Capítulo 3

292 25 0
                                    




Días después tratando de recuperar el dinero que Meredith tomó, doblando turno en mi trabajo regresé a casa pareciendo un zombi, me dolían los pies, mi espalda no aguantaba un segundo más y lo único que esperaba era que mi adorable tío ya hubiera partido a la dichosa fiesta, no quería escuchar sus regaños sobre llegar tarde y eso.

La buena noticia de ese día era que gané buenas propinas y que Jacob sí se presentó a trabajar, no charlábamos mucho, pero en ocasiones en cuanto nuestra mirada se encontraba me dedicaba una pequeña sonrisa.

Al abrir la puerta de mi casa y escuchar a todos mis primitos gritando puse los ojos en blanco, Cler tenía bastantes hermanastros pequeños y la mayoría eran unos malcriados.

—¿Tarde ocupada? —preguntó Cler. Luego de salir de la cocina.

—Mucho, creo que no doy para subir las escaleras —admití.

—Te esfuerzas mucho por ayudar a tu hermano en los gastos —indicó.

—Alguien lo tiene que hacer.

—Creo que regresaré temprano, espérame y salimos por algo de comer.

—No puedes regresar temprano Cler, es una fiesta.

—Nah, realmente solo vas a juzgar a la realeza, a lamer algunos culos, algunos a conseguir esposa, o a comer.

Me reí ante sus declaraciones y avanzamos a mi habitación.

—Voy a ser sincera, si me hubieras dicho que se comía en esas fiestas hubiera aceptado la invitación.

—Aún puedes ir.

—Tienen que irse ya, además quiero descansar, el idiota de mi jefe me hizo trabajar más de la cuenta.

—Te contaré los detalles cuando llegue.

—Estaré esperando.

Cler asintió con la cabeza antes de acudir al llamado de su padre, yo por mi parte subí a mi habitación encontrándome a mi hermana reluciente, vaya que se veía muy bien, quise halagarla, pero como estaban las cosas seguro me mandaba  a la Patagonia .

—¿Llamando la atención? —preguntó sarcástica.

—¿Qué dices?

—Es lo que sueles hacer cuando yo brillo más que tú.

Supe que se venía un de sus rabietas, así que solo suspiré y seguí mi camino.

—No sé de qué estás hablando Meredith —admití cansada.

—Por dios, no te hagas la ilusa, te molesta que yo me vea bien y tu estes toda mugrosa por salir de trabajar.

—No me molesta que te veas bien, ni tampoco mi aspecto —aclaré.

—¿Entonces por qué esa cara?

—Meredith creo que estás viendo cosas que no son.

Caminé dejando mis cosas, para luego quitarme los zapatos, sentí un descanso enorme, casi me da un orgasmo de la comodidad. 

—¿Qué le dijiste a Mike? —preguntó de pronto enojada.

—Nada.

—No me quieras ver la cara de estúpida Keyla, hablé hoy con él.

Entonces levanté la mirada topándome con la de ella, casi me da un escalofrió de lo enfurecida que se veía. Mi hermano debió haberle dicho algo y ese era el motivo de su enojo, o al menos eso quise pensar.

RUMBO A LA SALVACIÓN DE UNA MONARQUÍA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora