Capítulo 31

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Hades

—¿En dónde?

—La costa sur, viajaron asiéndose pasar por una pareja de diferentes rasgos.

—¿Cuánto tiempo llevan ahí?

—Aproximadamente dos meses, tambien se detectó que la conocida como Aitana compró nuevos boletos, para moverse de lugar.

Era lista, sabía que la buscaríamos, sabía que acudiría a su hermano y a Jacob, por eso los dejó fuera de eso, no me sorprendía demasiado para ser verdad, pero muy en el fondo sabía que era de esperarse que una persona como ella podrirá hacer eso y más.

—¿Qué fecha tienen los boletos? —pregunté.

—Para mañana por la noche su alteza.

—Retírate.

El investigador de la elite hizo lo que le pedí de inmediato. La tenía y esa vez no escaparía, sus ojos llenos de furia me habían perseguido hasta ese momento, no dejaba de recordar lo que le dije y lo herida que se mostró en ese momento. Después de ordenar que prepararan nuestro transporte fui a buscar a mi hermano, lo encontré en el jardín jugando ajedrez con un espejo frente a él, a su alrededor había tres botellas de licor vacías y con su mano sostenía la cuarta. Tomé asiento en el lugar del espejo, él ni siquiera se molestó en mirarme pues estaba muy concentrado en que la pieza de ajedrez callera en su lugar correspondiente.

—Deja eso —le pedí cuando le dio un trago a la botella.

—Oh... tú —arrastró las palabras.

—Tenemos que ir a la costa sur —le indiqué poniéndome de pie.

—¿Yo? No yo no.

Al verlo volver intentar tomar de la botella se la quité, me observó con recelo, pero estaba demasiado ebrio como para explicarle de que se trataba.

—Tienes diez minutos —le ordené.

Como lo ordené mi hermano estaba en la puerta del avión diez minutos después, tres escoltas lo ayudaban a sostenerse y por alguna razón él no soltaba una maseta que traía en las manos.

—Hey, lastimaste a macetin —se quejó con un guardia.

—Déjenlo aquí para el despegue. —les ordené señalando con la mano el asiento frente a mí.

—¿Y macetin? —preguntó como un niño pequeño.

—Es una maseta Itkan.

—No, él es un buen amigo.

Ya quería ver la cara de mi hermano cuando me burlara de él por su repentino amorío con una maceta.

—Bien, que lo sienten junto a ti.

Los guardias obedecieron de inmediato, preparándonos para despegar.

—Su majestad —me llamó uno—Su tío Israel está en el palacio buscándolo.

—Que siga buscando, nadie sabe a dónde fui.

—Como ordene mi señor.

Itkan se la paso explicándole todo lo que había en el avión a la planta con gran emoción, mientras yo me reía en silencio de cada una de sus palabras. Al asegurarme que era seguro decidí llevarlo a dormir, pues me hubiera matado si lo dejaba ver a Cler así de borracho.

RUMBO A LA SALVACIÓN DE UNA MONARQUÍA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora