Capítulo XXIV. El despertar de un peligroso interés

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Sofía (alias Isabel).

Mientras veía a Vermont alejarse, sabía que se había batido en restirada, y aunque me sentía ganadora, tengo que reconocer, que no me gustó la sensación.

Desde que había salido del vestidor con la intención de enfrentarme con valor a la madre de He-man, después de pasar por la situación más vergonzosa, humillante, alterante que había tenido en toda mi vida, y no sólo hablo de ser sorprendida, por la madre de mi marido, mientras intentaba arrancarle la ropa, para después dejar que mi mente pervertida, y mi cuerpo, descontrolado, devorase a su único hijo, sino que también por todo lo que nos llevo a esa situación, desde el minuto que me deje abrazar por ese hombre toda la noche, hasta el último gemido, que solté, mientras mi suegra entraba por la puerta, como Atila el rey de los Humos.

Pero resultó que la sorpresa me la llevé yo, al encontrarme que yo no era la única que estaba siendo castigada mentalmente por una mujer tan intensa, aguda, y peligrosa, que hasta la CIA le encantaría reclutarla en su filas, como agente desestabilizadora de cualquier país. Si era sincera, al final yo había salido la mejor parada en todo esto.

No pude evitar pensar, que al final, el policía estaba recibiendo lo suyo, también, mientras escuchaba a la gran Margie Wilson, dentro del vestidor de su hijo, mientras él estaba encerrado en el baño, quizás para huir de sus acosadora madre.

Comprendí que la adolescencia e infancia que He-man había llevado con sus adoradora madre, fue algo complicada, sobre todo en la adolescencia, y aunque me estaba partiendo de risa, en el fondo entendí que era lo que él policía estaba sintiendo. Soy mexicana, hija de una mexicana, y como casi todas madres hispanas, son seres dulces y cariñosos, pero con nunca gran defecto, o virtud, según lo mires, son las inventoras de la culpabilidad y la manipulación, por lo menos la mía. Así que entendía perfectamente como se estaba sintiendo He-man en este momento, a pesar de que no podía evita apreciar los gracioso de todo esto.

Cosa que intenté disimular tras esquivar a Margie, cuando salió del vestidor de su hijo, escondiéndome de nuevo en mi vestidor, pero para cuando me reuní con él de nuevo, que puedo decir, egoístamente hablando, y después de lo que ese hombre me había hecho pasar esa mañana, vi la pequeña humillación de sus madre, como una perfecta venganza para mí, y así se lo hice saber, cuando lo vi delante de mí.

- "¿Que sucede?"- me dijo mientras yo intentaba no romperme de risa, mientras en mi mente recordaba las aniquiladoras palabras de Margie.

Sinceramente no pude, o no quise ¿cuál es la diferencia?.

-" Nada, sólo que me parece surrealista todo esto, en fin, ¿Vamos a desayunar, Vermy? no quiero que tu madre te regañe más, por no cumplir con ... tu trabajo"- le dije mientras salía de la habituación entre carcajadas.

De hecho no miré ni una vez detrás de mí, en un acto de misericordia hacia el policía, para darle tiempo por si quería salir huyendo, y perderse un tiempo, hasta que la tempestad hubiera pasado. Culpa suya si no cogió esa opción, y quiso seguir sometiéndose al castigo, que no sólo su madre, sino yo también, le dimos durante el desayunos.

Finalmente su padre se lo llevó, en clara camaradería masculina, protegiendo a su hijo de las dos brujas que los estaban masacrando, una, contado todas la humillantes anécdotas de su niñez y su juventud, y la otra, haciendo las preguntas adecuadas, que animaban a su madre contar más, para así burlarme más de un ceñudo, y serio He-man, aunque cuando lo vi desaparecer, sinceramente, me sentí absurdamente defraudada.

-"Te has llevado un buen chico."- me dijo su madre de repente con voz orgullosa, haciendo que dejara de mirar la puerta por donde hacía unos minutos se había ido Vermont acompañando de su padre. No puede evitar sentirme avergonzada, de que su madre me pillara así de despistada.

El guardián de mi cuerpoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora