En un pequeño rincón del tiempo, entre las sinuosas calles de Montecarlo, Mónaco, dos almas se entrelazaron desde la infancia, tejiendo una amistad que desafiaba las barreras temporales, incluso aquellas que separan la amistad del amor.
Ella, con un...
Juliette recorrió la sala, observando con detalle cada rincón. Aunque inicialmente esperaba el típico estilo de una súper estrella, se sorprendió gratamente al descubrir que había algo más íntimo y personal. El piso de madera crujía ligeramente bajo sus pasos, las paredes blancas contaban historias enmarcadas en fotografías, y en los estantes se alineaban premios y medallas que contaban la trayectoria de Charles.
-Sabes— continuó mientras volteó a ver al de ojos verdes en la cocina, tratando de alcanzar copas de vino— Tiene un aire... me recuerda a...—
-...¿la casa de mis padres?- dijeron los dos al mismo tiempo— Es que si. Sabes que me gusta mostrar reflejos de dónde vengo, de quién soy. No olvidar mis raíces.—
Jules asintió mientras continuaba admirando las fotos y premios de Charles. Por otra parte, el se acercaba a lo que sería la sala común, frente a un gran televisor para dejar en la pequeña mesa que había frente al sillón una botella de vino y las dos copas.
-Es increíble- Juliette expresa sorprendida mientras veía todo lo que Charles consiguió de premios.
-¿Qué cosa?- Charles se acercó a Julie y desde atrás, la abrazó
-Todo esto- ella contestó abrazando los fuertes brazos de Charles que la sostenían ahora- ¡Oh, mírate aquí!— señaló una fotografía de Charles sentado de uno de sus carros cuando era niño.
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—¡Oh, y esta! ¡Mira esta!— Jules toma el marco y lo acerca para que lo vean mejor. Charles apoyó su mentón en el hombro de la castaña.
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-Es increíble lo que has logrado, Charles— Juliette deja el marco a un lado de uno de los trofeos— ¿Y esto?—
-Oh, no, no, me había olvidado que mi madre me enmarcó esa foto— Charles intento quitársela pero Juliette, entre risas no se lo permitió.
-¿Son Pierre y tu?— pregunta admirándolo con asombros— ¡Ow, miren sus cabellos!
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