Vermont.
- "Última vez que te lo advierto, Smile, o paras de reíste, o tu mujer pasara mucho tiempo sin que puedas besarla, aviso."- le dije a Bacon.
Llevábamos una hora encerrados en nuestro despacho, después de haber desayunado, buenos más bien desayunado ellos, porque tanto Jessica Rabbit, como yo, lo único que habíamos hecho era tragar comida de manera mecánica, para que aquello acabara pronto, y menos mal que no teníamos hablar, porque ayer entre tanto ajetreo, nos habíamos saltado la cena, y por lo menos yo tenía un hambre atroz, además de que después de la forma en que habíamos terminado los dos cuando salimos de la habitación, mejor era que en un tiempo no habláramos, o terminaríamos agarrados al cuello el uno al otro.
- "Maldita sea la malcriada y déspota de Jessica Rabbit. ¿Que soy su única opción, por ahora?, ¡si claro! por eso gimió, como gimió ayer, y durante toda la noche, que ni el sistema de insonorización de la habitación puedo soportarlo"- pensé aun enfadado, mientras me traga la comida sin apenas saborearla.
En las dos ocasiones que miré a Sofía la vi con la cabeza baja comiendo, como la cara como tomate maduro, intentado fundirse con su plato, mientras la entrometida e intensa de mi madre, se mostraba feliz de que por fin su hijo cumpliera sus promesas. Si hasta comenzó a pensar que habitación era la que iba a redecorara, para la esperada llegada de su nieto o nieta.
Mi padre, por su parte, era el culpable de que mi madre fuera así, la había mimado demasiado, pero yo también entendía que era instinto de supervivencia su actitud. Mientras la atención y la locura de mi madre estuviera centrado en terceros o en otro sitio, su vida era tranquila, así que él sólo tenía que responder con una única frase a todo el parloteo al que mi madre lo sometía cada mañana, justamente como estaba haciendo ahora, mientras él leía el periódico, desayunado, y tomando su necesario café mañanero.
- "Si querida, tienes razón"- dijo sin apenas mirarla, cada vez que mi madre decía.
- "¿Verdad que sí, Howard?"- en fin, siguen siendo mis padres, unos muy excéntricos, pero mis padres, y los quiero.
Lo más me molestaba, a parte de la actitud de mis padres y de cierta descarada y maldita mujer, con la que anoche había hecho algo más que dormir, pero que ahora le quitaba importancia, como si eso lo hiciera todos los días, era la actitud de nuestros invitados, estaban disfrutando de vernos pasarlo mal, mis dos mejores amigos en especial, de seguro que se estaban cobrando todas las bromas que les he hecho a lo largo de mis años de amistad con ellos.
Sobre todo, el gilipollas de Smile, Dante solía ser un poco más serio, aunque sus bromas eran un poco más crueles, en cambio Smile, era el terrorista del nuestro grupo, si había una broma de cualquier tipo, allí estaba él para participar, se había metido en más de un problema en la Universidad, por culpa de ese pequeño y molesto detalle de su personalidad. Justo por eso lo llamamos Smile, adoraba reírse de la forma que fuera.
Así que era de esperar, que ante una cosa como esta, que le llegaba caída del cielo, él disfrutara como un niño en una tienda de juguetes. Ni siquiera los eficiente codazos, de su más que santa esposa, hacían que sus muecas, sus insinuaciones y sus sonrisa se detuvieran, así que después de una maldita hora aguantando su estupidez, opte por la vía rápida. La amenaza de golpearlo. Dante y él sabía que si no se paraban, era muy capaz de hacerlo.
-"Me paró, me paro, pero, tienes que admitir, que es muy divertido todos esto... Pero ¿No se supone que esto sólo era una misión?, ¿Qué pasa Cop?, ¿Estas disfrutando de los beneficios de ir de incognito? ¿ o es que te has creído tu papel? Eso sí que es meterse en el persona...¡Ahh!"- la patada que el estúpido recibió en su tobillo, que le hizo cojear, fue lo único que le hizo callarse, mientras una más que observador, silencioso, y divertido Dante, nos miraba a los dos, para luego decir.
-"Te lo estabas buscando, Smile, te lo estabas buscando."- sentenció como siempre el escueto, serio y directo CEO.
A partir de esta correctivo, Smile, cambio de actitud al menos delante de mí, y pudimos centrarnos en todo lo que había descubierto, y en lo que por los visto se preparaba para la fiesta de recaudación de fondos que tendría lugar en tres días.
-"Quizás para esto sería mejor llamar a nuestras esposas, son las que en realidad dominan toda la información."- dijo Smile.
-"Ni que lo digas, Samary se creer Mata Hari, o que se yo, su vida de crear proyectos y diseños electrónicos nuevos debe de no tener tanto aliciente para ella, porque si no entiendo las horas que se pasa encerrada en esa Batcueva."- dijo en su propia forma de quejarse, Dante.
Supe, desde que lo oí, que Smile iba saltar con una de las suyas, porque en otro momento yo también lo hubiera hecho, pero es que las palabras de uno de mis mejores amigos daban a confusión, y ese maldito bromista, no lo iba a dejar pasar.
- "Serás que a lo mejor irse a la cama contigo ya no es...¡ Ahh!... ¡Joder! Pero ¿que os pasa? No dejáis de golpearme."- dijo Smile cojeando de nuevo, tras recibir otra certera patada en el otro tobillo.
Ni le respondimos, directamente llamé a Hilton para que avisara a nuestras esposas, para que se reunieran con nosotros. Ignorando a mi idiota y adolorido amigo, que ya, por fin, no sonreía.
Mientras esperábamos comencé a intentar gestionarme tendría que ver de nuevo a esa preciosa mujer con la que había dormido, que como ella había dicho, tan sólo me había elegido porque, como era católica, no podía tener aventuras fuera del matrimonio. Completamente increíble, mi orgullo de hombre resintió, y algo más que ni quise analizar, porque las ganas de romper algo muy caro, o golpear a alguien muy fuerte se me hacían acuciantes.
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El guardián de mi cuerpo
RomanceCuando Sofía regresa a la casa que compartirá con su mejor amiga, después de un día de trabajo de un turno doble en el restaurante italiano de Gios, al que había ido directamente al regresar después de casi dos años, desde México, donde vivía con su...