—Supongo que no dirás nada.
No respondía, se limitaba a mirarme con la decepción bailando en sus ojos mientras empuñaba las manos por debajo de su chaqueta.
—Jacob, sé que no estuvo bien que te lo escondiera, pero era mejor así, te lo prometo —intenté de nuevo buscando su mirada.
Mi cuerpo seguía temblando, pero no estaba segura si se trataba del miedo que había guardado todo ese tiempo sobre su reacción, o el enfado que aún me nublaba el razonamiento.
—Lo siento — hablé para llenar el silencio que él encabezaba.
—¿Por qué te disculpas? —por fin reaccionó viéndome a la cara.
Sus ojos obscuros me fundían en la decepción pura.
—No tenías que enterarte, no tienes siquiera que tomarlo en cuenta —me apresuré a decir.
El miedo de perder a mi mejor amigo me invadía, pero luchaba por mantenerme tranquila.
—Mierda Keyla deja de ser tan perfecta. —se quejó frustrado llevando sus manos a su nuca.
—No, Jacob, escúchame...es un error —pedí lo más calmada que pude.
Conocía a mi mejor amigo, debía caminar con cuidado pues en momentos así nunca se sabía cómo reaccionaría.
—Keyla no sigas —advirtió con mirada punzante.
Tenía que parar, la tormenta en sus ojos me lo avisaba, pero yo nunca era de quedarme con las ganas y seguí hablando.
—Pero, Jacob...
—¿Qué es lo que quieres? —explotó—. ¿Crees que no me siento como una mierda por no poder corresponderte?
—¡Nunca te he pedido eso! —espeté sintiendo mi sangre bajar hasta mis pies de un tirón.
—¡Entonces dime lo que quieres! —vociferó atrayendo la atención de más personas.
Un latigazo de desesperación llegó a mí, mientras los recuerdos que había pasado a su lado me abordaban la mente.
—A mi amigo. —susurré desviando la mirada.
Soñé mil veces en decirle a Jacob mis sentimientos, de muchas maneras, de muchas edades y con muchas reacciones, pero desde luego esa no era ninguna planeada, a pesar de la decepción del momento lo que más odié fue el no sentirme liberada como siempre lo había anhelado.
Jacob se mantuvo estático por unos minutos, le costaba respirar, le costaba seguir ahí y no salir huyendo, lo notaba en el brillo desesperado de sus ojos. Luego de un tiempo por fin me observó con sus ojos cristalinos que me hicieron sentir la peor persona del mundo, ¿por qué me tenía que enamorar de él? Sabía los riesgos, los tenía muy en cuenta, pero no me importó, por primera vez aborrecí mi necedad, y mi aferramiento a las cosas.
—Lo siento —dijo. Luego de comenzar a caminar hacia mí.
—No eres tú quien se tiene que disculpar.
Había pocas personas en el mundo con las que no podía aparentar y Jacob era una de ellas; en ese momento no pude aparentar mis ojos cristalinos y mis ganas de salir corriendo.
—No pongas esa cara Keyla, tú nunca lloras frente a nadie, no lo hagas por mí.
—No voy a llorar —aseguré.
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RUMBO A LA SALVACIÓN DE UNA MONARQUÍA.
RomanceKeyla odia la monarquía. Keyla no piensa las cosas antes de actuar. Keyla odia el desinterés del rey. Keyla detesta a todo el mundo. Keyla odia la guerra. Keyla no quiere saber de nadie que no sea su familia. Pero...entonces ¿qué hace...