Capítulo 34

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         La sorpresa cruzó mi cuerpo al ver a Kiara cruzar el umbral, Itkan se tensó de pies a cabeza, mientras a mi primo se le desfiguraba la cara nuevamente.

—Hola —saludó ella tranquila.

—Buenos días, Kiara —saludó el rey.

—Ah, inhumano —espetó ella.

— Te esperábamos hace una semana, Atira estaba muy ansiosa —informó.

—Yo esperaba tu respuesta hace dos meses —se quejó.

—No tengo tiempo para todo, debes comprender.

—Sí, como digas.

Cler intentó salir del salón, sin embargo, Itkan lo detuvo en el mínimo intento.

—Hola Keyla —me saludó la joven de ojos tristes.

—Hola Kiara.

Antes de decir algo más Kiara recorrió a los presentes de pies a cabeza y para todos fue notorio como su sonrisa se apagaba cuando llegaba a Cler.

—Vengo a verte a ti, pero antes tengo que hacer algo, así que ¿me permites?

Asentí confundida viéndola caminar hacia mi lado izquierdo.

—Cler ¿cierto?

—Ese soy yo —respondió mi primo a manera de confirmación.

—¿Me permites un momento?

—No —respondió Itkan tenso.

—Sí —lo contradijo mi primo.

—No lo pondré en tu contra si es lo que te preocupa —le aclaró Kiara a Itkan.

Dicho esto, Cler y Kira salieron al jardín dejando a un Itkan inquieto, no sabía mucho de su historia pero estaba segura que había una historia.

—Tranquilízate —le ordenó el rey a Itkan.

La tristeza se reflejaba en los ojos de mi amigo, y su desesperación en el repentino movimiento de su pie.

—Itkan —lo riño de nuevo el rey.

—¿Qué pasa? —pregunté.

La repuesta de Itkan fue bajar la mirada y la del rey verlo impacientemente, era un tema que al parecer no podía ser tocado.

—Bueno, creo que me voy —respondí ante la incomodidad.

—No...yo —saltó Itkan aún más desesperado.

—Itkan —alzó la voz el rey.

—Ya nos veremos cuando sea necesario —lo tranquilicé.

Mi amigo asintió pero pude ver como las emociones se remolineaban en sus ojos.

—Atira —me llamó el rey.

—¿Sí?

—Necesito ver unos asuntos contigo en cuanto llegue la noche.

—¿Por qué en la noche?

El rey suspiró como si tratara de recuperar toda su paciencia.

—Es la hora en que el pueblo no sospecha —explicó.

RUMBO A LA SALVACIÓN DE UNA MONARQUÍA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora