sofía ortiz
Juro que intenté no hacerlo. De hecho, estaba lista en la puerta con un top básico y una gorra de Red Bull (otro de los equipos que me gustaba, ya que estaba aquí, iba a usar cosas de otros equipos que también animaba, con algo de suerte hasta me firmaban el merchandising que había comprado sólo para la ocasión), pero cuando vi a mi padre al otro lado, preparado con su camiseta de Ferrari (con el número 55 en la espalda, para mi desgracia), no pude evitar sentirme mal. De hecho, ni siquiera tuvo que decirme nada.
En cinco minutos estaba con mi camiseta de Ferrari con el número 16, que me había comprado unas tallas más grande a propósito, y unos pantalones cortos. También llevaba la gorra con el mismo número. Ahora sí que combinábamos. Aunque no sé si eso me agradaba o me daba miedo, porque no podía (ni quería) imaginar la cara de Carlos si nos acercábamos (que probablemente sí, porque si alguien es fan acérrimo suyo, es mi padre) y le pedíamos una foto. Dios, quería que la tierra me tragase.
Bueno, tenía todo el camino hacia allí para elaborar un plan que sea viable y conseguir evitar al piloto español si mi padre quería acercarse. Vale, sé que es imposible, pero estoy desesperada. ¿Y si nada más verlo finjo que mi vejiga está a punto de explotar y salgo corriendo? Eso no se vería muy raro, ¿no?
Estábamos yendo ya hacia el circuito, y yo honestamente sentía como si me hubiesen dado una patada en el estómago. No estaba lista para verle. ¿Quién lo estaría? Estaba segura de que Carlos era capaz de hacer que a cualquier chica le temblasen las rodillas a conciencia. Él ya había tenido un efecto en mí bastante notorio la última vez, no quiero pensar que podría pasar ahora. Y lo peor, es que no lo podía evitar. No podía abandonar a mi padre porque sabía que estaba cumpliendo unos de sus sueños, y además él no podría hablar inglés ni intentándolo, por lo que no había forma de que pudiera dejarlo en el paddock para interactuar con los pilotos mientras yo me escondía de uno de ellos.
Por lo menos, todo el mundo sabía que mi piloto favorito de Ferrari era Charles, así que no me sentiría tan violentada llevando el merchandising de la escudería italiana. De hecho, el monegasco era una de las personas que más ilusión me hacía conocer. No iba a dejar que Carlos me quitase eso. Ni siquiera iba a pensar en que tal vez le había habado de mí. No. Ya bastante iba a sufrir este fin de semana como para pensar que tal vez alguno de los pilotos me reconociese.
Rápidamente pasamos el control, y aunque no lo quise hacer, no pude evitar que mi mirada se fijase en el motorhome rojo. Sacudí un poco la cabeza como si eso pudiese borrarlo de mi mente y seguí caminando con mi padre al lado, sacando un par de fotos que subiría más tarde.
Sin embargo, cada vez que veía una camiseta roja, sentía como mi corazón se aceleraba (lo cual, era muy a menudo, puesto que sólo había dos españoles en la parrilla y siendo la carrera aquí, se notaba el apoyo y favoritismo hacia ellos, por lo que el rojo y el verde Aston Martin era lo que predominaba), y aunque intenté evitarlo, por un momento, lo vi. Sé que era él. Pude verlo en el pelo debajo de su gorra, en la forma de su cuerpo que recordaba a la perfección. Y aunque intentase autoconvencerme de lo contrario, en cuanto vi a su padre, no había lugar para la duda.
— ¡Mira papá! ¿Ese no es Albon? ¡Vamos a pedirle una foto! — Agarré su brazo, evitando que mirase en la dirección de la persona que ocupaba todos mis pensamientos últimamente, y fuimos caminando hacia el piloto que acababa de ver, y quien, sin saberlo, me había salvado la vida.
Conseguimos sacarnos fotos con varios de ellos, ver un poco de los garajes, e incluso yo había conseguido una foto con Toto. Podía notar la risa que se estaba aguantando mi padre mientras nos sacaba la foto, viéndome tan emocionada, pero en mi defensa diré, que ese hombre es aún más guapo en persona.
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one night stand | carlos sainz
FanfictionDonde Carlos odia a Sofía por lo que hizo años atrás, o donde ella no sabe por qué el ha respondido algo así en una entrevista tras tanto tiempo, pero desde luego, sí sabe que ahora, ese odio es recíproco.