capítulo 30

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carlos sainz

Un jodido DNF. Un puto DNF. No fui capaz de terminar la maldita carrera. Ni siquiera pude completar una décima parte de ella, porque choqué en la vuelta seis, lo cual lo hacía aún más patético. ¿Lo peor de todo? Nuevamente, no se trataba del coche. Charles tenía otro puto podio.

Vale, sí, es mi compañero, le quiero y todo eso, pero yo también quiero subir ahí. Quiero que la gente me aplauda, que me bañen en champán como ha pasado en casi todas las carreras de la temporada hasta que cierta española apareció a joderme la vida.

Me encantaba que Ferrari ganase puntos, por supuesto. Si no fuese por el monegasco en las últimas semanas no hubiésemos mantenido nuestro puesto como líderes del campeonato de constructores, pero la irritación era algo que no podía evitar.

Teníamos el mismo coche, y se sentía bien. No hubo ningún fallo. Los frenos funcionaban genial, no había sobreviraje, la evolución de pista iba según lo planeado, la estrategia era buena. Todo estaba perfecto. El problema era Sofía. Ella y su capacidad de sacarme de mis casillas.

O de no hacerlo. Esta vez me concentré tanto en no distraerme, en no perder velocidad, que acabé haciendo contacto con Hamilton por no mirar por los retrovisores. Incluso los de la FIA habían sido benévolos, porque si bien podían haberme dado una penalización por despistado (o imbécil, los dos adjetivos aplican), hasta a ellos les dio pena la situación.

A mí me desesperaba. Odiaba tener que verla siendo el perrito faldero de los Red Bull. Odiaba verla caminando por el paddock como si fuese su sitio, cuando era el mío. Odiaba verla con los pilotos, hablando con ellos como si fuesen sus mejores amigos. Pero lo peor de todo, es que se veía radiante mientras lo hacía.

No mentía cuando dije que el azul no es su color (ni ninguno que no lleve mi nombre a la espalda), pero aún así estaba seguro de que era la mujer más guapa que había visto.

Después de mi novia, claro.

Pero ese no era el tema, la verdadera pregunta es, ¿por qué está hablando con Charles tan tranquila? Había estado en la celebración del podio tras conseguir que Max ganase nuevamente, aunque seguido por mi compañero de equipo, quien, hasta donde yo sabía, no mostraba un especial agrado por ella.

Le había contado lo que pasó aquella noche, obviando los detalles escabrosos, y también lo que ella había hecho. Claramente estaba de mi lado, aunque tal vez yo no recordaba esa conversación tan bien...

A ver, mate, ¿me estás diciendo que durante cuatro años no te ha mencionado y ahora la has echado a los leones? El chico no parecía creer lo que estaba oyendo

¡Charles! Acaba de decir que no se me levantó. A mí. ¡A mí! Exclamé, sin prestarle atención ¿Eres consciente de lo que es eso? La gente se va a reír de mí toda la vida. ¡Y ni siquiera es cierto!

Pareces demasiado alterado para no haberte pasado... murmuró

Además, no es una mentira creíble, ¿verdad? La gente no se pensará que eso ha pasado de verdad. Es imposible Seguí hablando, mientras el hombre frente a mí solamente me miraba con una ceja alzada, hasta que terminé lo que parecía ser un monólogo con una pregunta ¿Tú qué opinas?

Que los dos sois iguales Se encogió de hombros Tú fuiste un imbécil porque ni siquiera fuiste capaz de pensar en lo que pasaría con ella una vez tus fans se volviesen locos, ya sabes como son. Eso fue rastrero por tu parte, por mucho que alegues que fue de forma inconsciente, eso no lo justifica Reflexionó Ella... En fin, puede que haya sido cruel, pero un contraataque merecido. Así puedes pensar dos veces la próxima vez antes de abrir la boca.

one night stand | carlos sainzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora