Capítulo 56

4 2 0
                                    

-Capítulo 56-

Alice:

Estaba recostada en el suelo de mi habitación. Algo estaba bloqueado dentro de mi, algo que soñaba por salir, pero ni siquiera me atrevía a pensar en ello. Y jamás iba a pasar. Miraba el techo blanco de mi cuarto, no recuerdo la última vez que lo vi con detenimiento, me pregunto si la última vez que lo vi aún era feliz. Era feliz? actualmente lo era? nono, no debía pensar en eso.

Detesto la humedad de mis mejillas.

Algo se sentía extraño.

Pero todo dejaba de doler. Incluso dejaba de pensar en aquellas cosas dolorosas, era como si algo se apagara que me impedía sentir.

Y lo amaba.

Pero era tan extraño que ni siquiera me sentía como yo misma, como si realmente nada a mi al rededor existiera, como si mis memorias incluso se hubieran esfumado.

No se como llegué a mi baño, pero estoy mirándome al espejo, apenas y puedo verme, está anocheciendo.
Tengo las manos mojadas, al parecer me las lave hace poco.

El timbre está sonando y yo salgo de mi trance.

Ni siquiera se porque suena, simplemente algo en mi inconsciente me dice que tengo que abrir.

No me siento real y esto tiene que parar. Nada de siente real.

Hay un chico de ojos azules detrás de mi puerta, y en el momento en el que me abraza todos mis muros se derrumban y toda la consciencia que había perdido vuelve a mi en una explosión de sensaciones.

Siento la calidez en mis brazos, en mi cuerpo, y deja de sentirse corporal y empiezo a sentir eso en mi alma, porque cuando miro sus ojos puedo encontrarme en ellos y me hace sentirme más real que nunca.

-¿Todo está bien?-me pregunta Marco con una sonrisa en sus labios.

-Ahora si.-y da igual la forma en la que pueda sonar, si puede lastimarme, si puede herirme, si puede no corresponderme, pero jamás me había sentido tan real a su lado como para poder ocultar cada cosa que se mi mente brota.

-Excelente.-me toma de los brazos y se aleja un poco de mi, ve cada detalle de mi rostro, asegurándose de lo que le digo.

Alertas se encienden dentro de mi.

Las manchas de colores.

Por favor que las haya maquillado antes, por favor.

Y por la manera en la que Marco vuelve a sonreír me asegura que no hay ni una mancha que no haya cubierto.

Todo está bien.

-Tengo un pequeño regalo para ti.-sonríe.

-¿Enserio?-pregunto sorprendida después de liberarme de aquella preocupación por mi rostro.

El se gira hacia su derecha, en donde hay una caja enorme de cartón.

-Para ti.-me da la sonrisa más grande y deslumbrante que haya visto.

-Wow, Marco...no era necesario, no tenías que...

-Oh claro que si.-el se apresura a entrar a mi casa y coloca la caja en la mesa del comedor.-Tienes que abrirlo, estuve un tiempo buscando todo para ti, quizás no esté tan completo como me gustaría pero algo es algo.

Procedí a abrir aquella caja de cartón, era realmente pesada, intenté cargarla pero no lo conseguí, así que me limité a ver que había en su interior.

Era el kit de pintura más grande que había visto en mi vida.

Tenía pinceles de todos los tipos que habían, un par de paletas, pinturas de tonos tan preciosos que jamás había visto en ninguna tienda. Tenía varios lienzos de diferentes tamaños, caballetes grandes y pequeños, diluyentes, paños, esponjas, cuchillos para paleta, soportes para secado, lápices, borradores, fijadores y estuches. Y preciosos detalles, un pequeño ramo de flores.

Dios siento las lágrimas en mis ojos.

¿Cómo podía ver a este chico a los ojos sin que se me derritiera el corazón?

El estaba ahí, con su sonrisa deslumbrante, y sus brillantes ojos azules, sonriéndome como si lo que acabara de hacer fuera cualquier cosa.

Pero el no era cualquier cosa.

El estaba apoyándome en cada una de las cosas que rodeaban mi vida, estaba buscando que persiguiera mis sueños, impidiendo que los abandonara y ayudándome a buscar oportunidades para conseguirlo.

Este chico me estaba sosteniendo de tanta mierda e incluso me estaba haciendo flotar. ¿Cómo a su lado podía sentirme con tanta paz? ¿Como podía ser posible que después de todo el siguiera aquí?

-¿Preciosa estás bien?-se acercó a mi de inmediato mientras leía mi rostro con cautela.

No podría estar mejor.

¿Cómo lo va a saber si estás llorando?

Ups.

Me apresuré a secarme las lágrimas, solté unas risas nerviosas.

-Claro que si, es solo que es lo más increíble que alguien me ha dado.-el ya me estaba abrazando, sin embargo con aquella última frase mía se apartó de mi y me miró a los ojos.

-Oh pétalo, ¿por eso lloras?-esbozó una sonrisa cargada de ternura.

-Lo siento, se que es exagerado pero es muy precioso.-seque una de las lágrimas de mi mejilla.

-No, tranquila, no exageras, me alegro de que te haya gustado, Alice.-y jamás me había sentido tan bien entre los brazos de alguien.

Después de mantenernos abrazados por un pequeño rato más, continuamos hablando un poco. Al parecer me dio aquel regalo para que siguiera pintando, y le gustaría que tuviera la oportunidad de pintar un cuadro más, sabiendo que iría directo a la galería.

Y claro que sería diferente aquel cuadro. Siempre pintaba para mí misma, pero esta vez lo verían otras personas, sería a propósito, gente importante lo vería.

Era una locura.

Pero no quería que un cuadro tan importante solamente tuviera algo mío.

-Quiero que lo pintemos juntos.-le dije totalmente segura de mis palabras.

-¿Qué? Alice, no creo que sea buena idea. Ese cuadro puede ser muy importante para tu carrera, además eres súper talentosa, no necesitas de nadie más, lo aprecio mucho pero no hace falta que hagas esto.

-Marco, lo digo enserio.

-Alice, yo no soy un artista como tú, solamente he llegado a pintar algunas veces, ni siquiera algo mío merecería estar en aquella galería, mi lugar es en la cancha o en cualquier otro, en verdad Alice, esto es importante para tu carrera.-intentó decir de manera seria pero cuidadosa.

-Tu eres importante para mí, Marco.-aquella frase dibujo una sonrisa en su rostro.

-No puedo preciosa, haría lo que fuera, pero no quiero arruinarte esto, es solamente tu momento, Alice.

-Un momento que tengo gracias a ti.

-No es gracias a mi, es tu talento solamente, tú eres brillante Alice, no necesitas ni de mi ni de nadie para cumplir tus sueños.-estábamos sentados en la sala, en uno de los sofás grandes, por lo cual manteníamos nuestra distancia. Sin embargo me acerqué tanto como pude a él.

-Marco, te lo repetiré las veces que sean necesarias, quiero que este cuadro lo hagamos juntos, y sea mi obra principal.-mis manos tomaron sus mejillas y las acaricie suavemente con el pulgar.-¿Si?

-Alice...-comenzaba a ponerse nervioso, estaba dudando al fin.

-¿Por favor?-supliqué en un hilo de voz.

Marco dio un gran suspiro.

-¿Alguna vez voy a poder decirte que no?-preguntó intentando oprimir una sonrisa que se dibujaba en su boca.

Eso era un si.

Así que me abalancé a abrazarlo.

-Eres el mejor.

Para ti.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora