Vermont.
- "Bueno hijo, ya está todo preparado, ¿vamos juntos a las cede, o prefieres ir acompañado de tu esposa?"- me preguntó mi padre esa mañana, mientras desayunábamos los dos solos.
Ni mi madre, ni Sofía, digo Isabel, se habían levantado aún, aunque tampoco me había acostado esa noche prácticamente, me había pasado toda la tarde, desde que habíamos llegado del centro comercial, y toda la noche, encerrado en el despacho de mi padre, revisando toda la información que mi padre había pedido a su secretaria, sobre los contratos que hasta ahora había entre Corneld Industries y Wilson Weapons Technology, así como los futuros contratos por negociar.
La información era tal que había desistido de descansar esa noche, únicamente había dormido, un par de horas en el sofá que tenía mi padre tenía en su despacho. En varias ocasiones, recuerdo que lo había usado mi padre, cuando mi madre se enfadaba con él, así que Howard J. Wilson se había asegurado, que ese sillón fuera lo suficientemente cómodo, y amplio, para que un hombre de nuestra altura durmiera en él, sin lamentarlo al día siguiente.
La verdad es desde que ayer, desde que tuvimos el encuentro con Andrew Corneld, y sus esbirros, la sensación de que no estaba haciendo mi trabajo bien, me molestaba. Continuaba con ese presentimiento de que había puesto a Sofía, en el punto de mira de un francotirador. Estas sensaciones era más que preocupante y molesta, y aumentaba mi necesidad de saber más de Andrew Corneld, y no precisamente de fuentes legales. Sólo una persona me podía ayudar en esto, y esa persona era Samary Nikolaus, y su increíble talento para colarse hasta en los servidores más protegidos.
También necesitaba de mis dos mejores amigos, aunque yo, como ellos, había estudiado en la Universidad Macroeconomía y Finanzas de grandes grupos empresariales, hacia más de ocho años que no usaba esos conocimientos, así que muchas cosas habrían cambiado en este tiempo. Es por eso que, durante la tarde, y parte de la noche, estuve en contacto con Nueva York, para que me los importantes CEOs, me aclaran varios de los términos que no entendía.
Desistí, o más bien, me hicieron decidir, sobre las dos de la mañana, cuando un nada risueño Smile, y un aún más, oscuro y serio Dante, me amenazaron con presentarme en Cleveland para darme una paliza, si no dejaba de molestarlos, porque según ellos, tenían otras prioridades a esas horas, tales, como atender a sus preciosas mujeres.
Sobre todo, cuando Dante, aún tenía que apartar a su emocionada y concentrada mujer del ordenador, donde llevaba sentada desde que yo le había pedido el favor, totalmente concentrada, mientras sólo se alimentaba de ositos de goma.
Tras quitarle ese "suculento alimento", ni quise saber cómo el serio, oscuro e intimidante Demonio, hizo que su mujer se fuera con él a la cama, o al menos a comer algo con más valor nutricional, lo que si me quedó claro fue que, a partir de las dos de la mañana, me quedé con mucha información financiera para analizar, y algunos datos que, la gran Samary, había robado de los servidores de Corneld.
Durante toda la tarde en varias ocasiones Sofía intento ayudarme, pero bien porque me sentía culpable por no haber hecho bien mi trabajo, y haberla expuesto, al innecesario interés de Corneld, o bien porque si la tenía cerca, después de lo que había pasado esa mañana, antes que mi madre nos interrumpiera, o durante toda la noche anterior, donde mi cuerpo se había tomado libertades que mi mente aún no procesaba, tenía claro, que hay tentaciones que es mejor evitar, así que cuanto más lejos este de la cama, donde duerma Jessica Rabbit, mejor.
Se que a la atractiva Diva no le gustó ninguno de los rechazos que yo le di, sobre todo, cuando en hasta en tres ocasiones, cuando fue a traerme café, el almuerzo, o la cena, yo rechacé su ofrecimiento de ayudarme a analizar la información. Me daba cuenta, porque cada vez que la rechazaba, más oscura se volvía su mirada, y más enrojecida se ponían sus mejillas, llevaba tanto tiempo analizando a esa mujer, que sabía a ciencia cierta, que esas recciones, sólo podían significar una cosa, Jessica Rabbit estaba furiosa.
Pero mis conclusiones se confirmaron cuando, tras entregarme la bandeja con la cena, volvió a ofrecerse para ayudarme, y mi respuesta fue la misma que las dos veces anteriores, esta vez la Diva, tras morderse los labios, para no soltar lo que estaba pensando, me dijo de forma entrecortada, intentado contener la rabia.
- "Te espero en nuestra habitación ... para dormir, espero que pases ... de eso ... un poco, y mañana continues..."- no la deje terminar, la interrumpí, sin tan siquiera mirarla, mientras centraba mi atención en los documentos que tenía delante, intentado no desconcentrarme por su presencia.
- "No creo que me acueste hoy, si eso dormiré un poco en el sofá, tengo mucha información que analizar aún, y..."- fue ella, la que esta vez me interrumpió a mí de forma tajante, y muy al tipo Sofía Martínez.
- "Bien, perfecto, al menos no tendré que aguantar a un gillipollas esta noche, incluso podré dormir hasta desnuda si me apetece, sin tener que preocuparme de que un idiota manos largas me soben bien mientras duermo, que pase una buena noche, He-man de pacotilla."- dijo, y sin más, cerró de un portazo.
Por culpa de la palabras de esa bruja arpía, me pasé la siguiente media hora intentado quitarme la imagen de la cabeza, de una Jessica Rabbit tal como vino al mundo entre las suaves sabanas de mi cama, mientras me miraba con una sonrisa pícara en los labios, invitándome a acercarme a su tentador cuerpo, entre la incomodidad de mi entrepierna por culpa de los que esa imágenes me provocaban, y lo que me desconcentraban la malditas imágenes que no se iban de mi cabeza, tuve que terminar tomándome un vaso de whisky de cuarenta años que guardaba mi padre en su despacho para las ocasiones especiales, sólo el calor de ese amargo líquido bajándome por la garganta, fue lo que me ayudó a volver concentrarme en lo que estaba haciendo.
Justo por esa razón estaba yo desayunado, después de haberme duchado y vestido, con un traje ejecutivo que me hacía sentir incomodo, que me había puesto en mi habitación, a la que fui al amanecer, con la vista siempre recta, hasta que estuve bien cerrado tras la puerta de mi vestidor, obligándome en todo momento, a ni siquiera mirar hacia la cama, no fuera que lo que estuve imaginando esa noche, se hiciera realidad.
- "Vamos juntos ahora, aún me queda trabajo por hacer en la oficina, además como me hasta dejado a Glen como ayudante, me servirá de mucho para organizarme."- le dije queriendo salir ya para la oficina, cuanto antes asumiera mi papel, antes se iniciaría esto, y antes finalizaría.
Justo, con esta idea, fue como me subía al coche de lujo que solía usara mi padre para ir a trabajar, lo conducía su asistente Glen, aunque desde hoy sería el mío.
Sabía que a mi lado mi padre me miraba feliz y orgulloso mi padre, mientras yo me sentía culpable de nuevo por crearle ilusiones que no iba a cumplir. Así se inició mi primer día como heredero del grupo Wilson, y no estaba nada, pero nada, ilusionado, bastante incomodo.
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El guardián de mi cuerpo
RomansaCuando Sofía regresa a la casa que compartirá con su mejor amiga, después de un día de trabajo de un turno doble en el restaurante italiano de Gios, al que había ido directamente al regresar después de casi dos años, desde México, donde vivía con su...