Capítulo 35

169 19 0
                                    

  —Y a no entendí.

—Madre mía Keyla quieres entenderlo todo.

—Ay no empieces, todos me piden que no lo entienda todo, si no quieren que trate de entenderlo no me lo cuenten.

—Solo hablamos, y ya —informó mi primo.

—Pero, sobre Itkan.

—Sí.

—¿Y de pronto ya no tienes celos? —pregunté calibrando su respuesta.

—Sé que no tengo que preocuparme con ella.

—Ya.

No pensaba darme más información, estaba claro.

—No te enojes —pidió.

—No estoy enojada.

—Tienes cara de que sí.

—Ay, ya me voy —protesté.

—¿A done?

—A donde he estado todo el tiempo que me dejas sola.

—Uy, ya relájate.

—No.

—¿Qué no estabas muy feliz con Kiara aquí?

—Sí, pero dijo que se iría al día siguiente y ya lleva una semana aquí, y créeme que me agrada, pero ella piensa que estoy comprometida y hace preguntas, muchas preguntas —espeté.

—¿Por eso estas así?

—Además el tonto del rey.

—¿Qué pasa ahora con él? —preguntó mi primo risueño.

—"Atira te veo esta noche" "Atira tenemos una junta pendiente esta noche". Lleva una semana así, y ¿sabes que pasa cuando voy a la supuesta junta?

—¿Qué? —preguntó.

—Pues que está con una tal Clarisa, no lo entiendo —dije bastante enojada.

Cler estalló en carcajadas luego de mi repentina rabieta, haciendo que mi enojo aumentara.

—¿Por qué nos reímos? —preguntó Itkan entrando a mi habitación.

—Ah, otro —me quejé.

—Hey espera, pensé que la temporada de odiarnos había quedado atrás.

—Está estresada —explicó Cler.

—Puedes entrar al spa —sugirió mi amigo.

—¿Hay spa? —preguntó mi primo.

—Sí ¿quieres ir? — la ilusión le desbordaba por los ojos.

Cler lo pensó unos segundos, pero al final accedió, Itkan ordenó un masaje y mascarillas, además de bocadillos, a mí no me invitaron, tampoco es que hubiera aceptado si lo hacían, me tiré a mi cama ahogando un grito de desesperación en mi almohada, necesitaba salir del palacio. Abrí la ventana de mi habitación viendo a Kiara tomar el té sola, ella había sido muy buena diversión, sin embargo, sus preguntas me estresaban aún más. Pero aun así quise acompañarla con una idea en mente.

—Hola —la salude al llegar a ella.

—Hola Key ¿cómo va tu día?

—¿La verdad o la mentira?

RUMBO A LA SALVACIÓN DE UNA MONARQUÍA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora