como madre, algún día lo entenderás, espero que sea más pronto que tarde claro. Pero, en fin, al menos has hecho que mi Vermy deje ese horrible trabajo, y ayude a su padre en las empresas de la familia, ya por eso te adoro." - me dijo la que legalmente es mi suegra, mientras me abrazaba y me besaba, al principio la verdad fue como un shock para mí.

Esto unido a la vergüenza que el estúpido de He-man me había hecho pasar, besándome delante de sus padres, mientras me llevaba en brazos, se había convertido en el momento en el que más vergüenza había pasado en toda mi vida.

Aunque por las palabras de alegría que había oído en la madre de Wilson, me di cuenta de que, al contrario que lo que me había dicho el estúpido Wilson, sobre su madre, ella estaba encantada de que su hijo fuera tan abiertamente descarado con su esposa, que no le importara que ni el servicio, ni sus padres estuvieran delante para besarla como si no hubiera un mañana, y lo peor fue mi reacción, eso sí que fue lo más a vergonzante de todo.

- "¿Cómo pude gemir como una estúpida, cuando me besó por sorpresa? ¿Qué soy una maldita virgen a la que nunca han besado, y que no sabe cómo controlarse, joder?"- ese era mi pensamiento, mientras era recibida de esa manera tan efusiva por Margot Wilson, nunca me aprendí el primer nombre de la madre de He-man, porque según la información que me había dado su hijo, Margot odiaba ese nombre. Vermont solía llamarla por sus nombres y apellido completo, sólo cuando quería molestarla.

Cuando miré directamente a los ojos a la madre de Vermont, vi en ella entusiasmo, felicidad, y agradecimiento, en cierta forma me recordó a mi madre, aunque no lo pareciera, Margot Wilson era una mujer fuerte, mucho más fuerte de la descripción que me había hecho su hijo de ella, tenía sus propias ideas, y como para mi madre, su familia y su hijo, era los más importante de su vida. Sentí automáticamente una conexión con ella, y por su mirada sé que ella también conmigo, así fue como los nervios y la vergüenza que había pasado, disminuyeron de golpe.

Ni siquiera me había dado cuenta de que el padre de Wilson se había acercado a él y le había hablado al oído, pero al sentir que los brazos que me sostenía se tensaban, pude al fin dejar de mirar a la que, desde hacía dos semanas, era mi suegra, para mirar y sonreír a mi suegro que se hallaba junto a su hijo. Vermont tenía la cara seria, petrificada, pero si lo mirabas con atención a sus ojos, se veía algo de temor, y desconcierto.

- "¿Podrías bajarme para saludar al menos?"- le dije al fin a Vermont

Me había dado cuenta de que, en todo este desconcertante momento, que Wilson me había presentado a sus padres, yo no había hablado, y desde luego me negaba a hacerlo en sus brazos, como si fuera, una maldita desvalida mujer, al que su hombre tiene que proteger.

- "Como quieras, tu misma ... luego no te quejes"- me dijo por lo bajo He-man, mientras me dejaba en el suelo.

No sabía a los que se refería hasta que, al ponerme en el suelo, mis piernas, literalmente, fallaron. Al parecer las horas que llevaba en la moto, sobre todo las tres últimas, había debilitado mis piernas, y estás, en protesta, habían dejado de funcionar. Así que cuando vi que caía doblándoseme por las rodillas, y de nuevo era sostenida por los brazos, no sólo por mi marido legal, sino también por mis dos suegros, de nuevo el color rojo de la vergüenza y la humillación, volvieron a mis mejillas.

- "Lo sabía, que mujer más cabezota."- oí que decía el idiota de He-man, mientras sus padres se mostraban preocupados.

- "No hables así a tu mujer, Vermy, que la culpa es tuya, quien te manda a traerla así, en esa monstruosidad, y nada menos que desde Nueva York, lo que ha tenido que pasar la pobre. ¿Es que no te he enseñado nada?."- le decía la madre agarrándome por un brazo, mientras su hijo me cogía por la cintura.

- "Tu madre tiene razón, Vermont, debes tratar mejor a la mujer con la que te casaste, niño, por tu bien."- dijo mi suegro sometiéndome por el otro barco, mientras en sus ojos la risa contenida no se disimulaba, al mirar al atractivo padre de Vermont comprendí de quien había sacado su hijo el ser un descarado burlón, esa mirada la había visto yo más veces, en el hombre que ahora me sostenía contra su cuerpo.

- "Estoy bien sólo se me han ido las fuerzas, gracias por todo, y siento ser una molestia. Creo que esta no es la mejor manera de saludarnos por primera vez, señor y señora Wilson"- les dije deseando que mis piernas dormidas volvieran a funcionar.

Me sentía totalmente humillada. Había planeado mentalmente la presentación que quería hacer ante mis suegros, una presentación calculada, para que mi problema para mentir estuviera medianamente controlado, pero desde llego caer a sus pies como un árbol, no era uno de los escenarios.

- "No te preocupes, tampoco es que nuestro hijo te hubiera presentado debidamente. Todos estos años en ese trabajo con esos criminales indeseables, parece que le ha hecho perder la educación que le dimos, y no seas tan correcta, llámanos Howard y Margie."- me dijo mi suegra, mientras su hijo suspiraba a mi lado, en forma de queja, al perder esa discusión por el trabajo que había elegido Wilson, había surgido ya en más de una ocasión.

- "¡Mamá...!"- dijo He-man en forma de advertencia, pero fue cortado por su padre.

- "¿Qué tal si entramos dentro, con Isabel se pueda sentar en un como sillón, y discuten a gusto, los dos? Vermont lleva a tu esposa dentro."- fue la primera vez que fui llamada por mi nombre falso, y como yo ya me esperaba, me chocó.

Fui a protestar, yo quería intentar caminar para que se me despertaran las piernas, no deseaba estar de nuevo en los brazos de ese hombre tan alterante, pero, no podía protestar delante de mis suegros. Se suponía, que después de la historia que Wilson les había contado a sus padres, ellos sospecharían que hacía tiempo que teníamos intimidad, y más aún cuando éramos, desde hace dos semanas, marido y mujer. Sería más que extraño, que después de eso, el tacto de ese hombre en mi cuerpo me hiciera ponerme nerviosa.

Aunque la verdad no era solo que me alterara su tacto, sino que, y eso debía admitir por desgracia, también me excitaba, y despertaba cosas en mí que hacía años creía dormidas, desde la decepción con varios de mis posibles novios. Sinceramente, todo esto me hacía estar aún más insegura, y porque no decirlo, me aterrorizaba no poder controlarme a mí misma, ante él.

De nuevo fui alzada por esos brazos fuertes, y el olor que impregnaba a su cuerpo, volvió a llegar mis fosas nasales, haciendo que un golpe de deseo se instalara en mi garganta, y muy cera de mis senos.

Mientras él entraba en la casa siguiendo a sus padres, desee no mirarlo, pero mi cuerpo y mis ojos no me obedecían. Estos no se apartaban de su cara. En cambio, él, para mayor humillación, miraba al frente, caminado seguro, sin decirme nada, era como si hubiera decido ignorarme.



El guardián de mi cuerpoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora