Hades.
La mañana siguiente observé a Atira por un largo tiempo mientras dormía, era tranquilizante verla sin reprocharle algo a la vida.
—¿Qué me ves? ¿te gustó o que'? —habló con la voz melosa sin abrir los ojos.
—Estas babeando.
—No es cierto —se exaltó
—Si lo es.
—No me hagas arrepentirme de dormir contigo Hades. —se quejó acomodándose mejor.
—Levántate, tenemos que irnos.
—Pensé que lo haríamos en la noche.
—Sera más seguro si viajamos de día.
La escuché bufar luego de intentar levantarse y caer a la cama nuevamente.
—Atira —la llamé de nuevo.
—Que ya voy —reprochó.
—Anda o te cambio yo.
—Eso suena tentador.
—No me tienes Atira.
—Bien, bien, ya voy. —se levantó de la cama con pereza.
—Tu ropa. —señalé el armario.
—Voy. —se quejó, metiéndose a la ducha.
Diez minutos después mientras yo leía peticiones de algunos representantes de estado la vi salir de la ducha con una toalla envuelta en la cabeza y otra alrededor del cuello, sus largas piernas deleitaron mi vista caminando frente mío, mientras sus caderas se movían de un lado a otro atreves de su andar, su busto sujetado por la toalla luchando por salir me invitaban a liberarlos. Tragué saliva al oler su aroma y verla meterse en el armario, apreté mi entrepierna con fuerza rogándole por piedad. Atira no tardó en salir ya arreglada, aún con el cabello suelto y mojado.
Bajamos a desayunar con ella reprochándome el haberla despertado tan temprano.
—¿Estás listo? —pregunté a Itkan entrando a la cocina.
—Si, aunque ...
—¿Qué?
—¿Qué hicieron tú y Keyla ayer?
—No te importa.
—Mira, no voy a hacerme el sorprendido porque supe desde un inicio que se gustaban, solo que...bueno los dos son muy orgullosos y necios, pero ¿ya follaron?
—Itkan —lo reñí.
—Ay hermano, es que te la follabas con la mirada ayer en la cena.
—Hicimos cosas mejores y quédate solo con eso.
—Claro, no quiero más detalles —argumentó indignado.
—Gracias por la cena —cambié de tema.
—¿Te gustó? —preguntó emocionado como un niño pequeño.
—Estuvo bien, enserio lo agradezco.
—Lo que sea por mi super héroe favorito.
—Y gracias por enviarla conmigo.
—¿Te dijo algo?
—No, pero no hay que ser muy inteligentes para saber que la enviaste a ella con una intención.
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RUMBO A LA SALVACIÓN DE UNA MONARQUÍA.
RomansaKeyla odia la monarquía. Keyla no piensa las cosas antes de actuar. Keyla odia el desinterés del rey. Keyla detesta a todo el mundo. Keyla odia la guerra. Keyla no quiere saber de nadie que no sea su familia. Pero...entonces ¿qué hace...