El camino al palacio fue realmente estremecedor, en mi cabeza no se dejaron de repetir las posibles imágenes de las cosas que les podrían haber hecho a los Sabesto, en ese momento en el coche solo se respiraba tención, anqué llegué a sospechar que cada quien tenía diferentes cosas en la cabeza; el rey nos acompañó a la biblioteca, que era enorme y el lugar en donde trabajábamos mi primo y yo, de inmediato abrimos la caja esperando obtener información, fue el rey quien sacó lo primero y único que había en ella.
—¿Un pedazo de hoja? —preguntó mi primo indignado.
El rey se posó a mi lado provocando que su perfume inundara mi aura, me tendió la hoja como si fuera muy obvio lo que quería decir, tardé en recibirla, pues sentía como mis sentidos se nublaban al querer embriagarme en su aroma.
—Es la mitad de algo —me informó.
—¿De qué? —logré preguntar.
—No lo sé, ¿qué información hay de los Sarabia?
—Nada —respondió mi primo.
Tuve que retirarme a una distancia apropiada, de lo contrario hubiera perdido razón con el rey a mi lado, mi escusa fue tomar nuevamente la carta y caja que dejaron lo Sarabia.
—Su alteza —lo llamarón desde la puerta.
—¿Sí? —su voz gruesa inundó la habitación haciendo que mi mente viajara a lo prohibido.
—Los duques lo buscan.
El rey salió pidiéndonos que continuáramos con la búsqueda, no negaré su culito siempre era buena vista.
—¿Crees que debamos ir a la casa de los Sarabia? —preguntó mi primo en cuanto el rey salió.
—No creo, sería muy tonto de su parte dejar las pistas en el mismo lugar.
—¿Qué propones?
Suspiré alejando la imagen del rey de mi mente, tenía que concertarme en la carta que se deslizaba por mis manos.
—La carta esta rara, algo no estamos viendo.
—¿La leo de nuevo?
Asentí sentándome en una silla mientras Cler tomó la carta para después caminar a mi alrededor.
—Solo tengo un corazón que pueda amar, sin embargo, no hay solo una persona que se lleve mis pensamientos, tres son las que me roban el aliento, y cinco mis lamentos —parloteó mi primo imitando una voz gruesa.
—Canalla —me burle de la carta.
—Todo un milamores el que la escribió.
—Un corazón, no solo una le roba los pensamientos, tres el aliento y cinco los lamentos —recordé en voz alta.
—Valla que eran raros —dijo mi primo extrañado.
— Un corazón, no solo una le roba los pensamientos, tres el aliento y cinco los lamentos —repetí bajando la voz.
—Y yo que creía que la cumbre del romanticismo fue en esa época.
— Un corazón, no solo una le roba los pensamientos, tres el aliento y cinco los lamentos —casi susurré.
—Venga tal vez en la foto que encontramos haya algo. —dijo mi primo. Luego de sentarse frente a mí.
— Un corazón, no solo una le roba los pensamientos, tres el aliento y cinco en los pensamientos —volví a susurrar.
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RUMBO A LA SALVACIÓN DE UNA MONARQUÍA.
RomanceKeyla odia la monarquía. Keyla no piensa las cosas antes de actuar. Keyla odia el desinterés del rey. Keyla detesta a todo el mundo. Keyla odia la guerra. Keyla no quiere saber de nadie que no sea su familia. Pero...entonces ¿qué hace...