Capítulo 16

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Capítulo

16

Al siguiente día una doctora entró a checar los signos de mi hermano, nos dijo que esa misma mañana lo daría de alta pues él ya estaba muy bien, me alivió saberlo, aún no sabía que pasaría con el rey y para ser sinceros quitarme una preocupación de los hombros no estaba mal. Luego de su salida del hospital nos encontramos con Neri quien nos informó que había pedido el día y que era ella quien nos llevaría a el departamento de mi hermano. En el camino pude notar que los dos tortolitos estaban serios uno con el otro, pero en mi hermano caía la mirada de culpa, cosa que no me sorprendió porque así es él.

—No sabía que podías tener tu departamento —intenté romper el hielo—. Me imaginaba todo esto como en las películas, ya saben viviendo y durmiendo en carpas.

— Los soldados duermen en dormitorios comunitarios, si a eso te refieres, pero los comandantes tienen derecho a tener algo privado para ellos —habló Neri.

—¿Y los generales no?

—Solo un cuarto dentro de los dormitorios, pero para ser justos las instalaciones están mejor que bien.

Sabía que los cargos ahí tenían alto valor, mi hermano me lo explicó alguna vez; existía un tipo de pirámide, primero estaba el rey luego los duques que ayudaban a dirigir la guerra, luego los comandantes quienes dirigían por sectores, cada sector tenía de dos a tres tropas, las cuales las dirigían los generales y sargentos. Mie hermano era un general tiempo atrás antes de que tomará el lugar de papá en la armada. Al llegar a su departamento noté que era el más pequeño de la zona, cuando se lo comenté dijo que tenía que ahorrar para los gastos de casa, pues no se sentiría bien viviendo en un pen-hause mientras nuestra casa se caía a pedazos, sin embargo, los altos mandos lo obligaban a tener un departamento por seguridad.

—Eres muy ordenado —protesté una vez que terminé de ver su pequeña casa.

—Eso es obra de Neri, no soporta el desorden.

—¿Vives aquí? —le pregunté a la aludida.

—Me la paso más aquí que en mi propio dormitorio así que supongo que sí.

—Genial.

Mi hermano y ella estaban sentados en la sala a una distancia sospechosa así que quise ayudarles en su reconciliación.

—¿Me prestas un cargador? Tengo que hablar con la abuela

—No tenemos teléfonos aquí.

—Entonces ¿dónde puedo escribir una carta}'.

—Te llevaré a las oficinas de correo —propuso Neri.

—No... prefiero ir yo sola, solo dime que debo hacer.

Ella miro a mi hermano, y al obtener su aprobación me indicó lo que debía hacer.

Acaté sus indicaciones y me fui a escribirle la carta a mi abuela, aunque al llegar tuve la intención de hacer lo mismo con Jacob pero el resentimiento que sentí al recordar las palabras de Itkan relatándome lo que hacía me detuvo, no iba a negar que parte del viaje hasta el campamento le di vueltas a lo que seguía sintiendo por él, ya me había decepcionado mil veces y seguía sintiendo mariposas en el estómago cuando lo miraba, me seguía poniendo nerviosa ante sus halagos, pero sobre todo lo seguía queriendo.

No tardé mucho escribiendo esa carta, pero retrasé mi camino, la curiosidad me ganó y me di vueltas por otros rumbos, según un joven que fue el que me orientó fui a la base de armas y entrenamiento, pese a lo que veía en las películas ese lugar era muy lujoso, casi le proponía a mi hermano quedarme con él, le lavaría su ropa le cocinaría, conseguiría mi propio cuarto y de vez en cuando me enrollaría con uno de los generales que por lo que vi estaban muy bien de cuerpo, sin embargo, la motivación sobre proponérselo se esfumó cuando abrí la puerta y vi a dos personas sentadas en la sala con mi hermano y Neri.

RUMBO A LA SALVACIÓN DE UNA MONARQUÍA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora