En un pequeño rincón del tiempo, entre las sinuosas calles de Montecarlo, Mónaco, dos almas se entrelazaron desde la infancia, tejiendo una amistad que desafiaba las barreras temporales, incluso aquellas que separan la amistad del amor.
Ella, con un...
Sentada en el balcón de mi casa, observé el atardecer mientras sostenía una copa de vino. Mi mente revivió los recientes eventos: el emotivo encuentro en el evento, la difícil decisión de renunciar a mi trabajo, la noche con Charles, y las risas compartidas con amigos. Sin embargo, la tranquilidad se vio interrumpida por la realidad que me preocupaba: la incapacidad de conseguir un nuevo trabajo. Mis ahorros se agotaban, y la incertidumbre del futuro se cernía sobre mí. Necesitaba encontrar una solución, y pronto. La copa de vino se volvía amarga ante la inquietud que me embargaba.
En ese momento, mi teléfono vibró con una video llamada de Max. Con cierta vacilación, acepté la llamada, dejando que mi teléfono quedase reposando sobre la botella de vino, así estaría más cómoda.
—Hola, Julie— Me saludó Max desde lo que parecía ser desde una habitación.
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—Hola, Max —dije, sosteniendo la copa de vino mientras le ofrecía una sonrisa tranquila.
Hubo un silencio de tan solo unos segundos, haciendo notar la incomodidad de la situación.
—Y, eh... ¿cómo has estado?— me pregunta de pronto.
—Bien— contesté con una débil sonrisa— ¿Y tu?—
—Bien, también— asiente con la cabeza.
"Vaya que esto es incómodo" pensé. La incomodidad persistía mientras intercambiábamos respuestas cortas y evitábamos tocar temas más delicados. Hasta que Max suspiró, como si estuviera preparándose para lo que vendría.
—Escucha, Juliette, yo...— hace un gesto con su mano—... lo siento.
—Max...- iba a decir algo pero él me interrumpió.
—No, déjame terminar, por favor— me pidió, así que asentí con la cabeza para seguir escuchando lo que tenía para decirme— Yo fui un idiota, ¿si? Esa noche, yo dije cosas que no quería decirte.
—Puede que no querías, pero aún así lo pensabas Max— levante mis hombros mientras me abrazaba a mí misma.
—Lo sé, lo sé— Max asentía con la cabeza— Pero solo porque yo no soy como tú. Quiero decir, si hubiese sido yo en tu lugar, tendría miedo. Yo... no sabría qué hacer, y dejaría que el miedo realmente me afecte. Me hubiese aterrado.
—Pero Max— me acerqué un poco más a la cámara de mi teléfono— ¿Qué te hizo pensar que yo no estaba aterrada?
—Lo sé, Jules— me contestó— Por eso quería pedirte perdón. Tu necesitabas alguien que esté allí, a tu lado, apoyándote. En cambio, me comporte como un idiota.
Suspire mientras lo observaba fijamente a los ojos.
—Y luego, cuando quise ir y ayudarte con todo el evento, tenía miedo de cómo reaccionarías. Pensé que no querrías hablarme—pasa una mano por su cabello, despeinándolo— Por eso también me fui sin despedirme. No quería que nuestra relación terminase en un "adiós", ¿me entiendes?
