Capítulo 56

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Keyla 

El funeral de la exreina de Odneltter no tuvo muchos honores, le dijeron al pueblo que así lo había querido ella, pero la verdad era que se notaba las ansias que portaba la reina actual por incinerarla. Como si de un placer se tratara.

—Entonces ¿estás enojada con Itkan desde ese día? —preguntó

—No, enojada realmente no estoy enojada tal vez solo un poco molesta.

—Conozco a Itkan y cuando siente que todo se sale de control explota.

—Vaya forma.

—Deberían tomarse su tiempo y hablarlo.

—Ya llegará el momento, por ahora prefiero que ese bien con Cler.

Caminábamos por los pasillos del palacio, con la intención de hacer más tiempo antes de mi despedida.

—¿Y tú?

—¿Yo?

—¿Estás segura de que estarás bien aquí?

—Mi hermana podrá odiarme, pero el pueblo me quiere, es lo que me mantiene a salvo.

—Sabes que puedes llamarme en cuanto lo necesites ¿verdad?

—Gracias.

Nos detuvimos al escuchar gritos provenientes de una de las puertas, Kiara me jaló a un lado y nos asomamos por la rendija que se colaban los gritos, en la habitación se encontraba la reina Becca y su prima Ester.

—No lo entiendes —espetó la duquesa.

—Si lo hago.

—Es que la observa de una manera intolerable.

—¿Cómo si se la quisiera follar?

—Como si la quisiera de verdad —corrigió ella.

—Sera porque es su cuñada es normal formar lazos familiares.

—No, nadie protege ni defiende a su cuñada de la manera en que lo hace él, hay algo más.

—Necesitaría verlo para creerlo.

—Además ella lo observa con tal fervor que me hace querer vomitar.

—¿Qué es lo que quieres Ester?

—Oh mi querida reina, lo quiero a él...solo para mi —exclamó con orgullo.

La reina Beca en ese entonces llevo las manos la cadera desabotono su extravagante falda y la dejo caer, dejando ver su ropa interior.

—Ya sabes lo que tienes que hacer —habló sin despegar la vista de Ester.

La aludida la miró con una sonrisa camino a ella, se puso de rodillas y...

—¿Ahora acostumbran a espiar detrás de la puerta?

Me giré de inmediato al escuchar la voz de Hades detrás de nosotras.

—Calla que adentro están repartiendo orgasmos —susurré.

—¿Espían el acto sexual de otras personas? Y yo que pensé que mis dedos eran suficientes. —se burló.

—No es cualquier acto sexual, te sorprendería saber.

RUMBO A LA SALVACIÓN DE UNA MONARQUÍA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora