El vaso que tenía enfrente mio tenía un horrible aspecto y olor, así que decidí alejarlo.
—Le hará bien, es un remedio para la resaca —me informó Tadeo.
—¿Tú como sabes que tenemos resaca? —preguntó Kiara alarmada.
—Yo les ayude a salir anoche —Explicó.
—¿Y qué haces aquí? —pregunté extrañada.
—Pues soy cocinero y esta es la cocina.
—Pero ¿trabajas todo el tiempo?
—No, ayer Antoni me pidió que lo cubriera y por eso estuve aquí, hoy es mi verdadero turno —comentó amable.
—Entonces, ¿tú no sabes cómo llegamos a el palacio?
—No.
Mintió se le notó al no poder sostener la mirada con ninguna de las dos.
—Mientes con los dientes —espeté.
—Bueno, tal vez sí.
—Ya, solo dime ¿qué tan vergonzoso fue? —preguntó Kiara con la vergüenza plasmada en la cara.
—Yo creo que sería el sueño de toda joven llegar como ustedes lo hicieron ayer.
—¿Cómo?
—En los brazos de un rey. —me señaló primero y luego Kiara—, y en los brazos de un príncipe.
—No me jodas —me lamenté dejando caer mi cabeza hasta pegar mi frente con la barra.
—¿Quien más se enteró? —preguntó Kiara con la cara roja.
—No se preocupe, el rey mando a dormir a todos antes que entraran, yo estuve aquí para prepararles un café a ambas que, por cierto, vomitaron.
—Lo que dijo Keyla —se lamentó Kiara.
—Ah buenos días —la voz de Armen entro al alugar.
Kiara y yo compartimos una mirada cómplice conforme al licuado y ambas lo hicimos a un lado nuevamente.
—Buenos días —respondió Kiara por las dos.
—El rey y el príncipe las esperan en su despacho señoritas.
—De hecho, yo... ya me iba —dijo Kiara nerviosa.
—¿De que habla señorita? Su transporte parte en la noche.
—¿Te vas hoy? —le pregunté a Kiara.
—Siento no avisar antes, pero sí.
Un pequeño vacío se apoderó de mi pecho al pensar que la única persona —exceptuando a Cler y Itkan— con la que me había sentido bien siendo yo misma en el palacio se iba.
—No hagamos esperara a los monarcas —propuso Armen.
—Mejor otro día los vemos —contra propuse.
—Andando —ordenó ya con tono serio.
Kiara y yo seguimos al mayordomo real, al ver que llevaba la cabeza abajo la tome del mentón y la enderecé, a pesar de su nerviosismo me sonrió con gratitud. Al entrar a la oficina del rey ambos se callaron, mientras Itkan trataba de contener una sonrisita a Kiara el rey me miraba como si quisiera comerme viva. Al plantarnos frente a él me extendió el teléfono.
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RUMBO A LA SALVACIÓN DE UNA MONARQUÍA.
RomanceKeyla odia la monarquía. Keyla no piensa las cosas antes de actuar. Keyla odia el desinterés del rey. Keyla detesta a todo el mundo. Keyla odia la guerra. Keyla no quiere saber de nadie que no sea su familia. Pero...entonces ¿qué hace...