Capítulo LI. Primer enfrentamiento parte 2.

506 67 6
                                    


Vermont.

Supe exactamente en qué momento, Andrew Corneld, se dio cuenta que yo estaba en la misma sala que él, no hizo falta que lo mirara, tan sólo con el espectáculo de duelo de esgrima que ofrecíamos Dante y yo, cuando nos enfrentamos, ya despertamos su interés, como el de todos los asistentes de la sala.

Constantine Nikolaus, Bacon Martin y yo habíamos sido criados desde niños como la futura elite empresarial del país, debíamos practica diferentes deportes, que, para nuestras madres, y abuela en el caso del millonario griego, era lo mínimo que se debía saber o practicar, como futuros CEOs. Tenis, esgrima, polo, pádel, tiro con arco, hípica, boxeo, etc. ... y así miles de deportes que se consideraban de clase alta.

Cuando nos conocimos en la universidad, todavía los tres practicábamos algunos de estos deportes, y la sana rivalidad entre nosotros creció, Smile, no era tan bueno en la esgrima, pero era el mejor de nosotros en hípica, y polo, de hecho, había ganado varias competencias. Por otro lado, el más oscuro de los tres, Dante, el denominado en el mundo empresarial como Demonio, era un experto en todo lo que tuviera que ver con el enfrentamiento de tú a tú, esgrima, tenis, pádel. Y finalmente yo, como a Dante, me gustaba la esgrima, pero también el tiro con arco, la hípica, y las carreras de coche.

Solo había una cosa que a los tres nos encantaba y éramos muy buenos, quizás debido a que durante la universidad lo practicábamos mucho, y todo por culpa de los problemas en que nos metía el maldito Smile, y su manía de meterse con cualquier mujer, sin importar si tenía novio o no, y no era otra cosa que el boxeo, o más bien el arte de darse ostias, hasta que uno cayera inconsciente, o se rindiera, lo que antes ocurriera.

Lógicamente ante un enfrentamiento en duelo entre Dante y yo, en esgrima, era un espectáculo digno de ver para todos los que le gusta este noble arte, porque los dos éramos competitivos, decididos, y nunca debamos nuestro brazo a torcer. Motivo de ello, mientras nos ejercitábamos a conciencia, pronto nos vimos rodeados de admiradores de la destreza en el duelo que ambos demostrábamos, entre ellos el competitivo Andrew Corneld.

Si añadimos que Smile hizo su papel de incitador, para captar la atención del CEO de Corneld Industries, todo quedo preparado, para lo que habíamos ido a buscar.

- "Desde luego que te dejes acorralar así, Vermont, debería darte vergüenza."- decía Smile, haciendo que el maldito Andrew supiera quien era uno de los contendientes. - "Y tú Dante, que hacer retrocediendo, lo tienes acorralado, remátalo."-

Como siempre el bocazas de Smile, conseguía lo que se proponía, que era exacerbarnos para que diéramos el cien por cien, era el peor amigo que nadie pueda tener en una pelea, debido a que era un puto provocador.

La verdad es que tuve que esforzarme mucho en derrotar a Dante, porque como yo, no le gustaba perder, pero, ante todo, estaba la misión que nos había traído a esa sala, que era dejarle claro al cierto malnacido, que mi mujer no se tocaba, ni siquiera de pensamiento, una cosa que le debía quedar claro a Corneld, era que yo no era como los otros maridos a los que él había arrebatado sus esposas, ni mucho menos.

Así que cuando al fin toque el torso de Dante con la punta de mi espadín, tuve la sensación de que el Demonio, había decidido que ya era hora que me fuéramos por quien era nuestro objetivo, mientras el retaría al Asistente, de Andrew, Cotton Macferson, que llevaba mirándonos también con mucho interés, y algo de deseo oculto.

Los aplausos, y las expresiones de apreciación, ante la derrota del Demonio, que yo supe que había sido provocada por el mismo, no tardó en que varios de los socios, que se encontraban en la sala, solicitaran un duelo, tanto Dante, como a mí, pero ambos ya estábamos esperando a que nuestros respectivos objetivos, nos retaran. Nos retirábamos el casco para ser reconocidos más fácilmente.

El guardián de mi cuerpoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora