Capítulo 61

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  —Bueno dime ¿qué se siente ser la próxima reina de Frizroyen? —preguntó Cler

—¿La verdad o la mentira?

—Las dos.

—Pues es lo mejor que me pudo pasar en el mundo...es decir ¿quién no quiere tener el poder de todo un reino?

—¿Y la verdad?

—Tengo miedo —susurré más para mí que para él.

—¿Keyla? ¿con miedo? Eso no existe.

—Lo sé, soy aferrada y valiente....

—Está bien cariño —me cortó.

Lo observé con esa sonrisa tan despampanante que portaba desde días atrás.

—Cler ¿eres feliz? —pregunté pero mi corazón sabía la respuesta, no era por ser egoísta pero necesitaba escucharlo.

—¿Por qué lo preguntas?

—Pues porque te traje aquí y yo no....

—Keyla, la vida en el palacio no es fácil, pero me diste la oportunidad de conocer a la única persona a la que he amado, eso siempre te lo voy a agradecer.

—Si estaban destinados a estar juntos se conocerían igual —le quité importancia.

Negó con una sonrisa viendo al frente.

—Este es nuestro presente Keyla vivimos lo que teníamos que vivir y si por alguien estoy viviendo esto es por ti.

El nudo en mi estomago se incrementó mientras un escalofrió extraño pasaba por mi cuerpo convirtiéndose en una presión fuerte al llegar a mi pecho.

—Siento que algo no anda bien —confesé.

—¿Es por Hades?

—No...de hecho solo cuando estoy con él me olvido de la sensación que siento.

—¿Qué es lo que sientes? ¿te enfermarás otra vez?

—No...es más...

—¿Más?

—No sé —solté en un suspiro.

—Algo me dice que si lo sabes, pero no quieres afrontarlo.

—Es como si me estuviera despidiendo de todo, tengo la sensación de que lo que está pasando no volverá a pasar.

—Es que no lo hará, las cosas en la vida jamás se repiten.

—No me refiero a eso...es como si me estuviera despidiendo.

—¿De qué?

—No sé, tal vez tanta a brumación me está volviendo loca.

—Key cariño tu ya estabas loca.

Divertida le atesté un golpe en el hombro y él fingió que le dolía —como siempre lo hacía cuando éramos pequeños— caminamos un momento en silencio, hasta llegar al coche en donde me esperaba Hades, de pronto la necesidad de abrazar a mi primo y decirle lo que siempre me había tragado nació dentro de mí.

—Cler —lo llamé.

El giró su mirada a mí y la encontré con un abrazo, se sintió cálido y honesto tal y como era él.

RUMBO A LA SALVACIÓN DE UNA MONARQUÍA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora