Capítulo 43

181 20 0
                                    


Hades.

—Ya dime —exigió.

—Eres un dolor culo —espeté con la paciencia por los suelos

—Si, eso ya lo sé.

Su actitud me molesto aún más, sabía que era injusto para ella mi repentino malestar, pero no podía seguir queriéndola junto a mi sabiendo que no era lo correcto, le prometí a Clarisa regresar, además Atira representaba un gran riesgo.

—Sube al auto —le ordené.

—No.

—Joder no lo compliques.

Durante el trayecto me reproché una y otra vez haberla llevado, se suponía que debía tratarla solo para las cosas relacionadas con el motín, pero mis acciones e intenciones hablaban por si solas. La observé con los brazos cruzados y supuse que si la dejaba ir en otro coche las cosas irían mejor, sin embargo, el vuelco que sentí en el estómago me hizo denegar mi idea.

—Solo dime que es lo que te molesta.

—Tú.

—¿Entonces por qué no me dejas ir en otro auto? Todo el viaje te la has pasado al pendiente que no me separé de ti, pero al parecer eso tambien te molesta.

—Súbete ya —protesté.

—No.

—Atira, no empieces.

—Es incomodo que te enoje todo lo que hago.

No respondí.

—Solo dime que pasa, y déjame ir en otro coche.

—Atira.

—Es que eres tan, tan complicado.

—Ya.

—Hades habla ya.

La electricidad corriendo por mi cuerpo y mi ritmo cardiaco aumentando al imaginarla decir mi nombre, pero de otra manera me indicó que tal vez dejarla en ese lugar era buena idea.

—Ya no he hecho nada,  en realidad  nunca lo hago, pero...

—llegaremos tarde.

—Ni siquiera te he molestado en tu oficina, excepto lo de ayer claro.

—Ya.

—Es que...no quiero que estes así —admitió.

—¿Así como?

—Pues así, todo enojado.

No respondí de nuevo.

—¿Es por qué ella no está aquí cierto?

—¿De quién hablas?

—De tu novia.

El ardor que sentí en mi pecho me hizo acercarme a ella queriéndole gritar a los cuatro vientos que la descarada que tenía enfrente me estaba atrapando y eso era demasiado peligroso.

—Deja de hablar —advertí.

—Pero es que hasta eso te molesta —se exasperó

Negué sintiéndome idiota.

—Atira deja de hablar, Atira ¿por qué no hablas?, Atira mantente lejos, ¿por qué no está conmigo? —ironizó desesperada fingiendo una voz gruesa.

RUMBO A LA SALVACIÓN DE UNA MONARQUÍA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora