Vermont.
Desde el inicio supe que Andrew Corneld iba en serio, ese hombre iba a matar o a morir, así que, si quería cumplir con lo que le había prometido a mi esposa, tenía que sobrevivir como fuera. Las estocadas surgían, unas tras otra, gracias a Dios yo era mucho más rápido que él, y más ágil, así que podía esquivarlo, en múltiples ocasiones fue fácil, pero él era mucho más diestro con esa arma que yo, con lo cual los mandobles, tenía que preverlos con tiempo, para poder esquivarlos, ambos sufrimos cortes de diferente gravedad, pero cuando ya conseguí, cansarlo, para mí fue rápido poderlo acorralarlo y desarmarlos de un solo golpe.
Al mismo tiempo que yo, mantenía la espada cerca del cuello de Andrew para que se rindiera, mientras su espada yacía a metros de sus manos, tras haberlo desarmado.
Mis amigos tuvieron que intervenir, golpeando a los padrinos, que había llevado Andrew, ya que lejos de sus acciones honorables, ese maldito estúpido había ordenado que en el caso de que yo lo derrotase, unos de sus padrinos me dispararán, para acabar con mi vida.
Con lo que no contaban ellos, fue con que Dante fuera un gran tirador, no como yo, desde luego, pero sí tenía puntería, así que darle la mano que sujetaba a la pistola con el arma que llevaba escondida, para él, fue cosa de niños, mientras un rápido Smile golpeaba con su puño, derribándolo al suelo, al otro padrino que, pretendía sacar su arma en esos momentos.
- "Veo que tu Dios, no te ha hecho ser más confiable y honorable de todos, una lástima para los adoradores de esa gran religión, Melek Bashkhiyan, hasta en el último momento recurres actitudes que te arrebatan el honor. Pero sabes lo que es peor de todo, que tu célula, tus grandes planes y tú, habéis sido derrotados, no por mí, sino por dos mujeres, esas que tú tanto despreciáis, la primera fue Viki Milton, que a pesar de que la asesinaste, pudo llevar toda la información y fabricar el prototipo que ha desactivado todos los microchips que instalasteis en los misiles, la segunda su mejor amiga, que por una promesa que le hizo decidió acabar contigo y toda tu gente. Así que cuando te reúnas con tu Dios en el cielo, cuéntale las atrocidades que has cometido y como una mujer te ha derrotado."- le dije antes de que, de un puñetazo, lo dejara inconsciente en el suelo.
Mis amigos se acercaron rápidamente después de anular a los dos padrinos, que habían intentado asesinarme, estos se mantenían atados a uno de los árboles, donde espera a que las autoridades vinieran a recogerlos.
- "¡Maldita sea, Cops! que susto me has dado, pensé en varias ocasiones que te iba a cortar la cabeza"- me dijo Dante intentando mantenerse inexpresivo, para que yo no supiera lo preocupado que había estado.
- "Sobre todo porque no queríamos explicarle ninguno de los dos, a tu mujer que te habías dejado matar, con una espada árabe. Con el genio que tiene, es muy capaz de resucitarte nada más que para volverte a matar ella, y con la misma espada."- me dijo Smile sonriendo mientras me abrazaba con fuerza, haciéndome gemir de dolor.
La verdad es que tenía algunos cortes, poco profundo en mi abdomen y en algunas extremidades, como en mis brazos y en una pierna, iban a dejar una bonita cicatriz, o eso esperaba decirle a mi esposa, aunque conociéndola, no estaba segura que eso le convenciera.
Muy pronto llegaron las patrullas de policía, coches de la CIA y ambulancia.
- "¿Quién ha pedido eso?"- dije mientras intentaba caminar con dificultad.
- "He sido yo, lo importante es que te curen antes de que tu esposa te vea, o nosotros también lo vamos a pasar mal, no creo que ninguna de nuestras esposas, nos perdonen que te hayamos entregado así, a su mejor amiga."- dijo Smile, sonriendo.
- "Por favor, Dante, por nuestra amistad, pártele la cara."- le dije a mi amigo Constantine, mientras señalaba a Bacon, con un dedo.
Lo siguiente que oí fue como algo caía al suelo, mientras dos sanitarios me ayudaban a caminar hasta la ambulancia. Pude girarme en el último momento para ver, cómo, mientras Dante estiraba su mano, para recuperar movilidad, Smile se levantaba del suelo, y nos gritaba a los dos.
- "Maldito Gilipollas... da igual los dos vais recibir lo vuestro, sobre todo tu Cop, cuando Sofía te vea así."- dijo aun sonriendo. Ese estúpido nunca deja de sonreír.
Lo peor era que sabía que sus palabras eran acertadas, o me curaban antes que Sonia Wilson me viera, o se ofrecería ella voluntaria a coserme ella misma, y después de la última vez que me curó, ¡No, Gracias! ...solo de pensarlo temblaba.
Sofía (alias Isabel).
- "Señora la llevaremos al hospital donde su marido la está esperando."- me dijo una de mis escoltas, tras enterarme, felizmente, que mi marido había cumplido su promesa, aunque no sabía hasta cuánto, cuando me comunicaron que estaba en el hospital, porque se encontraba herido.
Los nervios me atenazaban mientras nos trasladamos al hospital, todo lo que me decían era que estaba bien que solo eran unos cortes, pero yo no lo sabía, tenía que verlo por mí misma. El miedo de que me estuvieran engañando, suavizando todo era algo que tenía contemplado en mi mente.
- "Si son unos simples cortes, ¿Por qué lo han llevado al hospital? ¿qué es lo que me queréis ocultar?"- les pregunté más de una vez durante el trayecto, junto a mí venían mis amigas que también se mostraban escépticas con las explicaciones que estaban dando los escoltas.
- "Pobre del pervertido, como tenga un solo corte."- decía Vale.
- "Y el Demonio, que se prepare por haberme hecho pasar este miedo, el infierno de donde proviene su nombre, será un paseo en el parque con lo que voy a hacerles a su vida, por lo que me ha hecho pasar."- decía la seria de Samary, mientras se mordía los labios.
En realidad, durante el trayecto lo que nos dedicamos a hacer fue alimentar nuestras ganas de hacerse los pagar por lo mal que lo habíamos pasado, prácticamente nos alimentábamos las unas a las otras, mientras en nuestras cabezas rondaban miles de maneras de hacerles sufrir por ser tan desconsiderado, sin darse cuenta de que habíamos pasado por un infierno.
Pero con todo, éramos mujeres enamoradas, así que desde que llegamos a la habitación, y nos reunimos con nuestros maridos, la preocupación, la rabia y la furia se transformó en lágrimas, en abrazos, y en besos que no terminaban, para a continuación intentar golpearlos, por habernos hecho sufrir.
Siempre me he considerado muy fuerte, he luchado contra todo para que no me afecte, pero pese a todo, ver a mi marido en esa cama, ver al hombre que amo así, simplemente con unos mínimos cortes, casi hacen que el corazón se me salga del pecho, no por lo que fue, sino por lo que podía haber sido, así que abrazadlo y besarlo, mientras lloraba como una magdalena fue una reacción natural.
- "Tranquila Jessica Rabbit, he cumplido mi promesa, y como ves, no hay ninguna parte de mi cuerpo importante, que esté lastimada."- me dijo erróneamente para calmarme.
Me separé de él muy seria y golpeándolo en el estómago, lo hice gruñir de dolor.
- "Eso lo juzgaré yo después de que te inspeccione, por ahora confórmate con esto, y en la vida vuelvas a hacerme pasar por lo que he pasado, o no te lo perdonaré nunca."- le dije volviéndolo a besar, mientras aún lo oía gruñir de dolor.
Sinceramente no me apiade, si era tan machito para irse a jugar con espadas, que fuera más tan machito, para aguantar los besos y los abrazos de su esposa, al verlo regresar a su lado.
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El guardián de mi cuerpo
RomanceCuando Sofía regresa a la casa que compartirá con su mejor amiga, después de un día de trabajo de un turno doble en el restaurante italiano de Gios, al que había ido directamente al regresar después de casi dos años, desde México, donde vivía con su...