Capítulo 50

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         La noche que pasé en esa casa fue pésima, los recuerdos de Hades acercándoseme de tal manera en que me hizo mojar mi lencería que traía y las dos mujeres que vivían en esa casa y parecían querer matarme me hicieron perder el sueño. Me levanté esperando y Hades hubiera hecho su parte endulzando a la tipa y sacándole la información para largarnos de una vez por todas. Lo vi muy sonriente con la pelirroja falsa ella tenía sus mejillas rojas y él sonreía con descaro. Un deseo enorme de tomarlo de los huevos y tráelo hasta mí me llenó el cuerpo, pero me distraje al ver a Alicia arrastra unas cajas a la entrada.

—Ay Alicia, yo te ayudo —exclamé para que todos me escucharan.

—No hace falta planeaba decirle al rey —respondió ella.

—Ni te molestes en este mundo hay más pollas calientes que caballeros. —espeté ayudándole a arrastrar las cajas.

Manualmente el rey se dio cuenta de mi presencia y me apartó para que el pudiera cargar las cajas.

—Parece que hoy lloverá —anuncio Alicia.

—Eso parece —comentó el rey—. Por cierto, buenos días Atira.

No respondí y me metí de nuevo a la casa, ellos me siguieron por detrás al entrar me di cuenta de un terciopelo negro que sobresalía debajo de una carpeta y un florero.

—Alicia —la llamé.

—¿Se te ofrece algo?

—Esa caja. —la señalé—. Cuéntame su historia.

—Oh, es la caja de mi nieta, por eso digo que ella será el hada de fuego.

—Cuéntanos la historia —le pidió Hades a la chica.

En mi estomago se formó un nudo el cual me hacía sentir sus estragos en todo el cuerpo.

— La verdadera guerra comenzará en cuanto el Dios del inframundo entre por aquel umbral seguido por la diosa del fuego disfrazada de una diminuta hada. El mundo ni siquiera le presta atención no se dan cuenta que no es Hefesto quien tiene el poder de incendiarlo todo; es ella.

Según ella tiene una misión, la cual es encontrar su corazón, pero no se da cuenta que no solo es el de ella si no el de toda una nación, aquella hada que se infiltra en la piel de todo el que la ve tiene que elegir qué camino tomar el negro o el blanco, nunca se sabrá al menos que la veas a la monarquía salvar —relató ella orgullosamente.

—¿Esa es la historia de la caja? —pregunté.

—No, esa es mi historia, la caja me la heredo mi tatarabuelo —comentó ella.

—Ah, su majestad se hace tarde —informó Alicia interrumpiendo.

—¿Para qué? —pregunté.

—Tengo que entregar las cajas.

—Ah.

—Su majestad, le pediré un favor y lo dejaré que se lleve de esta casa lo que usted quiera —Habló la señora.

—Hablé —pidió él con su característica expresión.

—Mi nieta tiene pánico a los truenos y se acerca una fuerte tormenta, por favor acompáñela hasta que yo regrese.

Él me observó esperando una respuesta, pero me limité a ignorarlo, de igual manera se quedaría con la pelirroja falsa. Todos sabíamos que eso de los truenos era una farsa, se les veía en los ojos.

RUMBO A LA SALVACIÓN DE UNA MONARQUÍA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora