Vermont.
Se que me había excedido en mi respuesta ante los que claramente era otra manera de acabar con mi tranquilidad de esta desesperante mujer. Pero es que aun no comprendo con Sofía a su edad podía estar ilesa, con esa maldita manía que tiene de ponerse en peligro, o más bien no pensar antes de actuar. A una persona con dos dedos de frente, y que sabe algo de autoprotección, no se le ocurre arrojarse a los brazos de uno de los hombres más peligrosos que he conocido, que además pretende aniquilar a media humanidad, sólo por unos malditos ideales religiosos. Y no sólo con eso, se dedica a toquetearlo, para colarle un micro. Esta es sólo una de las muchas donde la maldita Femme fatal se ha metido. Es normal que quiera golpear algo o alguien, preferiblemente a ese estúpido de Andrew Corneld.
- "¿Es que esta mujer no se da cuenta, de cómo ese hombre la mira?"- pensé mientras mis palabras de enfado salían solas para intentaba aliviar, mi frustración.
Ella, por su parte, no me ayudaba a calmarme, más bien provoca que mi ira se extienda, y se inflame, hasta que reviente, como un maldito globo, no hay más que mirarla, mientras yo podría enfrentar a todo un escuadrón de marines y derrotarlos, de cómo me corre la adrenalina por las venas, ella está ahí sentada, como ensimismada, y hasta dudo que me esté escuchando.
La pista de los que esta ella pensando, la tengo en que la maldita, está más entretenida mirando partes de mi cuerpo o al infinito, que, mirándome a la cara, sólo le falta coger un cartucho de palomitas, y devorarla mientras yo la reprendo, así de desesperante es esa bruja. Y para colmo ni siquiera se muestra preocupada, o al menos, que es lo mínimo que se puede esperar de alguien en su situación, algo arrepentimiento.
Tomé aire y cerrando los ojos un segundo, conseguí autorregularme lo suficiente para poder hablar con ella, más tranquilo.
- "¿De qué sirve que esté así, cuando ella está a lo suyo? Esta mujer va a acabar conmigo antes de que acabe la misión, ¿Quién me manda a mí a salir de mis queridas calles de Nueva York, para hacer de guardaespaldas de esta psicópata kamikaze?"- pensé mientras el nivel de furia disminuía. Una vez más calmado, decidí hablar con ella.
- "Ni me estas atendiendo, ¿verdad?"- le dije con un nivel más regulado de enfado, aunque no así de frustración.
- "¡Lastima, no hay Hulk!"-le oí decir, por un segundo creí entender mal, que la había oído hablar de superhéroes, pero fue su cara que de repente enrojeció toda, pareciéndose a un semáforo, con una expresión de vergüenza, como si la hubiera pillado haciendo algo mal, lo que me confirmo que Jessica Rabbit, había dicho eso justamente, se había estado montando una maldita historia en su cabeza, desconectando de todo, mientras yo parecía una jodida hoya a presión a punto de estallar. Pero no conforme con eso, encima me lo ratifica,
- "¡Increíble!"-pensé alucinado.
- "Perdona, estaba pensando en otra cosa."- me dijo para continuación llevarse las manos a los labios, intentando retener inútilmente palabras que ya habían salido, mientras sus ojos se abrían de sorpresa y vergüenza, al darse cuenta, que había metido la pata.
Simplemente no pude evitarlo, mi cuerpo comenzó a caminar hacia ella, con mis ojos fijos en los suyo, mientras veía que ella no podía sostenerme la mirada. Sentía una tención en todo mi cuerpo, no sabía lo que iba hacer cuando llegara a su lado, las ganas que tenía de sentarla en mi regazo boca bajo y darle unos azotes en ese delicioso trasero, hasta se me pasaron por la cabeza, la deseche, enseguida, ni en sueños levantaría la mano a una mujer, pero siempre podría castigarla de otras formas. Una sonrisa inquietante se me dibujó en los labios, mientras varias forma de castigo pasaban por mi mente, que iban desde prohibirle salir de la mansión, hasta encerrarla en un escondite desconocido, donde ella no pudiera huir, y yo estaría más tranquilo.
- "He intentado, contenerme, ser comprensivo, no llevar las cosas más allá, pero tú lo pones difícil Jessica Rabbit, muy difícil. ¿Me quieres decir que los diez minutos que llevo dándote una reprimenda, para que comprendas que esto no es juego, ni me has escuchado?"- Le dije intentado acorralarla en el sillón donde ella estaba sentada, mientras ella retrocedía por el sillón huyendo de mí.
Al menos tenía la decencia de expresar algo de temor, que era más de los que lleva haciendo estos últimos diez minutos, mientras yo parecía una traca de feria, de la ira que sentía.
- "Lo siento, de verdad, es que estaba pensando en otra cosa, una estupidez, pero tienes razón, debo ser más cuidadosa, y..."- me dijo mientras ella mismo se iba arrinconando en una calle sin salida en el sillón, la interrumpí porque escucharla me enfadaba más, me recordaba el ridículo que había hecho mientras ella, se dedicaba en pensar en estupideces, como ella había dicho.
- "¿Me estás diciendo que mientras yo casi saco la bilis por la boca, por la estupidez que siempre cometes, compinchado con las otras dos, tú estabas en otra cosa?"-le dije casi atrapándola, gateando sobre ella.
Pero como siempre mi mejor aliado, está en su boca chivata, hizo algo que lo cambio todo, de forma definitiva, expresar lo que ella pensaba.
- "¡Joder con tu deseo por este hombre...!"- nada más decirlo fue como cuando le das pause en una grabación, todo quedo detenido, suspendido en el aire, mientras mi cabeza trabajaba a mil por hora, rebajándome en enfado, para subirme otro tipo de interés, uno que me ayudaría, de paso, a castigar a la pecadora.
Me había dado cuenta de que no era desinterés, era deseo oculto, mientras yo estaba a mil revoluciones por hora de la ira, esa deliciosa mexica también lo estaba, pero otro sentimiento igual de fuerte, deseo. No pude evitar sonreír, mientras miraba la cara encendida y avergonzada, grado infinito, de Jessica Rabbit.
- "¿Así que era eso?, mientras yo casi reviento de ira, tú te estabas montando una película en tu cabeza, con mi cuerpo, y sin invitarme. Desde luego, esto ha sido lo peor que ha hecho, con diferencia, señora Wilson, y por eso la castigaré, no es bueno dejarte pensar, o te metes en problemas. Como no deseo que crees más problema, que mejor manera para no dejar que tu cabecita tenga ideas, que de seguro me quitaran años de vida, que mantenerla ocupada en otras cosas."- le dije terminando de acorralarla, mientras mi cuerpo agradecía, tras la tensión recibida, sentirla cerca.
Sólo una parte de mi cuerpo, se tensiono, pero esa parte siempre tenía esa tensión, cuando sentía a esa mujer cerca, así que ya estaba acostumbrado. Su olor me llegó pronto, así como la tensión que sentía ella también, en sus ojos vi rendición y deseo, de hecho, ahora que lo veo bien, me doy cuenta de que, este último, siempre había estado ahí todo este tiempo, aun así, como buena luchadora, trato de librarse de su castigo, disculpándose.
- "Lo... Lo... si ... siento."- me dijo en un gemido, que ya era más un reclamo, que un intento de huir.
- "Tarde, pero te perdono ... aunque el castigo ... me lo cobro."-le dije antes de besarla con todas la anciana, la frustración y el deseo que sentía.
Si Jessica Rabbit pensaba que el castigo seria benevolente estaba más que equivocada, pensaba aplicarme muy bien en el castigo, y esa desesperante mujer iba a entender lo que es la frustración.
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El guardián de mi cuerpo
RomanceCuando Sofía regresa a la casa que compartirá con su mejor amiga, después de un día de trabajo de un turno doble en el restaurante italiano de Gios, al que había ido directamente al regresar después de casi dos años, desde México, donde vivía con su...