Capítulo 55

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Keyla 

Llegamos a Odneltter cinco días después de la muerte de la exreina, por mucho que me pereciera sorpresa no declararon el reino en luto, Odneltter era muy parecido a Frizroyen solo que sin tanto avance tecnológico en el palacio todo estaba listo para enterrar el cuerpo de la difunta madre de la ahora reina. Al palacio solo llegamos Itkan, Hades y yo, Cler no quiso asistir ya que según él el estar viendo a Itkan y Kiara abrazándose no se sentiría cómodo, aunque lo que si cargaba conmigo era la carta de Tadeo el cual me dio antes de abordar el vehículo la carta para Kiara.

—Hades.

—¿Si linda?

—¿Estamos seguros aquí?

—¿Por qué lo preguntas?

—Ah...no sé tal vez porque estamos en la nación enemiga.

—Hablé con Rebeca, acordamos un paro de armas en sororidad.

—¿Qué tan confiable es?

—Prácticamente tiene un arma en la cabeza, no hará nada.

—Bien.

Asentí observando el castillo era más pequeño que el de Frizroyen, pero igual de lujoso, los adornos florales con margaritas —la flor de luto usada en el continente—se vieron desde el inicio. La duquesa Ester nos recibió, o más bien recibió a Hades.

—¿No hay un saludo para nosotros? —preguntó Itkan.

—Tengan buena tarde —saludó ella elegantemente.

—¿Y la reverencia?

Ella obedeció dirigiéndose a Hades e Itkan.

—Oye no quiero interrumpir tu embelesamiento con el rey, pero ¿sabes dónde está Kiara? —hablé.

—Ah...buen día Keyla, no sabía que nos visitabas.

—No las visito, solo vengo a acompañar a Kiara.

—Claro porque todos necesitan consolarla a ella.

—La verdad no sé si todos, pero al menos yo sí.

—Su alteza usted y yo compartimos dolor al perder a nuestra madre al nacer...usted y yo deberíamos consolarnos mutuamente —se dirigió a Hades ignorándome.

Ay esa mujer, a kilómetros podía oler su desesperación.

—¿No entendiendo tus intenciones? —habló Hades indiferente.

—Es que no hay nadie...Hades respecto a lo que tuvimos yo pensé y podías darme unos segundos.

Un nudo se formó en mi estomago ante su sinceridad y el recordar como lo veía la vez que estuvimos en el baile.

—¿Sabes dónde está Kiara o no? —pregunté interrumpiendo su dolor.

Me sentí una hija de puta, pero quería ver a mi amiga y alejarme de lo que sea que formaran ellos dos.

—Sé de antemano que tienes un compromiso y que no cambiarias a Clarisa por nadie, sin embargo, solo pido un abrazo. —habló ignorándome con las lágrimas cayendo por sus mejillas.

—Bien yo la busco. —espeté malhumorada dándome la vuelta.

—Atira —me llamó el rey justo antes que Ester se le echara a los brazos.

RUMBO A LA SALVACIÓN DE UNA MONARQUÍA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora