Capítulo 26

225 19 1
                                    


         No podía mover mi cuerpo cada que lo intentaba un latigazo de dolor me recorría haciendo que me debilitara, la cabeza me dolía como si en algún momento fuera a explotarme, intenté abrir los ojos dos veces, pero mis parpados no respondieron hasta la tercera vez y para mi suerte, la cara que encontré frente a mí era la del rey enojado.

—¿Qué? —comencé aturdida.

—No te muevas o el dolor aumentará —una voz dulce sonó a mi derecha.

—Quiero vomitar —anuncié en un susurro.

Ates de cerrar los ojos nuevamente intentando organizar todo en mi cabeza vi al rey retroceder tres pasos como si en vez de vomitar hubiera dicho que lo iba a matar. Al paso del tiempo el dolor en mi cuerpo —en especial en mi mano— fue aumentando mientras tomaba conciencia de mi entorno. Abrí una vez más mis ojos, esa vez reconociendo que me encontraba en una habitación obscura.

—¿Te sientes mejor? —preguntó la voz dulce de mi lado.

Giré para investigar de quien se trataba aguantando me el dolor que me ocasionaba hacerlo, y no me sorprendió encontrar a la joven de cabello rizado y ojos grandes que había llevado a Itkan a bailar.

—¿Kiara? —pregunté esperando es fuera su nombre.

—Sí, esa soy yo ¿te encuentras en mejor estado.

No asentí ni confirmé pues el dolor de mi brazo izquierdo al intentar moverme me hizo doblar.

—No, no, no te muevas —sugirió Kiara.

—¿Qué mierda me paso? —pregunté a punto de entrar en desespero.

—Un atentado de parte de los cristeros —explicó el rey desde algún punto de la habitación.

—¿Dónde estamos? —le pregunté a Kiara ignorando al imbécil.

—En un refugio.

—Pero yo ya me iba.

—Yo igual, vi como el rey y tu salían del salón en el mismo momento que yo, el rey te sujeto antes que la puerta impactara contra ti, pero aun así quedaste inconsciente a los segundos, corrimos a los refugios y como los principales ya estaban llenos el rey nos trajo al suyo.

Mi mente no dejaba de trabajar tratando de recordar lo que ella me relataba, sin embargo, reparé más en el hecho de que el rey me haya salvado, pues claro que no iba perder su pasaporte para el oro, sería muy tonto de su parte.

—Es usted muy amable majestad —la voz de otra chica sonó en la estancia.

—Muy amable —ironicé, provocando una risita en Kiara.

—Que seas cuñada del rey no te permite faltarle al respeto—me riño la otra voz—. Él se merece ser tratado con dulzura.

Y entonces me reí, porque estaba segura de que el rey lo que menos necesitaba era que le hablarán dulzura, sonaba tan ridículo.

—Si quiere que el rey sea tratado con "dulzura" entonces hágalo usted —espeté arrastrando la voz.

La risita de Kiara se hizo sonar en la habitación mientras la otra voz suspiraba indignada.

—¿Acaso no sabes quién soy? ¿Cómo te atreves a dirigirte así a una duquesa? —vociferó indignada.

—Auch, no grites me duele la cabeza —me quejé afectada.

RUMBO A LA SALVACIÓN DE UNA MONARQUÍA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora