Capítulo 37

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—¿Ustedes planean tener hijos? —preguntó la joven del discurso.

—Nos encantaría, tal vez cuatro —respondió Jacob con amabilidad.

—¿Es buena usted con los niños? —me preguntó.

—Realmente ahora no, pero espero serlo para ese entonces.

—Serán una increíble familia —elogió alguien.

—Gracias.

—Bueno niños, la familia real tiene que retirarse una reverencia —exclamó con dulzura una joven.

Esperamos la reacción de los niños, y salimos por la misma puerta que entramos, debíamos ir al salón de maternidad lo cual me ponía algo inquieta.

—Queridos, es un gusto tenerlos aquí —nos saludó una señora como de 30 años. Luego de realizar su reverencia.

—Buenas tardes —saludé viendo las demás mamás y bebes que había en el área, las primeras haciendo una reverencia.

—No teníamos esperanzas de que asistieran, pero luego de enterarnos sobre la visita del rey a un orfanatorio nos ilusionamos.

—¿Cómo dice?

—La visita que hicieron a la antigua casa de los Sabesto, fue todo un gesto de su parte acompañar al rey.

—Él insistió en que lo acompañáramos, pero Jacob estaba ocupado, así que fui yo —justifiqué con lo primero que se me vino a la mente.

—El rey es muy amable.

—Por supuesto y tiene un humor increíble —ironicé.

Más madres se acercaban a nosotros mientras los periodistas no dejaban de disparar flashazos. La señora de un inicio comenzó su discurso, el cual duro una hora, al terminar posamos para múltiples fotos, sin embargo, el verdadero problema fue cuando una mamá me pidió sostener a su hijo.

—¿Yo?

—Si no es mucha molestia.

—Claro que lo hará, solo bromea —intervino Jacob.

Tomé al niño con mis manos como si de un muñeco se tratara, solo teniendo en mi campo de visión los mocos que salían de su nariz.

—Quita la cara de asco —ordenó Jacob en un susurró.

—Tiene mocos —susurré.

Ambos posamos para la foto en la que Jacob me pedía al niño para posar él con el niño y yo fingía querer quedármelo.

—El rey de la nación no puede estar en todos lados a la misma vez, pero estoy yo aquí en su máxima representación, junto con mi prometida les recordamos que velamos por su bienestar y sin más por el momento si no lo permiten nos retiramos —se despidió Jacob.

El aplauso de la sala me alivió pues indicaba que eso había terminado, luego de recibir la despedida Jacob y yo nos montamos en el coche que nos transportaba.

—¿Hades no te dijo como comportarte? —espetó luego de un tiempo después que el auto avanzara.

—¿De qué hablas?

—Quieres llevarte la atención de todo —protestó

—Eso no es cierto.

—¿Qué mierda pensabas cuando tomaste al niño? ¿no te podías controlar ni siquiera ese momento?

RUMBO A LA SALVACIÓN DE UNA MONARQUÍA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora