—¿Era necesario traer todo esto? —me quejé por enésima vez.
—Deja de reprochar —espetó el rey.
Bufé con los pies doloridos y cargada de cosas, casi era de noche y no quería avanzar más, llevábamos prácticamente todo el día caminando en silencio, no me molestaba el silencio que nos adornó sin embargó la necesidad de hacerlo hablar ya me ahogaba.
—Oye juguemos un juego —pedí.
—Ilústrame.
—Tú dices algo que odias y yo que me gusté —dije lo primero que se me vino a la mente.
—¿Cuál es el propósito de ese juego?
—Desaburrirme.
—No estoy interesado.
—Pero yo jugué contigo ayer.
—Bien, pero camina más rápido.
—Venga comienza —lo alenté.
—Odio que me ordenen.
—Yo odio lo mismo.
—Tenías que decir algo que te gusta.
—Me gusta que me ordenen...
Me miró con curiosidad y noté ese brillo juguetón en sus ojos.
—Que coincidencia que a mí me guste ordenar —me cortó él.
—Hades no te vayas por ese lado —advertí.
—Tú comenzaste.
—Me refería a que me gusta que me ordenen de vez en cuando y no tener responsabilidades
Lo vi sonreír por mi torpeza hasta que se quedó quieto viendo al frente.
—¿Qué? ¿Te chupó la bruja?
—Calla.
—¿Por qué? ¿Ahora qué paso?
—Atira calla o te pondré a hacer el trabajo de la bruja a ti.
—¿A chupa...? Ay, Hades —exclamé indignada.
Dirigí mi mirada a al punto que se encontraba la suya, un coche negro se encontraba a unos metros de nosotros.
—Tal vez esté abandonado —le susurré acercadme él.
—No, hay alguien adentro.
—¿Cómo sabes?
—Todas sus ventanas están empañadas.
—Uy, yo vi esto en el titanic...pero entonces ¿hay dos personas teniendo sexo ahí dentro?
—Vamos a ver. —indicó el rey comenzando a caminar.
Sentí un gramo de adrenalina correr por mi cuerpo mientras me acerba escondida detrás de él, los gemidos escandalosos de las personas en su interior comenzaron a llegar a nosotros mientras más nos acercábamos. Al llegar el rey tocó la ventanilla sacándoles un grito a los de adentro, tardaron como diez minutos en salir vestidos, agitados e indignados.
—¿Se puede saber qué diablos quieren? —gritó el chico enojado.
—Cállate Reinel ese es el rey —lo detuvo la chica apenada.
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RUMBO A LA SALVACIÓN DE UNA MONARQUÍA.
RomanceKeyla odia la monarquía. Keyla no piensa las cosas antes de actuar. Keyla odia el desinterés del rey. Keyla detesta a todo el mundo. Keyla odia la guerra. Keyla no quiere saber de nadie que no sea su familia. Pero...entonces ¿qué hace...