Capítulo XXXII. Un As bajo la manga. Parte 1.

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Sofía (alias Isabel).

Me hice la desentendida mientras escuchaba hablar al asistente del señor Corneld de espaldas a mí, como para preservar un poco su intimidad hacia mí, trataba de hablar bajo, y su árabe era muy fluido, con términos que ocasiones se me escapaban, sólo un nativo de esa lengua podía hablar así.

Desee que el ascensor fuera más lento, o que incluso se estropeara, para poder recoger en mi grabación toda la conversación. Pero el tiempo era limitado, así que debía de aprovecharlo, fingí mirar mi móvil mientras lo oía hablar, como si estuviera totalmente absorta en lo que estaba mirando.

- "Gran Sayyid, que Ala sea contigo... si estamos ahora mismo en la sede central del grupo Wilson... yo me he separado del pequeño Sayyid, para investigar la esposa del heredero ... por desgracia es así ... aun lo tiene controlado, pero ... no puedo permitir, que el pequeño Sayyid se distraiga, y se obsesione con esa mujer, ... eso retrasaría nuestros planes... lo tengo en cuenta ... pero como sabrá Gran Sayyid, su hijo ... sí lo sé, y lo lamento, es mi culpa... se dé su problema, de su adoración a coleccionar mujeres, para someterlas.... No, hasta ahora no ha contemplado cazar la señora Wilson, pero no tardara, ya que su interés se ha acrecentado, por el reto que le presenta ganarle a otro hombre, el heredero ha despertado el instinto de lucha de mi Sayyid, Vermont Wilson es un hombre fuerte, y decidido, un gran rival."- recibí la información, con inquietud, debíamos investigara más a Andrew Corneld ese hombre no era quien pensábamos, era alguien muy importante.

Continue escuchando, mientras veía que estábamos a tan sólo dos plantas de llegar al vestíbulo, esperaba, que el asistente Macferson hubiera dejado el coche en el estacionamiento de la sede, pero algo me dijo, que mi tiempo, se acaba.

- "En cuanto a eso...aunque aún no ha aparecido lo que nos fue sustraído, pudimos solucionarlo en parte ... sí, yo me encargué personalmente .... Exacto, ya la doctora Viki Milton, no nos molestará, mas..."- desde ese momento, todo se quedó en silencio en mi cabeza, deje de oir ningún sonido.

Supe con certeza, en un segundo, que ese hombre, había sido quien había asesinado a mi amiga. Mis manos comenzaron a temblar tanto que casi se me cae el móvil, una ira y un odio profundo se transmitió a mi cara, y a todo mi cuerpo. Él no se daba cuenta porque aún estaba de espaldas a mí, pero un instinto asesino me subió a la garganta ahogándome, y en segundos iba a ser incontrolable.

Si no llega sonarme en ese momento el móvil, me hubiera lanzado sobre él, al mirar quien me llamaba comprobé que era Samary. Así que descolgué, sin poder pronunciar palabra, no me salía la voz, sentía como los oídos me pitaban, y no podía reaccionar a las palabras que me decía mi inteligente Exmodelo.

- "¡No lo hagas!, me has oído Sofía, no sé lo que pasa, pero debes controlarte..."- yo sinceramente oía su voz como lejana, sin entender que me decían, sólo sentía el acelerado latir de mi corazón, mientras me imaginaba en mi mente, mil maneras de acabar con ese hombre, mis oídos eran sordos, a todo lo que no fuera eso.

- "Sofía Wilson, escucha mi voz, respira profundo y mira a la cámara del ascensor, para que te pueda ver los ojos."- me dijo una tajante Vale.

Hice lo que me dijo como hipnotizada, era como si su voz me obligara a obedecerla, y era lo más real que tenía en ese momento, en que me parecía que el mundo se había girado del revés.

- "Debes recordar que sea lo que sea que te ha afectado, no puedes ceder a ello, se lo debes Viki, le hiciste una promesa, me escuchas. Ahora respira otra vez profundo, y mirar fijamente el teléfono para no delate tu estado de ánimo, céntrate en la imagen que tienes delante en el teléfono, y no te quites la promesa que le hiciste a Viki de la mente."- me dijo la fuerte exmodelo, y psicóloga en tiempo libre.

No sé cuál es el poder que tiene Valerie Martin, pero es capaz de animarte, llegar a ti en los peores momentos, es capaz de convencerte, y que termines haciendo todo lo que te pide, sin rebatirle nada, y sin apenas darte cuenta, con razón es la ejecutiva de ventas y relaciones públicas del grupo Nikolaus.

Así fue como, con la misma hipnosis con la que me había hecho mirar la cámara del ascensor, terminé cediendo a lo que me pedía, sin protestar, totalmente en shock, mientras el dolor me anulaba, mi capacidad de reaccionar.

Ni noté cuando se paró el ascensor, sólo sentí como el maldito asesino de mi amiga, se inclinaba en señal de despedida, para salir del ascensor aun hablando por teléfono, para que, a continuación, se cerraron la puerta de nuevo, y así continué, hacia mi destino.

Yo me quedé sola em ese habitáculo que descendía, totalmente indefensa a los sentimientos que difícilmente había controlado ante ese maldito, pero ahora ya no, ya no podía más, me arrasaban el descontrol, y comencé a gritar, mientras las lágrimas me corrían por los ojos, sin poder detenerlas. Casi al mismo tiempo, comencé a golpearlo todo, mientras ni oía las voces de mis amigas, que desde el teléfono trataban de hacer que me controlara. MI móvil se encontraba en el suelo, no había podido sostenerlo, mientras mis brazos y mis piernas lo golpeaba todo, mientras murmullos lejanos e incomprensibles, llegaban desde el suelo.

La ira me anulaba el juicio, y el dolor me hacía gritar. Cuando se detuvo el ascensor, varios hombres de seguridad de mi marido ya me esperaban, bloquearon la puerta del ascensor, mientras yo continuaba gritando y golpeándolo todo. No me miraban, más bien hacían de muro para que nadie viese lo que ocurría dentro del ascensor.

Yo no estaba en mí, no escuchaba, no oía, sólo quería arrancarme el corazón para dejar de sentir, ira, dolor, y esta rabia asesina que me ahogaba.

De pronto una voz, irrumpió en mi mente, me llamaba, pero hasta que no me vi en unos brazos cálidos, que yo ya reconocía, no dejé que esa voz llegara a mí.

- "Tranquila, preciosa, tranquila, Sofía reacciona ya, escúchame y respira."- me dijo esa voz, mientras yo trataba de resistirme a su abrazo.


Él me sujetó más fuerte, y al final ese calor penetró en mi agotándome, anulando la ira para que sólo me quedara el dolor. Dejé de resistirme, para simplemente aferrarme a ese cuerpo que sabía a quién pertenecía, para que su seguridad, dejara que el dolor se detuviese, mientras los gritos de dolor y las lágrimas me cegaban, hasta que finalmente cedí a no moverme, como si el mundo se hubiera apagado, no sentía nada más, no veía nada más, todo era dolor.

El guardián de mi cuerpoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora